Comentario al evangelio del Miércoles 26 de Enero del 2011
Queridos hermanos:
De esta parábola de la siembra podemos hacer dos lecturas a distinto: una situándonos entre los
oyentes de Jesús; otra en la comunidad cristiana de Marcos, que ya tiene un cierto rodaje.
Jesús parece hablar del sembrador impertérrito inaccesible al desaliento; cuando una
sementera se ha frustrado, realiza otra en condiciones algo diferentes, y así hasta lograr una cosecha
superabundante, insospechada. Jesús anuncia que Dios se dispone a crear un mundo según su proyecto,
a establecer su Reino, y quizá los discípulos sonríen irónicamente: “¡Qué ingenuo es! ¿No se da cuenta
de que…?” Pero Jesús no se echa atrás; sabe que el “sí” de Dios es más fuerte que cualquier “no” de los
hombres. Nadie puede sacar a Jesús de su confianza sin límites en el poder y la bondad del Padre.
Eso sí, él sabe que su mensaje no se capta con la simple audición; son indispensables unos mínimos de
sintonía con él. Con una cita de Isaías. Generalmente no bien traducida en nuestros libros litúrgicos,
afirma Jesús que “a los de fuera”, a quienes no se enrolan en su seguimiento, todo “les resulta un
enigma”; pero a quienes han optado por él las parábolas les manifiestan el misterio del Reino de Dios.
El romance medieval del conde Arnaldos concluía con aquella conocida advertencia:
“Respondióle el marinero, / tal respuesta le fue a dar /: yo no digo esa canción / sino a quien conmigo
va”. Sólo quien ha optado por Jesús dispone de las claves para entender sus acciones y palabras. En
cambio, “los de fuera…..”.
La explicación alegorizante de la parábola -probablemente ya no original de Jesús sino “suplemento”
hermenéutico creado por la catequesis eclesial- responde a la experiencia de rodaje que ya tiene la
comunidad del evangelista: entre la llamada de Jesús y nuestra capacidad auditiva pueden actuar
interferencias que dificulten o incluso imposibiliten la escucha: la “instalación” o dureza, la
superficialidad, el miedo al ridículo o al rechazo, la codicia, etc, pueden acabar ahogando lo que
inicialmente se recibió como verdadero tesoro.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco cmf