EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 14,7-14.
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen
y lo han visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no
me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al
Padre'?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que
digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las
obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún
mayores, porque yo me voy al Padre.
Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.
Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Vicente de Paúl (1581-1660), padre, fundador de comunidades religiosas.
Conferencia 127 del 02/05/ 1659
«El que cree en mi hará las mismas obras que yo e incluso mayores»
Nuestro Señor dijo: «Bienaventurados los pobres de espíritu» (Mt 5,3); en
esto la sabiduría eterna nos enseña que los obreros evangélicos tienen que evitar la
magnificencia en las acciones y en las palabras, y seguir una manera de obrar y de
hablar humilde, fácil y sencilla. Es el demonio el que nos pone bajo esa tiranía de
querer tener éxito y el que, al vernos inclinados a proceder lisa y llanamente, nos
dice: «Fíjate que vulgar; eso es demasiado basto e indigno de la majestad
cristiana». ¡Qué astucia la del demonio! Tened cuidado, hermanos míos, renunciad
a estas vanidades... tened ante los ojos la conducta de nuestro Señor, tan humilde
y tan contraria a todo eso.
El podía dar un gran esplendor a sus obras y una virtud soberana a sus
palabras, pero no lo hizo. Les decía a sus apóstoles: «Haréis lo que yo hago, y más
todavía». Señor, ¿por qué queréis que haciendo lo que tú has hecho, hagan todavía
más?. Porque nuestro Señor quiere dejarse superar en las acciones públicas, para
distinguirse él en las humildes y secretas; él quiere los frutos del evangelio y no los
aplausos del mundo; por eso ha hecho más por medio de sus servidores que por sí
mismo.
Quiso que san Pedro convirtiese una vez a tres mil, otra vez a cinco mil
personas (Hch 2,41; 4,4), y que toda la tierra se viera iluminada por sus apóstoles.
En cuanto a él, a pesar de ser la luz del mundo (Jn 8,12), no predicó más que en
Jerusalén y en sus alrededores, y predicó allí sabiendo que en otras partes tendría
mucho más éxito. Sí, el se dirigió a los judíos como a los más capaces de
despreciarle y de contradecirle. Por consiguiente, fue muy poco lo que hizo,
mientras que sus pobres discípulos, ignorantes y vulgares, animados de su virtud,
hicieron mucho más que él. ¿Por qué? Porque quiso ser humilde en esto.
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