Y QUÉ NOS APORTA LA FE?
Por Javier Leoz
Ni todos valemos para todo, ni unos pocos, pueden hacerlo todo. Y, la
primera lectura de este domingo quinto de Pascua, nos instala ante una
gran realidad: hay que contar con los demás para llevar adelante nuestra
misión de constructores del Reino de Jesús en la tierra.
1.- Seguimos en Pascua. ¡Feliz Pascua de Resurrección! ¿Dice algo la muerte de
Jesús al hombre contemporáneo? ¿Transmitimos que, seguir a Jesús, es un camino,
una verdad y una vida?
Los primeros seguidores de Jesús no pensemos que lo tenían fácil ni claro. Había
que optar por Jesús. Estaban un tanto desconcertados con sus palabras y, para
colmo, ya no era que Cristo tuviera que ser el eje fundamental de su vida sino que,
dando una vuelta más a la tuerca, habría de convertirse en el único camino, en la
auténtica verdad y en la referencia más absoluta para su vivir.
Pero ¿y cómo llevar este ideario a las nuevas generaciones? Tenemos que empezar
desde abajo. En primer lugar hemos de colocar a Jesús en el lugar que se merece.
Es un ejemplo que, con el servicio y el amor totalmente entroncados en Dios, nos
interpela: ¿Amas como yo? ¿Te entregas como yo? ¿Perdonas como yo? ¿Vas por
los caminos que te indico yo?
-Frente a las confusiones de las ideologías dominantes, Jesús, es un camino que
aporta seguridad y confianza
-Frente a las falsedades , maquilladas con la crema del modernismo, se alza la
verdad de un Jesús sustentada en Dios y no, como la del mundo, en los intereses
de algunos en contra de otros
-Frente a la muerte , a veces pregonada como avance (el aborto, la eutanasia o
muerte asistida), Cristo nos recuerda que su proyecto es un plan de vida y que
nadie, excepto el Padre, puede considerarse dueño de la vida de los demás.
2.- Como siempre nos queda una asignatura pendiente: creer y conocer a Jesús.
Para testimoniarlo primero hay que sentirlo (como María en sus entrañas),
reconocerlo (como los de Emaús) e imitarlo (como los apóstoles) desde el
convencimiento y no como si fuera un simple disfraz semanal. El mayor peligro y
contradicción que muchos católicos podemos tener es hacer de Jesús un
insignificante atajo (no camino) por el que nos colamos cuando queremos para
recibir simplemente unos sacramentos; cuando lo entendemos como un consejo (no
como verdad suprema) y, por lo tanto, su mensaje no es indicativo ni imperativo
para nuestro pensamiento (ahí la causa primera de la debilidad del cristianismo de
Europa). ¿Dónde están los “Tomás y Felipes de nuestro tiempo” que pregunten, en
las estructuras políticas y decisivas de nuestro mundo, sobre la vigencia y
necesidad del mensaje del cristianismo? ¡Casi nada! Brillan por su ausencia.
3.- Ya sabemos que una famosa sentencia aquello de “existen muchos caminos que
conducen a la única vedad”. Pero ello no nos quita para que, como cristianos,
estemos convencidos de que el único CAMINO (certero, limpio, justo, y
comprometido) que nos lleva a Dios es precisamente Jesucristo Salvador. Decir lo
contrario es caer en una religión a la carta: recojo esto que me conviene y dejo
aquello que no me agrada.
4.- POR TU CAMINO, SEÑOR
Aunque me tiemble el pulso,
seré de los tuyos, anunciaré tu Palabra
apoyaré, con mis débiles fuerzas,
la Verdad que tu camino me indica.
POR TU CAMINO, SEÑOR
Creeré y esperaré en la eternidad que me brindas
Soñaré que, más allá de la noche incierta,
aguarda un paraíso de felicidad y de plenitud
POR TU CAMINO, SEÑOR
Entenderé que, más allá de la casa en la tierra,
me esperas con un sitio cerca del Padre
volverás para cumplir, como siempre lo haces,
con tus promesas que superan
las nuestras, humanas, caducas y falsas
POR TU CAMINO, SEÑOR
Descubriré que, avanzando Tú por delante,
eres la vía que lleva al rostro del Padre
eres el sendero iluminado por el Espíritu Santo
eres Aquel que, cuando se mira,
encuentra frente a frente al que en el cielo espera
POR TU CAMINO, SEÑOR
Te veremos y cantaremos la grandeza de creer en Ti
Te conoceremos y, contigo, sabremos de Dios
Te conoceremos y, contigo, viviremos en Dios
Te conoceremos y, contigo, marcharemos al Padre
Viviremos y, viviendo contigo,
sentiremos que vivimos Aquel que te envió