Comentario al evangelio del Miércoles 02 de Febrero del 2011
Queridos amigos y amigas:
En la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo y según el pasaje evangélico que ofrece la liturgia,
ocupa un papel central la figura de Simeón. En él nos detendremos.
Simeón era uno de tantos judíos que aguardaba la llegada del Salvador y, a pesar de que los años iban
corriendo e se acercaba el final de sus días, no perdía la esperanza. Confiaba en que el Señor iba a
cumplir su promesa. El paso del tiempo, los desengaños de la vida, las dudas,... no habían minado su
confianza en Dios. Por el contrario, alimentaba la esperanza de que Dios iba a manifestarse en su
historia.
Por tres veces se menciona en el relato la presencia y acción del Espíritu Santo en Simeón: “Se guiaba
por el Espíritu… le había comunicado el Espíritu… conducido por el mismo Espíritu…”. Fue un hombre
de Dios, que se dejó conducir y guiar por el Espíritu, atento a sus señales, conocedor de las llamadas al
corazón, persona que supo discernir, que intuyó los lenguajes de Dios. Hoy diríamos hombre de
profunda espiritualidad.
El mensaje profético de Simeón habla de luz: de mirar y de ver. Muchos estaban en el templo cuando
llegaron María y José con el niño. Sólo Simeón fue capaz de reconocer al Niño-Dios. Vivía abierto, a
pesar de sus años, al encuentro con Dios. Esperó, creyó, confió.
En sus palabras se manifiesta el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a su pueblo. Israel ya
podía descansar tranquilo. Su historia (representada en Simeón) no acaba en vano: ha visto al Salvador.
En esa larga peregrinación encuentran sentido y explicación todos los que esperan porque Jesús no es
sólo gloria del pueblo israelita, es el principio de luz y salvación para las gentes.
Las palabras del himno del anciano, hermosas y emotivas, culminan en el destino de sufrimiento:
Como signo de contradicción para Israel y como origen de dolor para María. Se abre un arco de vida y
experiencia que culminará en el Calvario y que se extenderá después hacia la Iglesia.
Cuando Jesús se nos muestra como luz, hay que seguir hacia adelante y aceptarle en el camino de
dolor, decisión y muerte; en ese caminar no irá jamás en solitario, le acompaña la fe de María con el
corazón traspasado por una espada.
Vuestro amigo y hermano,
Juan Carlos cmf
Juan Carlos Martos cmf