XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Éxodo 17, 8-13; 2 Timoteo 3, 14-4, 2;
Lucas 18, 1-8
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre
sin desanimarse, les propuso esta parábola: -Había un juez en una ciudad que no
temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que
solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se
negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres,
como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome
en la cara".
Y el Señor respondió: Fijaos en lo que dice el juez injustos; pues Dios, ¿no hará
justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que
les hará justicia sin tardar. Pero cuándo venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe
en la tierra?
HOMILÍA
ORAR, PERSEVERAR, HACER JUSTICIA…
La Madre Teresa de Calcuta, la servidora de los más pobres entre los pobres, visitó
un día al famoso y poderoso abogado de Washington Edward Bennett Williams.
Williams, abogado de Richard Nixon, Frank Sinatra y otros personajes importantes,
presidía una pequeña fundación caritativa y Madre Teresa decidió visitarle en busca
de ayuda para un hospital de enfermos del Sida que iba a construir.
Antes de la visita, Williams confió a su colaborador Paul Dietrich: “Pablo, sabes que
el Sida no es mi enfermedad preferida y no quiero dar dinero para esa causa, pero
tengo una santa católica que viene a verme y no sé qué hacer”.
Decidieron recibirla con cortesía, escucharla y decirle que no.
Madre Teresa entró en la oficina, les expuso su proyecto y les pidió la ayuda
económica.
Wlliams le dijo: ”Nos conmueve su petición, pero no es posible”.
Madre Teresa contestó: “Vamos a rezar”.
Williams y Paul bajaron sus cabezas y terminada la oración Madre Teresa hizo la
misma súplica.
De nuevo Williams le dijo que no era posible.
Madre Teresa dijo una vez más: “Vamos a rezar”.
Williams, exasperado, miró al techo y dijo: “Está bien, está bien. Paul tráeme la
chequera”.
Madre Teresa no se dejó intimidar por las negativas del abogado y salió de la
importante oficina con un cheque.
Madre Teresa, como la viuda del evangelio, persevera en la oración, llama a las
puertas de los jueces y abogados de este mundo y alcanza la justicia que los más
pobres del mundo son merecedores.
NO SE RINDAN. PERSEVEREN
“Así, Moisés, sostuvo en lo alto las manos hasta la puesta del sol”.
“Timoteo, permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado”.
“Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin
desanimarse les propuso esta parábola”.
Me rindo, tiro la toalla, no aguanto más, imposible… montones de expresiones para
manifestar nuestro cansancio e inutilidad, nuestro renunciar a la lucha de la
defensa de nuestras convicciones en la plaza pública y nuestro miedo a proclamar
la fuerza del evangelio de Jesucristo a tiempo y a destiempo.
Sólo los hombres tozudos y perseverantes consiguen grandes metas y realizan sus
sueños.
Tres años necesitó Winston Churchill para aprobar el curso de octavo, no aprobaba
el inglés.
Muchos años más tarde, le pidieron que pronunciara el discurso de comienzo de
curso de la Universidad de Oxford. Su famosa alocución contenía sólo tres palabras:
“Don’t give up”. Nunca os rindáis.
La inconstancia y la impaciencia son las causantes de que nos quedemos pequeños
en lo humano y en lo espiritual.
La viuda del evangelio no se rindió, siguió “fastidiando al juez” y su petición fue
atendida por su persistente oración.
LA PERSEVERANCIA HECHA ORACIÓN
El cristiano es un orante.
En la Iglesia hablamos mucho de oración. El evangelio de Lucas nos recuerda
muchos pasajes en los que nuestro maestro Jesús ora.
Nosotros, los curas, se lo recordamos a los demás, pero la verdad es que somos los
primeros en no creerlo y en no hacerlo.
Rezamos un poco. Oramos menos.
Estamos muy ocupados mejorando nuestras vidas, realizándonos, cambiando el
mundo, trabajando mucho.
Dios mío perdona, pero soy un hombre muy ocupado.
El cristiano y los curas tienen que hablar menos de Dios y hablar más con Dios, es
decir, orar más.
San Benito nos recuerda su lema, válido para todos los tiempos y todos los
creyentes: “ora et labora”. Dos alas, una para volar hacia Dios y la otra para volar
hacia los hermanos.
HACER JUSTICIA
“¿No hará Dios justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?”
Dos mil años después que Jesús prometiera hacer justicia a los que le gritan, los
pobres y oprimidos, no están aún cerca de la justicia y compasión prometidas.
Dios tiene todo el tiempo del mundo, pero los que gritan y pleitean sólo tienen este
hoy.
Hoy, más que nunca, hablamos de crisis económica y social. Cada uno intenta
salvarse a sí mismo y olvidamos a los más necesitados.
A las puertas de celebrar el domingo del Domund recordamos a los misioneros que
hacen justicia sin cámaras te televisión, que ofrecen su presencia liberadora, que
curan, que alimentan y enseñan a tantos pobres de los que nadie se acuerda.
Ellos y otros muchos hacen la justicia de Dios.
Ellos y otros muchos escuchan su clamor y son la cara radiante de Dios.
Ellos y nosotros urgidos a construir un mundo más humano, más justo y más
solidario para que todos los hombres puedan vivir como hombres libres, como hijos
de Dios