Homilía del Santo Padre Juan Pablo II
Misa de medianoche
Apertura del Gran Jubileo del Año 2000
Viernes, 24 de diciembre de 1999
1. "Hodie natus est nobis Salvator mundi" (Salmo resp.)
Desde hace veinte siglos brota del corazón de la Iglesia este anuncio alegre. En
esta Noche Santa el ángel lo repite a nosotros, hombres y mujeres del final de
milenio: " No temáis, pues os anuncio una gran alegría... Os ha nacido hoy, en la
ciudad de David, un salvador " ( Lc 2,10-11). Nos hemos preparado a acoger estas
consoladoras palabras durante el tiempo de Adviento: en ellas se actualiza el
"hoy" de nuestra redención.
En esta hora, el "hoy" resuena con un tono singular: no es sólo el recuerdo del
nacimiento del Redentor, es el comienzo del Gran Jubileo. Nos unimos, pues,
espiritualmente a aquel momento singular de la historia en el cual Dios se hizo
hombre, revistiéndose de nuestra carne.
Sí, el Hijo de Dios, de la misma naturaleza del Padre, Dios de Dios y Luz de Luz,
engendrado eternamente por el Padre, tomó cuerpo de la Virgen y asumió
nuestra naturaleza humana. Nació en el tiempo. Dios entró en la historia humana.
El incomparable "hoy" eterno de Dios se ha hecho presencia en las vicisitudes
cotidianas del hombre.
2. " Hodie natus est nobis Salvator mundi " (cf. Lc 2,10-11).
Nos postramos ante el Hijo de Dios. Nos unimos espiritualmente a la admiración
de María y de José. Adorando a Cristo, nacido en una gruta, asumimos la fe llena
de sorpresa de aquellos pastores; experimentemos su misma admiración y su
misma alegría.
Es difícil no dejarse convencer por la elocuencia de este acontecimiento: nos
quedamos embelesados. Somos testigos de aquel instante del amor que une lo
eterno a la historia: el "hoy" que abre el tiempo del júbilo y de la esperanza,
porque " un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros la señal del principado "
( Is 9,5), como leemos en el texto de Isaías.
Ante el Verbo encarnado ponemos las alegrías y temores, las lágrimas y
esperanzas. Sólo en Cristo, el hombre nuevo, encuentra su verdadera luz el
misterio del ser humano.
Con el apóstol Pablo, meditamos que en Belén "ha aparecido la gracia de Dios,
portadora de salvación para todos los hombres" ( Tt 2,11). Por esta razón, en la
noche de Navidad resuenan cantos de alegría en todos los rincones de la tierra y
en todas las lenguas.
3. Esta noche, ante nuestros ojos se realiza lo que el Evangelio proclama: " Tanto
amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en
él...tenga vida " ( Jn 3,16).
¡Su Hijo unigénito!
¡Tú, Cristo, eres el Hijo unigénito del Dios vivo, venido en la gruta de Belén!
Después de dos mil años vivimos de nuevo este misterio como un acontecimiento
único e irrepetible. Entre tantos hijos de hombres, entre tantos niños venidos al
mundo durante estos siglos, sólo Tú eres el Hijo de Dios: tu nacimiento ha
cambiado, de modo inefable, el curso de los acontecimiento humanos.
Ésta es la verdad que en esta noche la Iglesia quiere transmitir al tercer milenio.
Y todos vosotros, que vendréis después de nosotros, procurad acoger esta
verdad, que ha cambiado totalmente la historia. Desde la noche de Belén, la
humanidad es consciente de que Dios se hizo Hombre: se hizo Hombre para
hacer al hombre partícipe de la naturaleza divina.
4. ¡Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo! En el umbral del tercer milenio, la Iglesia
te saluda, Hijo de Dios, que viniste al mundo para vencer a la muerte. Viniste
para iluminar la vida humana mediante el Evangelio. La Iglesia te saluda y junto
contigo quiere entrar en el tercer milenio. Tú eres nuestra esperanza. Sólo Tú
tienes palabras de vida eterna.
Tú, que viniste al mundo en la noche de Belén, ¡quédate con nosotros!
Tú, que eres el Camino, la Verdad y la Vida, ¡guíanos!
Tú, que viniste del Padre, llévanos hacia Él en el Espíritu Santo, por el camino que
sólo Tú conoces y que nos revelaste para que tuviéramos vida y la tuviéramos en
abundancia.
Tú, Cristo, Hijo del Dios vivo, ¡sé para nosotros la Puerta!
¡Sé para nosotros la verdadera Puerta, simbolizada por aquélla que en esta Noche
hemos abierto solemnemente!
Sé para nosotros la Puerta que nos introduce en el misterio del Padre. ¡Haz que
nadie quede excluido de su abrazo de misericordia y de paz!
" Hodie natus est nobis Salvator mundi ": ¡Cristo es nuestro único Salvador! Éste
es el mensaje de Navidad de 1999: el "hoy" de esta Noche Santa da inicio al Gran
Jubileo.
María, aurora de los nuevos tiempos, quédate junto a nosotros, mientras con
confianza recorremos los primeros pasos del Año Jubilar.
Amén.