¡Ven, Espíritu Santo!
06/01/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 14-22.
En aquel tiempo, con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Iba enseñando en
las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región.
Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su
costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el
volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba
escrito: El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para llevar a los
pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los
ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los
asistentes a la sinagoga estaban fijos en Él. Entonces comenzó a hablar, diciendo:
«Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían
de sus labios.
Oración introductoria
Espíritu Santo, me pongo en tu presencia en esta oración, te ruego me ilumines
para comprender la buena nueva que quieres que propague entre todos los
hombres.
Petición
Señor, creo, espero y te amo, no me dejes que desconfíe de Ti. Tú eres mi fortaleza
y mi gran seguridad.
Meditación
«Según la expresión del profeta Isaías, sobre el Mesías se posará el Espíritu del
Señor. Jesús retoma precisamente esta profecía al inicio de su ministerio público en
la sinagoga de Nazaret: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí –dijo ante el asombro
de los presentes–, porque él me ha ungido’ (…).
El Espíritu Santo sigue actuando con poder en la Iglesia también hoy y sus frutos
 
son abundantes en la medida en que estamos dispuestos a abrirnos a su fuerza
renovadora. Para esto es importante que cada uno de nosotros lo conozca, entre en
relación con Él y se deje guiar por Él. Pero aquí surge naturalmente una pregunta:
¿Quién es para mí el Espíritu Santo? Para muchos cristianos sigue siendo el ‘gran
desconocido’. Pero no basta conocerlo; es necesario acogerlo como guía de
nuestras almas, como el ‘Maestro interior’ que nos introduce en el Misterio
trinitario, porque sólo Él puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día en
plenitud. Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor,
nos hace misioneros de la caridad de Dios» (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI
a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud
2008).
Reflexión apostólica
«Esta santidad se manifiesta en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce
en los fieles. Los miembros del Movimiento han de buscar colaborar con la gracia
de Dios pidiéndola con humildad en la oración, aumentándola o recuperándola por
la recepción fervorosa de los sacramentos, practicando las virtudes cristianas y
ofreciendo desde el inicio de la jornada las actividades del día. Cultiven la amistad
con el Espíritu Santo, siguiendo fielmente sus inspiraciones para realizar la misión
encomendada y cumplir con deberes propias de su estado de vida. Tengan siempre
presente que la práctica de la caridad evangélica en sus pensamientos, palabras y
obras es la esencia del mensaje de Cristo y que sin ella no puede existir la
auténtica santidad cristiana» (Manual del miembro del Regnum Christi, n. 277).
Propósito
El día de hoy estaré atento a las inspiraciones del Espíritu Santo y seguiré todas sus
llamadas fielmente.
Diálogo con Cristo
Ven Espíritu Santo, creo en Ti y te amo de verdad. No permitas que desconfíe de tu
amor, por más dificultades y tropiezos que tenga en mi vida. No temo Señor, Tú
eres mi fortaleza. Confío en que tus dones me lancen a hacer grandes cosas por la
extensión de tu Reino, en mi vida, en mi familia y en la sociedad.
«¡Que el Espíritu Santo no sea el gran desconocido de sus vidas, sino más
bien el Huésped de sus almas, con quien ustedes mantengan una sabrosa y
continua comunicación!» ( Cristo al centro, n. 805).