“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”
Jn 15, 12-17
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS, COMO YO LOS HE AMADO.
«Mi mandamiento», el que resume todos los otros, el que distingue a un discípulo
de Jesús de todos los demás, el que Juan llamará también «mandamiento nuevo»,
el típico e inconfundible de Jesús, es sencillo y exigente: « Ámense los unos a los
otros, como yo los he amado.». Seguir a Jesús consiste en amar al hermano hasta
dar la vida por él, precisamente como hizo Jesús, el Hijo que bajó para dar la vida
por mí.
Dar la vida no significa sólo «morir» por los hermanos. Puede ser incluso hermoso y
deseado, en ciertos momentos en que sentimos en nosotros un particular impulso
de generosidad. Dar la vida significa gastar nuestra propia vida para que sean
felices los que viven junto a mí. Significa que cada mañana debo preguntarme
cómo puedo hacer para no ser una carga para los que viven conmigo. Significa
soportar sus silencios y sus «malas caras», aceptar los límites de su carácter, no
extrañarse de sus contradicciones ni de sus pecados. Significa aceptar a mi prójimo
tal como es, y no tal como debería ser.
ORACION
Hoy me siento obligado, Señor, a preguntarme hasta qué punto me tomo en serio
«tu» mandamiento, ese que me distingue como discípulo tuyo, ese que te tomas
tan a pecho. Si me examino bien, debo confesar que no es, de hecho, el primer
mandamiento, el que me tomo más a pecho. Y es que he puesto por delante
muchos otros valores que el entorno considera más importantes o que me
gratifican más y con mayor facilidad.
Ilumíname, Señor, para que, en mi vida, esté por encima de todo la preocupación
por construir la fraternidad, por aceptar con benevolencia a mis hermanos y
hermanas, por olvidar sus errores, por recordar constantemente tu mandamiento.
Concédeme la íntima convicción de que es la práctica de este mandamiento lo que
hace nuevo el mundo, de que mi verdadera contribución como creyente la brinda
mi actitud fraterna. Ayúdame a poner en lo más alto de mi escala de valores este
mandamiento, que es el más antiguo y el más nuevo, que cada día deberé aplicar a
nuevas situaciones, para renovarme a mí mismo, mi existencia y mi ambiente vital.