XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Amós 6, 1. 47; 1 Timoteo 6, 11-16; Lucas 16, 19-31
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: -Había un hombre rico que se vestía de
púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado
Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo
que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta los perros se le
acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que murió el mendigo, y los ángeles lo
llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en
el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán
y a Lázaro en su seno, y gritó: Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro
que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan
estas llamas.
Pero Abrahán le contestó: -Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro
a su vez males; por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y,
además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no
puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí
hasta nosotros.
El rico insistió: -Te ruego entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi
padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que
vengan también ellos a este lugar de tormento.
Abrahán le dice: -Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.
El rico contestó: - No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se
arrepentirán.
Abrahán le dijo: -Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque
resucite un muerto.
HOMILÍA
Una estudiante cuenta lo que le ocurrió en un examen.
Durante mi segundo mes en la escuela de enfermería el profesor nos hizo un test.
Yo que era buena estudiante contesté a las preguntas con rapidez hasta que llegué
a la última pregunta: "¿Cuál es el nombre de la señora que limpia la escuela?"
Me parecía una broma. Yo la había visto, era alta, de pelo oscuro y de unos 50
años, pero ¿cómo podía saber su nombre? Dejé la pregunta sin contestar.
Antes de terminar la clase, alguien preguntó si esa pregunta también contaba para
la nota.
Por supuesto, dijo el profesor. A lo largo de sus vidas encontrarán muchas
personas. Todas son importantes. Todas merecen su atención, incluso si sólo les
dicen hola o les sonríen.
Nunca olvidé esa lección y también aprendí el nombre de la señora, se llamaba
Dorotea.
¿Sabe usted el nombre de la persona que está a su lado? ¿No? Pregúnteselo. Esa
persona es muy importante, aunque no lo parezca, es hijo e hija de Dios. Es una
pregunta que Dios nos hará al final, en el test definitivo y contará más que
cualquier otra.
Este cuento de Jesús no es muy popular. Si usted tuviera que elegir entre los 10
mejores pasajes del evangelio, ¿estaría este cuento entre sus 10 favoritos?
Probablemente no. ¿Por qué?
A todos nos gusta oír a un predicador que tiene el cielo en la mano como regalo,
pero no nos gusta que nos hablen del otro lugar. Jesús también habla del otro
lugar. Y el otro lugar se llama infierno.
Nosotros hablamos del infierno de la droga, del infierno de la guerra, del infierno
de la pobreza… y declaramos la guerra a todo para crear aquí, en este mundo, un
cielo a nuestra medida. Y algunos viven tan bien aquí que no se acuerdan del cielo
de Jesús hasta que la tragedia les ataca.
No hay zonas libres de drogas ni zonas libres de muerte y no hay zonas libres de
Lázaros, es decir, de pobres.
Jesús dice "los pobres siempre los tendrán entre ustedes". Y esta sí que es una
guerra justa, digna y querida por el Señor. Pero son pocos los soldados y las armas
para luchar contra la pobreza de Lázaro.
Jesús nos cuenta la historia de un hombre rico que aquí había encontrado su cielo,
comía bien, vestía mejor y lo tenía todo pero desde este cielo suyo no veía a
Lázaro, pobre, con hambre, vestido de harapos y lleno de llagas, ignorado, no
amado, vivía aquí en su infierno.
Todos sabemos que el cielo y el infierno de la tierra son pasajeros y de doble
dirección.
Seguro que usted conoce a gente que han salido del infierno de la pobreza, de
limpiar zapatos han pasado a la gloria y otros, por su mala administración y su
mala cabeza del cielo y la fama bajaron al infierno del olvido.
Al final de la vida todo es irreversible. Ya no se puede elegir.
Lázaro fue llevado al cielo cerca de Abrahán. El rico fue llevado al infierno, al lugar
del tormento.
¿Por qué fue Lázaro al cielo? Lucas no nos lo dice, no nos dice que fuera cursillista,
carismático, catequista o sacerdote…simplemente nos dice que era pobre, no más
adjetivos.
¿Por qué fue el rico al infierno? Lucas no nos dice que fuera malo, ladrón,
explotador…
Simplemente nos dice que no vio a Lázaro tendido a su puerta.
Y Dios que sí ve y sí oye el clamor de los Lázaros de este mundo dio a cada uno su
cielo o su infierno.
Y Dios que sí ve y tiene predilección por los Lázaros cambió sus destinos para
siempre.
El evangelio está lleno de alusiones y de guiños que Dios hace a los suyos, a los
pobres.
Magnificat: "El Señor colma de bienes a los hambrientos y a los ricos los despide
vacíos". Lucas 1, 52
"El Señor me ha enviado a traer la Buena Noticia a los pobres". Lucas 4, 18
"Felices los pobres y ay de vosotros los ricos". Lucas 6, 20
"No se puede servir a Dios y al dinero". Lucas 16, 9
La riqueza, ídolo del mundo y cielo aquí, nos cierra los ojos a la riqueza del amor de
Dios y nos impide ver y redimir el infierno en que viven los pobres.
"Encuentre su propio Calcuta".
El camino hacia el cielo verdadero y para siempre, el cielo de Dios, pasa por ver con
los ojos de Dios, del amor, al hermano. No diga "yo no soy el rey del petróleo", "yo
no soy Bill Gates….este evangelio es para usted.
Usted es uno de esos cinco hermanos que tiene que aprender el camino del amor.
No pida milagros. Simplemente escuche la Palabra y abra los ojos.