Comentario al evangelio del Jueves 27 de Enero del 2011
Queridos hermanos:
El pasaje evangélico de hoy está hecho de “retales”, es decir, enseñanzas de Jesús que inicialmente se
transmitieron aisladas y que el evangelista ha conseguido ensamblar sabiamente.
Ayer se nos decía que los seguidores de Jesús somos privilegiados, ya que a nosotros se nos desvela el
misterio del Reino de Dios, de aquello que a quienes “están fuera” les resulta un puro enigma.
Pero, como sucede siempre en la vida evangélica, el don se convierte en tarea, o implica tarea; los
discípulos de Jesús hemos sido iluminados (¡en el sentido sano del concepto!) y no podemos
guardarnos para nosotros lo recibido. La luz no se destina a quedar escondida debajo de un cubo o de
una cama; se la coloca en un lugar elevado, desde donde ilumine. Quienes hemos tenido la suerte de
vislumbrar por dónde va el proyecto del Padre, no podemos ya permanecer callados: lo nuestro es ser
pregoneros.
Esta llamada causa respeto en la actualidad. Conocemos el ridículo a que con frecuencia se somete al
creyente en la secularizada Europa, y los medios de comunicación nos tienen al tanto de la persecución
de cristianos en Iraq, Egipto y tantos otros lugares. Pero esto no es nuevo. El evangelio de Marcos muy
probablemente se escribió para una comunidad que también era perseguida y rechazada; y ni siquiera
en esa situación se le permitió adoptar la táctica del silencio o del disimulo, sino que se sintió llamada
a proclamar la propia fe en medio de riesgos… Eso sí, el evangelista habla constantemente de un Jesús
que, a través de la ignominia, camina hacia la gloria.
A esta exhortación al testimonio valiente se añaden un par de refranes. Quizá nunca lleguemos a saber
en qué contexto o situación precisa los pronunció Jesús, pero en la redacción evangélica adquieren
ciertamente un significado claro: Dios responderá con creces a lo que nosotros hagamos por su causa
de Dios, con una medida remecida, rebosante. Pero quien no se preocupe por regalar a otros la luz que
a él le fue dada (el conocimiento del misterio del Reino) acabará privado él mismo de ese gran tesoro:
“lo que tiene se le quitará”.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco cmf