XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Éxodo 17, 8-13; 2 Timoteo 3, 14-4, 2;
Lucas 18, 1-8
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre
sin desanimarse, les propuso esta parábola: -Había un juez en una ciudad que no
temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que
solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se
negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres,
como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome
en la cara".
Y el Señor respondió: Fijaos en lo que dice el juez injustos; pues Dios, ¿no hará
justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que
les hará justicia sin tardar. Pero cuándo venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe
en la tierra?
HOMILÍA
Una joven de 28 años fue a la iglesia un domingo y al terminar la celebración le dijo
al párroco: "Esta es la primera vez que vengo a la iglesia".
-¿Y qué te ha parecido?
-Me ha dado un poco de miedo.
-¿Por qué?
-Parece algo tan importante y, sabe una cosa, yo nunca voy a nada importante. Sí,
esto es muy importante.
Jesús cuenta a sus discípulos el cuento del juez malvado, que no cree ni en Dios ni
en el diablo pero que termina escuchando a la viuda para que lo deje en paz.
La viuda no se rinde y persiste en su petición hasta ser escuchada.
Lucas nos dice que este cuento tenía como fin enseñar a sus discípulos "la
necesidad de orar siempre, sin desanimarse jamás".
El domingo pasado hablábamos de la gratitud como actitud necesaria del discípulo
ante Dios. Uno de diez vino a postrarse ante el Señor y le dijo: Gracias.
Hoy, Jesús, dice a sus discípulos que "hay que orar siempre".
Yo creo que orar es estar enamorado.
Ustedes que saben, díganme, lo que hacen los enamorados.
Se echan de menos. Quieren estar juntos. Necesitan comunicarse. Y ahora que hay
celulares, el celular se ha convertido en lugar de oración y de comunicación de los
enamorados.
¿Se imaginan ustedes un esposo y una esposa que no se dicen "te quiero" ni a los
12 de la noche?
Sin comunicación, sin oración, todo se evapora hasta el matrimonio.
¿Se imaginan ustedes el vacío que hay en la vida de tantos niños que no han
conocido a sus padres, que no han sentido el cariño y el calor de sus padres?
Hay una relación más grande que la del cordón umbilical, es la relación del amor.
Los grandes orantes han sido los grandes enamorados. San Vicente de Paúl,
Francisco de Asís, Teresa de Ávila, José de Calasanz…tantos cristianos enamorados
que hicieron de la oración su cordón umbilical, su celular, su comunicación con Dios
Padre.
Orar es estar enamorado.
El cristiano enamorado echa de menos a su Padre, quiere estar cerca de Dios y
necesita comunicarse con su Dios. Y la oración es una manera de vivir en intimidad
con el amado, con Dios.
Los muy enamorados no tienen grandes problemas con la oración porque saben
quién es el primero en su vida.
¿Tiene usted problemas con la oración?
Yo sí. Tal vez estoy poco enamorado.
¿Cuántas veces ha hecho el propósito de venir a la Eucaristía todos los domingos?
¿Cuántas veces ora en familia o en la soledad de su habitación?
¿Cuántas veces abre la Biblia y ora?
Seguro que lo hemos hecho todos alguna vez pero no ha pasado nada y lo hemos
dejado.
"Hay que orar siempre sin cansarse".
Usted tiene mil razones para no orar.
El trabajo, los niños, el ajetreo, la rapidez de la vida, los amigos, la televisión y sus
deportes…
Algunos sólo pararán cuando les dé un infarto.
En el fondo no están enamorados de Jesús, la verdad es que aman poco.
Algunos dicen, ¿para qué orar? No sirve de nada. La oración no detendrá la guerra,
no eliminará las drogas, no parará la muerte.
Cierto, la oración no es una actividad interesada o productiva pero tampoco es el
último recurso cuando todo ha fracasado.
La oración es el primer deber, la primera necesidad del creyente.
Ustedes para enamorarse no necesitaron ir a la universidad.
Para aprender a orar tampoco hace falta ir a la universidad. Orar es sencillamente
hablar con el amado, con Dios Padre, conversar con un enamorado.
Dios no es un juez malo. Dios es infinitamente bueno y hará justicia a sus elegidos
si aclaman a él día y noche, si se enamoran más de él.
¿Verdad que hay mil maneras de decir "te quiero"?
Hay mil maneras de orar. ¿Qué hacía Jesús?
Jesús, cuando quería orar, se levantaba pronto, iba a un lugar solitario, y allí
conversaba con su Abba, con Papá Dios.
Y al final de su viaje, en Jerusalén, fue al huerto de los Olivos y dijo a sus
discípulos: "Siéntense aquí mientras voy a orar". Y parece que su Padre no le
escuchó y fue crucificado y en la cruz gritó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?
Su Padre le hizo justicia en la resurrección. No tengan miedo, la última palabra, la
tiene su enamorado, Dios y esta palabra es vida con el amado para siempre.
Al entrar en una iglesia encontré este mensaje.
En la iglesia guarda silencio, concéntrate, sé reverente porque ésta es la casa de
Dios.
Antes de la celebración: habla a Dios.
Durante la celebración: deja que Dios te hable a ti.
Después de la celebración: habla con los hermanos.