EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la IV Semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 11,19-26.
Mientras tanto, los que se habían dispersado durante la persecución que se desató
a causa de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaban la
Palabra únicamente a los judíos.
Sin embargo, había entre ellos algunos hombres originarios de Chipre y de Cirene
que, al llegar a Antioquía, también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del
Señor Jesús.
La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron.
Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía.
Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y
exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme.
Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una
gran multitud adhirió al Señor.
Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo,
y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa
Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez los
discípulos recibieron el nombre de "cristianos".
Evangelio según San Juan 10,22-30.
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno,
y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
Los judíos lo rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso?
Si eres el Mesías, dilo abiertamente".
Jesús les respondió: "Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en
nombre de mi Padre dan testimonio de mí,
pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis
manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de
las manos de mi Padre.
El Padre y yo somos una sola cosa".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Agustín (354-430), Obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia.
La Trinidad, I, 13, 30-3
«¿Cuánto tiempo nos vas a dejar dudando?»
Como es igual al Padre, el Hijo de Dios no recibe el poder de juzgar, ya que lo
posee con el Padre. Lo recibe para que buenos y malos lo vean juzgar, porque es el
Hijo del hombre. Ver al Hijo del hombre se les dará a los malvados por sí mismos,
pero la visión de su divinidad sólo se dará a los limpios de corazón, porque son ellos
los que verán a Dios (Mt 5,8). ¿Qué es la vida eterna, sino esta visión, que será
denegada a los impíos? "Que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado
Jesucristo» (Jn 17,3). ¿Cómo conocerán a Jesucristo, si no como el verdadero Dios,
el que se muestra a sí mismo a ellos? Él se mostrará lleno de bondad en la visión
que descubrirá a los limpios de corazón. "Qué bueno es el Dios de Israel para los
rectos de corazón" (Sal 72,1). Sólo Dios es bueno.
He aquí porqué aquel que llamó al Señor « maestro bueno» , y le pidió
consejo para llegar a la vida eterna, recibe esta respuesta: "¿por qué me
preguntas sobre lo que es bueno?". "Nadie es bueno salvo el mismo Dios" (Mc 10,
17-18). Este hombre que le ha interrogado no sabe a quién se ha acercado y lo ha
tomado por un simple hijo del hombre... "El cual, siendo de condición divina, no
retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo
tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido
como hombre por su presencia" (Flp 2, 6-7). Este es Él, el único Dios, Padre, Hijo,
Espíritu Santo, que aparecerá tan solo para alegría inalterable de los justos.
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