EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la IV Semana del T iempo Ordinario, Ciclo A
Carta a los Hebreos 12,18-19.21-24.
Ustedes, en efecto, no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad,
tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras, que
aquellos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando. Este
espectáculo era tan terrible, que Moisés exclamó: Estoy aterrado y tiemblo. Ustedes,
en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la
Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea
de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a
Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a
la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza, y a la sangre purificadora
que habla más elocuentemente que la de Abel.
Evangelio según San Marcos 6,7-13.
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los
espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón;
ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran
dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el
momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir
de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces
fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y
curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Francisco de Asís (1182-1226), fundador de los Hermanos menores
Primera Regla, §8-9
« No llevéis piezas de oro en la faja »
El Señor ordena en el Evangelio: Guardaos cuidadosamente de todo mal apego;
evitad cuidadosamente las preocupaciones de este mundo y los cuidados materiales
(cf Mt 6,25). Por eso ningún hermano, ya resida en una casa o esté de viaje, bajo
ningún pretexto debe aceptar él mismo ni hacer recoger para sí ninguna pieza de
oro ni moneda pequeña, y esto ni para comprar vestido o libros ni como salario por
algún trabajo, ni bajo ningún pretexto, a no ser en caso de evidente necesidad para
los hermanos enfermos. Porque ni el oro ni las monedas no debemos considerarlos
de mayor utilidad o de más aprecio que las piedras. El diablo se ocupa de cegar a los
que codician dinero o le conceden más valor que a las piedras. Nosotros que lo
hemos dejado todo, no vayamos a perder por tan poca cosa el Reino de los cielos
(Mc 10, 24.28). Si en cualquier parte nos encontramos con alguna moneda o dinero,
no le prestemos mayor atención que al polvo que pisamos con los pies: porque esto
es vanidad de vanidades, y todo es vanidad (Eccl 1,2)...
Todos los hermanos se esforzarán en seguir la humildad y la pobreza de nuestro
Señor Jesucristo... Deben alegrarse cuando se encuentren entre gente de baja
condición y despreciados, entre pobres e inválidos, enfermos y leprosos y mendigos
de las calles. Cuando sea necesario irán a pedir en especies. Que no se
avergüencen: sino que se acuerden de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios
vivo todopoderoso..., que fue pobre y no tuvo cobijo, vivó de limosna él y la
bienaventurada Virgen, y sus discípulos.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”