XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Génesis 18, 1-10; Colosenses 1, 24-28;
Lucas 10, 38-42
EVANGELIO
En aquel tiempo entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en
su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio;
hasta que se paró y dijo: -Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado
sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó: -Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas
cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.
HOMILÍA
Hay un anuncio sobre las Páginas Amarillas que dice: "lo que está ahí afuera, está
también aquí dentro".
No sé si esto puede aplicarse también a lo que aquí hacemos. Sí tenemos que
intentar reconciliar el "ahí afuera" y el "aquí dentro".
¿Qué hay ahí afuera?
¿De qué está hecha y llena nuestra vida de cada día?
En nuestro mundo y en nuestra vida hay sufrimiento, mal, avaricia, soledad,
muerte…batallas que ganar a pesar de nuestra debilidad, parientes que visitar,
barrios peligrosos, amenazas que ignorar…una letanía larga de peligros y alegrías.
Nadie tiene que recordarnos lo que tenemos que hacer ahí afuera porque nuestra
vida está en juego. Sabemos que tenemos que salir a ganarnos el pan de cada día.
Somos como Marta, ocupados con todos los detalles cotidianos del trabajo y la
hospitalidad y esperando que alguien nos eche una mano. Como Marta,
preocupados por mil cosas. Y no somos tan tontos como para esperar que la divina
Providencia nos traiga el pan a casa. Nuestras vidas las pasamos luchando por
sobrevivir.
Estamos muy lejos de creernos las palabras imposibles y utópicas de Jesús: "Sólo
una cosa es necesaria".
No hace falta decir que cuando venimos a la iglesia, nuestro aquí dentro, no
estamos totalmente desligados del ahí afuera. Nuestra dimensión humana nos
acompaña siempre.
Estamos aquí no sólo para dar sentido a la vida real sino simplemente porque sí.
Estamos aquí para descansar, encontrar paz, acompañar a Jesús, el dador de la
vida humana y la eterna.
¿Dónde podemos aprender que una sola cosa es necesaria?
¿Cómo podemos robustecer nuestra fe sin contemplación y sin oración?
¿Acaso no necesitamos recordar nuestra dimensión espiritual?
¿No nos quejamos de que el ritmo de la vida es muy rápido y siempre nos quedan
cosas por hacer?
"Sólo una cosa es necesaria". Vivir plenamente una relación personal con Jesucristo
que nos envía ahí afuera a amar y transformar nuestro mundo.
¿Es esto suficiente?
Muchos católicos, ahí afuera, desprecian a María y no valoran este tiempo, ya largo
o corto, gastado libremente en oración.
La oración, dicen, es como el aire que respiramos. Sin oración no se puede vivir la
vida cristiana con madurez y responsabilidad.
Contemplación y lucha, las dos caras de la misma moneda. Jesús oró y luchó.
Dicen que no son los suburbios con sus drogas y pandillas los que nos amenazan
sino el suburbio que cada uno lleva dentro.
La iglesia no es una estación de servicio donde llego y pido que me llenen el tanque
del coche.
La iglesia es un lugar en el que no pasa nada y todo puede pasar si como Abraham
le pido a Dios que no pase de largo.