Comentario al evangelio del Lunes 24 de Enero del 2011
Queridos hermanos:
Hace dos días se nos narraba cómo Jesús está rodeado de un grupo de seguidores, de entre los cuales
elige Doce con un cometido especial. Frente a aquella pequeña familia espiritual que sigue y rodea a
Jesús, están otros grupos de los que no se habría esperado menos: sus parientes y los dirigentes
religiosos del pueblo. Pero Jesús se lleva la gran decepción: los que estaban preparados desde siempre,
a la hora de la verdad le tienen por un trastornado (parientes) o por un mago que actúa en connivencia
con el demonio (escribas).
Está claro que estos escribas o expertos en la Escritura no pueden negar los signos que Jesús realiza;
entonces no les queda otra salida que buscar una interpretación torcida, malintencionada. En realidad
lo que practican es el pretexto, la autodefensa frente a la llamada de Jesús a la conversión; y lo hacen
descalificándole. Jesús establece con ellos una discusión en parte racional (lo que le dicen es absurdo),
en parte mediante una parábola quizá ya conocida de aquellas gentes.
La impenitencia no tiene excusa. Jesús acentúa la seriedad de su llamada y amenaza a quienes,
consciente y deliberadamente, “se protegen” frente a la acción del Espíritu de Dios. Aquí resuena la
invectiva de Jesús contra los fariseos con motivo de la curación del ciego de nacimiento; los fariseos
preguntan a Jesús si también a ellos los tiene por ciegos, y la respuesta es enérgicamente condenatoria:
“Si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero, como decís que veis, la culpa permanece en vosotros” (Jn
9,41).
Jesús anuncia repetidas veces el perdón ilimitado del Padre; pero ese perdón no aplasta a quien lo
rechace: la salvación no llega a quien deliberada y obcecadamente se sitúa fuera de ella; el que no
quiere ver permanece siempre ciego.
A pesar de todo, en la breve parábola de Jesús brilla la esperanza y la oferta: Él es “el más fuerte” que
ya tiene encadenado al “fuerte”. Por medio de Jesús la salvación se ha puesto en marcha. Los
oprimidos por el mal sólo necesitan dejarse “tocar” por Él.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco cmf