TERCERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo A
MIERCOLES
a.- Hb.10,11-18: Ha perfeccionado a los que van siendo consagrados.
b.- Mc. 4, 1-20: Salió el sembrador a sembrar.
El evangelio nos presenta la parábola la parábola del sembrador completa, es decir,
las tres partes que la conforman: la narración de la parábola, porqué habla en
parábolas, y la explicación de la primera parte. En esta parábola Jesús primero
valora el anuncio del reino que es la semilla, pero donde el final exitoso está
asegurado, pues la tierra fértil recompensa el aparente fracaso de los otros lugares
donde se sembró. Jesucristo, y más tarde el apóstol, siembran a manos llenas la
palabra de Dios, confiando en el éxito final. El entusiasmo u optimismo escatológico
se refleja, no en lo trabajoso de la siembra sino en las cifras de treinta, sesenta y
ciento por uno. En esta primera parte, el crecimiento y la maduración no son lo más
relevante. En la explicación de la parábola, en cambio, se privilegia lo personal de
la acogida de la palabra y cómo condiciona la productividad para el reno de Dios. Se
trata que la comunidad reflexione acerca de la constancia de su conversión, la
seriedad de su proceso. Como he recibido la palabra de Dios, la semilla, puedo
identificar el tipo de respuesta que doy a la palabra de Dios, según donde cayó la
semilla. El anuncio del reino de Dios es todo un desafío para el creyente, como lo es
la semilla para el terreno donde va caer. Además hay que distinguir los tiempos:
uno es el de la Iglesia, hay que sembrar, otro muy distinto, el de la cosecha, el
reino consumado. La Iglesia no se identifica plenamente con el reino, como
tampoco éste ha llegado a su plenitud entre nosotros, sino que se construye
continuamente. Lo importante es que el reino está llegando cada día, como semilla
caída del cielo en la vida de los hombres y crece con sus dificultades. La plena
manifestación queda para los tiempos finales, lo nuestro es trabajar por el reino de
Dios. De ahí la perenne oración: “Venga a nosotros tu reino”. Jesús ante el deseo y
visión de triunfalismo de los judíos respecto al reino de Dios, prefiere el lento
crecimiento de la semilla, bajo el calor del Espíritu que la lleva hasta la plena
maduración. Este es el tiempo de la Iglesia que siembra y que el Espíritu de Jesús
hace crecer y madurar en todo el mundo espigas doradas de frutos de santidad,
justicia, verdad y amor pacifico y pacificador.
La Santa Madre Teresa buscó luz en el Evangelio, para su vida cristiana y
carmelitana, y tanto fue su afán, que todas sus obras están impregnadas de
sabiduría bíblica. “En la Sagrada Escritura que tratan los letrados, siempre hallan la
verdad del buen espíritu” (V 13,18).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD