“fueron a predicar, exhortando a la conversión”
Mc 6, 7-13
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
BUSQUEMOS PRIMERO LA PALABRA DEL SEÑOR Y SU ALIMENTO, Y EL
RESTO VENDRÁ POR AÑADIDURA.
Es posible que no nos preguntemos con una frecuencia suficiente cuáles son las
cosas verdaderamente importantes en nuestra vida. Resulta fácil caer en
tópicos, adecuarse a los sondeos televisivos, quedarse en la superficie: es
importante tener un trabajo, una familia unida, la salud... Cambian las
gradaciones, pero éstos son, más o menos, los términos que aparecen en
nuestra escala de valores.
Las lecturas de hoy nos proponen unos parámetros muy diferentes. Los
discípulos de Jesús han abandonado ya el trabajo y la familia para seguirle; pues
bien, ahora les envía también lejos de él, solos por el mundo, a anunciar el
Evangelio. Les impone prescindir de todo lo que a nosotros nos parece
indispensable: ni provisiones, ni alforjas, ni dinero, ni túnica de recambio, sino
sólo sandalias y bastón. Antes de darle disposiciones más precisas a su hijo
Salomón sobre el trato que debe reservar a los enemigos del reino, David le
recomienda la obediencia fiel a los preceptos de la Ley , única condición para el
buen éxito de cualquier proyecto.
A buen seguro, la salud, la familia y el trabajo son cosas importantes. Pero no
son las primeras que debemos buscar: no son la condición para poder seguir los
caminos del Señor; al contrario, son su consecuencia. No digamos: tengo
demasiado trabajo para poder comprometerme en el voluntariado; la familia me
absorbe y no tengo tiempo de orar; mi salud es frágil y no puedo hacer nada por
la Iglesia. Busquemos primero la Palabra del Señor y su alimento, y el resto
vendrá por añadidura.
ORACION
Señor, ayúdame a buscar en primer lugar tu voluntad. Libérame de las
preocupaciones sofocantes de la vida cotidiana. Concédeme la serenidad de los
lirios del campo y de los pajarillos, que no se angustian por su supervivencia.
Hazme generoso, Señor. Haz que piense antes en los otros que en mí mismo.
Concédeme el discernimiento necesario para realizar cada vez elecciones justas.
Señor, me gustaría ser capaz de dar testimonio de ti, de llevar tu Palabra a los
hombres en el mundo en el que vivo. Pero me atosigan las dificultades, tengo
demasiado miedo a no salir bien del envite, soy tímido y me falta seguridad.
Hazme comprender que el éxito no depende de mis capacidades, sino de tu
voluntad.
Concédeme el don de la sencillez, Señor, para que sepa encontrar lo esencial y
no me disperse en mil revuelos de actividades superfluas.