Casa abierta
El bautismo nos abre puertas. Comienza por el corazón, no sólo abriéndolo,
sino transformándolo. Y va tocando, sanando, purificando los resquicios
últimos de nuestro ser hasta convertirnos en gente „nueva‟. Ahí está su fuerza,
su radicalidad. Sigue todos los procesos de un nuevo nacimiento.
Pedro entra a la casa de Cornelio. Y se lleva un tremendo susto. Pensaba ir a
convertir y salió convertido, quería dar el Espíritu y lo recibió abierto a todos
los horizontes, quebrando muros, abriendo puertas y ventanas. Ha descubierto
cómo “Dios no hace distinciones de personas”, sino que acepta con mano
abierta a toda la humanidad.
Para Pablo, lo „cristiano‟ tiene su raíz en todo lo que es bueno, recto, justo,
amable…ver un cristiano, una cristiana, alguien marcado y sellado en el
bautismo, es para nosotros/as tarea simple de entrar en la casa del otro, de la
otra sin prejuicios, sin membretes de tipo político, religioso, cultural. El
bautismo rompe las fronteras y abre todas las puertas.
Después del bautismo, nos dice el evangelio, Jesús “pasó haciendo el bien y
curando” todas las dolencias. Tarea nada fácil para quien quiera de verdad
matricularse en esta escuela del discipulado de Jesús. Nuestro tiempo nos
exige coherencia con la Palabra del Maestro, sintonía con el dolor de
humanidad y audacia para transformar la historia. Sólo así abrimos la casa del
futuro.
Cochabamba 09.01.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com