EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la IV Semana de Pascua A
Libro de los Hechos de los Apóstoles 12,24-25.13,1-5.
Mientras tanto, la Palabra de Dios se difundía incesantemente.
Bernabé y Saulo, una vez cumplida su misión, volvieron de Jerusalén a Antioquía,
llevando consigo a Juan, llamado Marcos.
En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores, entre los cuales estaban
Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, amigo de infancia
del tetrarca Herodes, y Saulo.
Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les
dijo: "Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado".
Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron.
Saulo y Bernabé, enviados por el Espíritu Santo, fueron a Seleucia y de allí se
embarcaron para Chipre.
Al llegar a Salamina anunciaron la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, y
Juan colaboraba con ellos.
Evangelio según San Juan 12,44-50.
Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me
envió.
Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca
en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a
juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra
que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que
debía decir y anunciar;
y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el
Padre me lo ordenó".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Agustín (354-430), Obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia.
La Trinidad, I, 13, 30-31
«El que me ve a mí, ve al que me ha enviado»
Aquel que llamó a Jesús "maestro bueno", y le pidió consejo para llegar a la
vida eterna, recibió esta respuesta: "¿por qué me preguntas sobre lo que es
bueno?". "Nadie es bueno salvo el mismo Dios" (Mc 10, 17-18)... Sí, si me tomas
en mi condición divina, soy bueno, pero si me aceptas sólo en la condición humana
en que me ves ahora, ¿por qué me preguntas sobre lo que es bueno si tu eres de
aquellos que solamente «verán al que traspasaron»?(Jn 19,37; Za 12,10) esta
visión será para ellos su desgracia, este será su castigo.
Hay, en efecto, una visión en la que contemplaremos la esencia inmutable de
Dios, invisible a los ojos humanos, y esta visión que se ha prometido sólo a los
santos es la visión que el apóstol Pablo llama un cara a cara (1 Cor 13:12), de esta
visión del apóstol Juan dice: «Nosotros seremos semejantes a Dios, porque le
veremos tal cual es» (1 Jn 3:2) y el salmista: «Sólo he pedido una cosa al Señor:
contemplar la dulzura del Señor (Sal 26,4).El Señor mismo dice: "Yo lo amaré y me
manifestaré a él» (Jn 14:21). Es por esta visión por la que purificamos nuestros
corazones en la fe, a fin de ser del número de estos «puros de corazón que verán a
Dios» (Mt 5,8). Entonces esta visión, únicamente, es nuestro mayor bien, y para
lograrla tenemos el deber de hacer todo lo que hacemos bien hecho.
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