Jueves de la 5ª semana: el primer matrimonio de Adán y Eva. El
milagro de Jesús en la curación de la hija de la Cananea, mujer de fe
Génesis 2,18-25: 18 Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre
esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» 19 Y Yahveh Dios formó del
suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó
ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente
tuviese el nombre que el hombre le diera. 20 El hombre puso nombres a
todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo,
mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. 21 Entonces Yahveh
Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le
quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. 22 De la costilla
que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante
el hombre. 23 Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis
huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha
sido tomada.» 24 Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une
a su mujer, y se hacen una sola carne. 25 Estaban ambos desnudos, el
hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.
Salmo 128,1-5: 1 Canción de las subidas. Dichosos todos los que temen a
Yahveh, los que van por sus caminos. 2 Del trabajo de tus manos comerás,
¡dichoso tú, que todo te irá bien! 3 Tu esposa será como parra fecunda en
el secreto de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa. 4
Así será bendito el hombre que teme a Yahveh. 5 ¡Bendígate Yahveh desde
Sión, que veas en ventura a Jerusalén todos los días de tu vida.
Evangelio según San Marcos 7,24-30. En aquel tiempo, Jesús fue a la
región de Tiro. Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero
no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu
impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La
mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio
de su hija. Él le dijo: - «Deja que coman primero los hijos. No está bien
echarles a los perros el pan de los hijos». Pero ella replicó: - «Tienes razón,
Señor: pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que
tiran los niños». Él le contestó: - «Anda vete, que por eso que has dicho, el
demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, se encontró a la niña
echada en la cama; el demonio se había marchado.
Comentario: Después de la creación de Adán, hoy la de Eva. Con un
lenguaje igualmente popular y lleno de encanto. Si ayer eran las manos de
un Dios alfarero las que modelaban al hombre, hoy son las de un cirujano
las que extraen una costilla de Adán y forman a Eva… Pero lo importante es
la tesis que hay en el fondo:
- que Dios es el que ha ideado lo de la compañía y la atracción de los
sexos y el amor; que él es quien ha dicho que «no está bien que el hombre
esté solo: voy a hacerle alguien como él que le ayude»;
- después de pasar revista a todos los animales y aves, Adán «no
encontraba ninguno como él que le ayudase»;
- mientras que quedó entusiasmado cuando se le presentó la mujer:
esta sí es igual a él, de la misma naturaleza que él, «hueso de mis huesos y
carne de mi carne»; la mujer tiene el mismo origen que el hombre: las
manos creadoras de Dios;
- es lo que se expresa con el juego de nombres (juego que sólo tiene
validez en el original, claro): si el hombre se llamó «ish», la mujer es
«isha»; como si dijéramos «varón» y «varona";
- los dos están destinados en el plan de Dios a unirse y ser «una sola
carne» y a engendrar vida nueva, el mayor milagro que puede pasar en la
creación y la mejor manera de colaborar con el Dios de la vida y del amor.
b) Esta página está escrita no precisamente en tiempos de
reivindicaciones feministas. Por eso tiene más mérito que se nos diga ya
desde el primer libro de la Biblia que el plan de Dios es la igualdad entre el
hombre y la mujer y que ambos están pensados como complementarios el
uno del otro. Que el amor es un invento de Dios. Que todo amor que pueda
haber entre nosotros es participación del amor sin medida que nos tiene
Dios. Luego se nos dirá, en el NT, algo todavía más profundo y decisivo:
que Dios es Amor.
Es una buena presentación, popular pero profunda, de la dualidad de
sexos y de la finalidad comunicativa de la pareja humana. Al aparecer la
mujer, el «yo>, de Adán ya tiene un «tú» igual a él y así se podrá cumplir
el plan de Dios sobre la dignidad, la igualdad y el destino de la raza
humana. Estamos hechos para comunicarnos. La idea inicial de que formen
«una sola carne», en la vida matrimonial, la ve san Pablo, ya desde la
perspectiva cristiana, como un misterio que refleja la unión íntima entre
Cristo y la Iglesia. Lo humano se compagina perfectamente con lo cristiano
y adquiere en Cristo su pleno sentido.
2. Tal vez no nos gusta el trasfondo social que refleja el salmo, pero
sí ciertamente podemos aceptar su intención: «Tu mujer como parra
fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevos de olivo, alrededor
de tu mesa; esta es la bendición del hombre que teme al Señor». Una
familia unida, armónica, abierta al amor y a la vida, sean cuales sean las
circunstancias sociales de convivencia y de trabajo, es la que responde al
plan de Dios.
La página de hoy, siempre a través de imágenes ingeniosas, nos
sugerirá toda una «sabiduría» sobre la pareja y la sexualidad. -No es bueno
que el hombre esté solo. Voy a darle una ayuda adecuada. Las filosofías y
las sociologías no llegarán nunca al fondo de esa afirmación: el hombre es
un «ser relacional»... su personalidad misma no se construye más que a
partir del «otro», de la «sociedad», del grupo, del ambiente, del clan, de la
familia. Es prácticamente imposible vivir solo. La soledad es un sufrimiento.
Ante todo la pareja debería ser: un lugar de comunicación, de diálogo... el
primer lugar de encuentro con «el otro», diferente de sí. Pero este otro,
este frente a frente, diferente de uno es también "uno como yo" en una
igualdad profunda.
-El hombre puso nombre a todos los animales. Gesto de posesión, de
dominio: importancia del lenguaje. Primer esbozo de la ciencia, que analiza,
mide, compara y da nombre a todo. - Mas para él, no encontró una ayuda
adecuada. Que no nos engañe la aparente ingenuidad de ese relato del
sabio. En medio de un mundo que no cesa de despreciar a la «mujer», el
relator afirmará fuertemente que la mujer, aunque diferente, es la igual al
hombre. El Señor Dios hizo caer al hombre en un sueño profundo, le sacó
una de sus costillas, formó de ella una mujer y la llevó ante el hombre. Este
dijo entonces: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi
carne. Será llamada «mujer" -ishshah en hebreo. Hay ahí un "juego de
palabras" que no deja de tener gracia: «hombre» es «ish» y «mujer» es
«ishshah»... es sencillamente ¡la forma femenina del término hombre! Todo
ello pone de relieve la similitud de los dos seres complementarios.
¿Podemos ahora adivinar el otro «guiño» de ese texto? El hombre había
sido sacado de la «tierra», ¡era una obra tosca!
La mujer es más delicada, es como un sutil refinamiento de la carne
del varón. Una cierta superioridad del material de origen. Y... vayamos más
lejos. La atracción de los seres, tan vehemente, tan misteriosa es
presentada por el sabio como el deseo de reunir lo que procede del mismo
origen.
-Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su
mujer y los dos serán uno solo. ¡Uno solo! Es el deseo de todo amor: no
formar más que uno ¡si esto fuera verdad! Qué difícil es, parece decirnos el
sabio. Pero es posible, porque uno procede del otro y porque habéis sido
creados para no «formar más que uno». La vida sexual, lejos de ser un
tabú, una prohibición, algo vergonzoso, es presentado aquí como una
creación de Dios. La inclinación del varón por la mujer y de ésta por el
varón, son queridos por Dios. La vida conyugal es una realidad tan fuerte y
tan natural que llega a romper el primer vínculo, el de hijo con sus padres,
para crear otro, más importante que los del parentesco: «el hombre dejará
a su padre y a su madre». De ahí sacará Jesús la conclusión de que el amor
ha de ser fiel: «no separe el hombre lo que Dios ha unido». -Estaban ambos
desnudos y no se avergonzaban uno del otro . Inocencia, bondad radical de
la sexualidad. Lección esencial para ser recibida hoy como ayer (Noel
Quesson).
3.- Mc 7, 24-30 (paralelo: Mt 15, 21-28: Miércoles de la 18ª
Semana). La mujer que protagoniza esta escena no es judía, lo que le da un
sentido muy particular al gesto de Jesús. La buena mujer se le acerca con
fe, para pedirle la curación de su hija, que está poseída por el demonio.
Jesús pone a prueba esta fe, con palabras que a nosotros nos pueden
parecer duras (los judíos serían los hijos, mientras que los paganos son
comparados a los perritos), pero que a la mujer no parecen desanimarla. A
Jesús le gusta su respuesta sobre los perritos que también comen las
migajas de la casa y le concede lo que pide. Lo que puede la súplica de una
madre. La de esta mujer la podemos considerar un modelo de oración
humilde y confiada.
A los contemporáneos de Jesús el episodio les muestra claramente
que la salvación mesiánica no es exclusiva del pueblo judío, sino que
también los extranjeros pueden ser admitidos a ella, si tienen fe. No es la
raza lo que cuenta, sino la disposición de cada persona ante la salvación
que Dios ofrece.
Lo que Jesús dice de que primero son los hijos de la casa es
razonable: la promesa mesiánica es ante todo para el pueblo de Israel.
También Pablo, cuando iba de ciudad en ciudad, primero acudía a la
sinagoga a anunciar la buena nueva a los judíos. Sólo después pasaba a los
paganos.
Para nosotros también es una lección de universalismo. No tenemos
monopolio de Dios, ni de la gracia, ni de la salvación. También los que nos
parecen alejados o marginados pueden tener fe y recibir el don de Dios.
Esto nos tendría que poner sobre aviso: tenemos que saber acoger a los
extraños, a los que no piensan como nosotros, a los que no pertenecen a
nuestro círculo.
Igual que la primera comunidad apostólica tuvieron sus dudas sobre
la apertura a los paganos, a pesar de estos ejemplos diáfanos por parte de
Jesús, también nosotros a veces tenemos la mente o el corazón pequeños,
y nos encerramos en nuestros puntos de vista, cuando no en nuestros
privilegios y tradiciones, para negar a otros el pan y la sal, para no
reconocer que también otros pueden tener una parte de razón y sabiduría.
Deberíamos corregir nuestra pequeñez de corazón en el ámbito
familiar (por ejemplo en las relaciones de los jóvenes con los mayores), en
el trato social (los de otra cultura y lengua), en el terreno religioso (sin
discriminaciones de ningún tipo). «Anunció la salvación a los pobres, la
liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo» (Plegaria eucarística
IV) (J. Aldazábal).
-Jesús se fue hacia los confines de Tiro. Entró en una casa, no
queriendo ser de nadie conocido; pero no le fue posible ocultarse... Jesús
no busca las acciones brillantes. Siempre el secreto mesiánico. La obra de
Dios es una labor escondida, que no hace ruido... ni busca hacerlo.
Partiendo de esto, yo me pregunto: ¿Deseo con avidez manifestaciones
espectaculares de Dios, de la Iglesia? ¿Acepto francamente la humildad de
Dios? ¿Busco acaso sobresalir, ocupar los primeros puestos?
-Una mujer cuya hijita tenía un espíritu impuro, entró y se postró a
sus pies. La expresión "espíritu impuro" se encuentra 23 veces en el Nuevo
Testamento. ¡Cuántas madres en el mundo entero, tienen preocupaciones
acerca de sus hijos, rezan y confían su preocupación a Jesús!
-Esta mujer era pagana, Sirofenicia de origen. Marcos lo subraya.
Cuando Marcos redacta su evangelio, en Roma, en pleno núcleo del
paganismo, este detalle tiene su importancia. Quiere mostrarnos que Jesús
es efectivamente el fundador de la "misión a los paganos o gentiles". Jesús,
de hecho, salió de su país para ir a Tiro, en Siria. ¿Tengo yo, siguiendo a
Jesús, un corazón misionero? La Iglesia no puede limitarse a mantener en la
Fe a los que ya conocen al Evangelio. El Decreto sobre la actividad
misionera de la Iglesia comienza así: "Enviada por Dios a las gentes para
ser "el sacramento universal de la salvación obedeciendo el mandato de su
Fundador (Mc 16, 16), por exigencias íntimas de su catolicidad se esfuerza
en anunciar el Evangelio a todos los hombres". ¿Tengo un corazón
universal? "Católico" es una palabra griega que significa "universal". Dios
ama a todos los hombres. Dios quiere la salvación de todos. Y yo, ¿qué
hago para ello?
-Jesús le dijo: "Deja primero hartarse a los hijos, pues no está bien
tomar el pan de los hijos y echarlo a los cachorrillos". Ella replicó: "Sí,
Señor, pero los cachorrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los
hijos." Todo el interés de este episodio está en habernos conservado esta
frase. Jesús, ante la suplica de una mujer pagana, acepta que el pan de los
hijos, -reservado a los judíos- sea participado también por los "cachorrillos"
-es decir por los paganos. Esto adquiere toda su importancia si recordamos
que el gran debate de la Iglesia primitiva fue precisamente este problema
de la incorporación de los paganos. Jesús deja claramente entender que el
pan del que quiere saciar a las gentes, si bien ha sido destinado primero a
Israel, será un día participado por todos.
-Díjole entonces Jesús: "Por eso que has dicho, vete, que ya el
demonio salió de tu hija". Y habiendo vuelto a su casa habló a la niña,
acostada en la cama y libre ya del demonio. A través de estas palabras
penetró mejor en la conciencia que tenía Jesús de su papel: no es tan sólo
el mesías esperado por Israel, sino el salvador que todos los hombres,
todos los pueblos esperan en la oscuridad. Es aquél que puede liberar a
todas las razas de sus malos demonios. Es aquél que en todo hombre puede
liberar "lo mejor de sí mismo". Señor, libéranos de nuestros demonios, de
todas las fuerzas que nos dominan (Noel Quesson).
Es sorprendente la facilidad con la que nos damos por vencidos; con
que razn decía Nuestro Seor que “el Reino sufre violencia y los aguerridos
lo arrebata”. Para la mujer, que ante todo cree en el poder de Jesús, no
acepta tan fácilmente su negación. Al contrario, la usa para persuadirlo.
Jesús compara la mujer con un perrito (cosa en el lenguaje de los judíos de
corte usual en el trato con los no judíos a quienes llamaban “Goyim” que
significa perro o apartado de Dios); la mujer, en lugar de sentirse ofendida,
reconoce lo que es, no se quiere poner por encima de lo que le está
diciendo Jesús, pero usa sus mismas palabras para arrebatarle el milagro.
Si Señor, dices bien, si soy un perrito, pero déjame comer de las migajas
que los niños tiran. Mientras que los judíos despreciaban la gracia de Jesús
ella se conforma con las migajas. Cuánta enseñanza en un pasaje. Por un
lado no desperdiciemos la gracia que Dios nos ha dado en nuestro bautismo
y al tener como Dios a Jesús. Por otro lado no nos demos por vencidos en
nuestras peticiones. No sabemos qué nos dará pero de seguro no nos
dejará marcharnos con las manos vacías, sobre todo si somos capaces de
reconocer con humildad lo que somos: Unos pobres pecadores (Ernesto
María).
Estamos por Tiro y Sidón (3,8). Contra la costumbre judía de no pisar
territorio pagano (impuro), Jesús lleva a la práctica la universalidad de su
mensaje.
v. 24b Se alojó en una casa, no queriendo que nadie se enterase,
pero no pudo pasar inadvertido. Alojarse en una casa, con una familia del
lugar, sin especificar religión ni raza, fue una instrucción que dio Jesús a los
Doce (6,8). Se rompe el tabú judío de la impureza de los demás pueblos…
hay que preparar el terreno para la difusión del mensaje, trabajando en
primer lugar por la humanización progresiva de esa sociedad. Este sería el
objetivo primario de la misión. Mientras la relación entre los hombres no
tenga un mínimo de humanidad y los individuos no alcancen en alguna
medida el nivel de personas, no se puede proponer el mensaje. El
evangelista lo expone narrativamente en el encuentro que se describe a
continuación.
vv. 25-26 Una mujer que había oído hablar de el, y cuya hijita tenía
un espíritu inmundo, llegó en seguida y se echó a sus pies. La mujer era
una griega, siro fenicia de origen, y le rogaba que echase el demonio de su
hija. La sociedad pagana, antes considerada desde el punto de vista de los
esclavos en rebelión (5,2-20: geraseno), está ahora representada por una
madre y su hija. Este binomio está en paralelo con el de Jairo y su hija (cf.
5,23 y 7,25: hijita; 5,35 y 7,25.29: su/tu hija; 5,39ss y 7,30: la chiquilla),
que en forma figurada describía la situación extrema en que se encontra ba
el pueblo sometido a la institución religiosa judía. La madre es una griega,
es decir, pertenece a la clase privilegiada, a la ciudadanía libre, aunque ella
misma fuera de origen indígena (sirofenicia); representa la clase
dominante. La hija, figura de la clase dominada, está infantilizada (25:
hijita; 30: chiquilla) y tiene un espíritu inmundo (cf 5,2), un demonio
(26.29.30, cf 5,15), es decir, está alienada por un espíritu de odio que la
lleva a la autodestrucción; no se resigna a su condición, pero su falta de
desarrollo humano (infantilismo), efecto de la opresión, la priva de toda
iniciativa. La madre reconoce la superioridad y poder de Jesús (se echó a
sus pies), mostrando al mismo tiempo la gravedad de su problema. La
situación de su hija le resulta insostenible. Quiere que Jesús la libere del
espíritu inmundo, de su actitud de odio, de la que ella, sin embargo, no se
reconoce responsable…
v. 27 El le dijo: «Deja que primero se sacien los hijos, porque no está
bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros». La respuesta de
Jesús sorprende por su tono despectivo, pero replica a la mujer de ese
modo para hacerle comprender lo que ella hace dentro de su sociedad. Si
los judíos, que se consideran privilegiados como pueblo, llaman perros a los
paganos, ella, la clase social privilegiada, quizá trata como perros a los
oprimidos que dependen de ella...
v. 28 Reaccionó ella diciendo: «Señor, también los perros debajo de
la mesa comen de las migajas que dejan caer los chiquillos». Al oír la frase
despectiva, la mujer no se marcha. Comprende el reproche y responde
reconociendo para los despreciados al menos un mínimo derecho humano,
el derecho a la supervivencia, a la vida. No hay que esperar, como decía
Jesús, a que se sacien los hijos, pueden comer al mismo tiempo los perros,
aunque sean las migajas. ¿Da así un primer paso para disminuir la distancia
social? No sabemos las lecturas que podría tener ese diálogo para la mujer…
vv. 29-30 El le dijo: «En vista de lo que has dicho, márchate: el
demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa encontró a la chiquilla
tirada en la cama y que el demonio ya había salido. Jesús la despide
(márchate): ha hecho el mínimo indispensable, si por ejemplo fuera cierto
que ella era algo altiva y que ahora ha aprendido a ser humilde,
reconociendo que debe compartir en cierta medida con la los humildes. Por
este mismo hecho queda liberada la chiquilla, denominación que indica
minoría de edad, pero no ya dependencia ni posesión («mi hija»). Aunque
sigue siendo menor, el término chiquilla ha designado a los que comen a la
mesa y dejan caer las migajas (28); de este modo el evangelista, al
designar a la gente sencilla con un término que expresa su igualdad con la
clase dirigente, propone el ideal que hay que alcanzar.
Parece que no fuera Jesús quien expulsa al demonio, que sale por el
cambio de actitud de la «madre». En cuanto ésta acepta con humildad ese
diálogo que no conocemos, pero que hemos supuesto aquí que es tomar
conciencia de la injusticia que practica, empieza a desaparecer el obstáculo;
pero «la chiquilla» aún no tiene vitalidad (tirada en la cama, sin fuerzas);
sólo el encuentro con Jesús podría dársela (5,41s). Jesús no habla a los
paganos de la Ley judía ni de normas a las que tengan que atenerse. Es la
renuncia a la injusticia de su sociedad la que les abre la posibilidad de
acceder al reinado de Dios y formar parte de la nueva comunidad universal.
Quizá no haya nada de esta cosa social o de conversión en el corazón
de la cananea, lo cierto es que lo grandioso del relato evangélico es la
forma como una mujer pagana es colocada como modelo de fe, pero
modelo de fe así como Israel entendió la fe en su sentido más genuino y
original. Ella se abandona en los brazos de aquél que viene de parte de Dios
y se declara sin fuerza y limitada humanamente. Declara en su expresión
que sin su ayuda, sin su poder, sería imposible llegar a humanizarse ella y
su pequeña hija que se encuentra dominada por la enfermedad.
La dignidad e igualdad de la mujer aparece en la misma respuesta
que la mujer le da a Jesús, que es también una crítica a la desvalorización
que el judío hacía de otras culturas. Ella habla del perrito, dulcificando la
palabra perro, expresión judía para nombrar a los pueblos de la gentilidad.
Jesús, con este milagro, entra a combatir el alma social judía ya que
en el fondo de esta alma está el peso acumulado de la opresión femenina:
un ser inferior, sin plenos derechos, impura por su condición sexual. Ella era
una cananea, una extranjera. La mujer no se deja amedrentar frente a un
judío. Ella, a Jesús, le habla con claridad y es la claridad de su palabra la
que hace que Jesús actúe frente a ella con libertad y la libere de la opresión
en la que vive; por eso el milagro ocurrió y su hija fue sanada a distancia.
La Iglesia también tiene que entrar a respetar las múltiples
expresiones culturales que existen en nuestro mundo. Tenemos, como
Iglesia, que dejar de ser tan colonialistas y respetar el legado cultural y
ancestral que los otros pueblos tienen. Hay que mirar a los otros pueblos
con respeto y con admiración para hacer de este mundo una casa donde
todos quepamos. También tenemos que comenzar a ver a la mujer con ojos
adultos, y asimilar una Iglesia donde ella adquiera responsabilidad eclesial.
¿Hasta cuándo seguirá la subvaloración femenina en el seno del
catolicismo? ¿En qué podemos ayudar nosotros a superar este error
histórico frente a la mujer? (Juan Mateos).
Hoy se nos muestra la fe de una mujer que no pertenecía al pueblo
elegido, pero que tenía la confianza en que Jesús podía curar a su hija. En
efecto, aquella madre «era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba
que expulsara de su hija al demonio» (Mc 7,26). El dolor y el amor le llevan
a pedir con insistencia, sin tener en cuenta ni desprecios, ni retrasos, ni
indignidad. Y consigue lo que pide, pues «volvió a su casa y encontró que la
niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido» (Mc 7,30).
San Agustín decía que muchos no consiguen lo que piden pues son
«aut mali, aut male, aut mala». O son malos y lo primero que tendrían que
pedir es ser buenos; o piden malamente, sin insistencia, en lugar de hacerlo
con paciencia, con humildad, con fe y por amor; o piden malas cosas que si
se recibiesen harían daño al alma o al cuerpo o a los demás. Hay que
esforzarse, pues, por pedir bien. La mujer sirofenicia es buena madre, pide
algo bueno («que expulsara de su hija al demonio») y pide bien («vino y se
postró a sus pies»).
El Señor nos mueve a usar perseverantemente la oración de petición.
Ciertamente, existen otros tipos de plegaria la adoración, la expiación, la
oración de agradecimiento, pero Jesús insiste en que nosotros
frecuentemos mucho la oración de petición.
¿Por qué? Muchos podrían ser los motivos: porque necesitamos la
ayuda de Dios para alcanzar nuestro fin; porque expresa esperanza y amor;
porque es un clamor de fe. Pero existe uno que quizá sea poco tenido en
cuenta: Dios quiere que las cosas sean un poco como nosotros queremos.
De este modo, nuestra petición que es un acto libre unida a la libertad
omnipotente de Dios, hace que el mundo sea como Dios quiere y algo como
nosotros queremos. ¡Es maravilloso el poder de la oración! (Enric Cases
Martín).
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), obispo de Antioquia y
Constantinopla, doctor de la Iglesia, en su Homilía “Que Cristo sea
anunciado” (12-13; PG 51, 319-320) habla de la “La oracin humilde e
insistente” y dice: “Una mujer cananea se acerca a Jesús suplicándole a
grandes gritos que curase a su hija, poseída de un demonio... Esta mujer,
una extranjera, una bárbara, sin relación alguna con el pueblo judío ¿no era
como una perra, indigna de alcanzar lo que ella pedía? “No está bien tomar
el pan de los hijos para echárselo a los perrillos.” (Mt 15,26) Sin embargo,
la perseverancia de la mujer le ha valido ser escuchada. Aquella, que no era
sino una perrilla, Jesús la levanta a la nobleza de los hijos de la casa. Más
aún, la colma de alabanzas. Le dice al despedirla: “¡Mujer, qué grande es tu
fe! Que te suceda lo que pides.” (Mt 15,28) Cuando se oye a Cristo decir:
“Tu fe es grande” no hace falta buscar otras pruebas para ver la grandeza
de alma de esta mujer. Ha salido de su indignidad por la perseverancia en
la petición. Observa también que alcanzamos del Señor más por nuestra
propia oracin que por la de los otros”.
Pocas veces en el Evangelio escuchamos respuestas en las que Jesús
aplace algo que le piden de corazón (no esas peticiones de los escribas y los
fariseos para ponerlo a prueba, sino de personas que ponen en Él su
confianza). Hoy es una de ellas. Otras ocasiones en que parece que Jesús
se niega a escuchar a los que le piden algo: en las bodas de Caná a su
madre santísima y cuando le avisan de que su amigo Lázaro está enfermo y
se muere. En todas ellas el Señor se sobrepasa en generosidad cuando ve la
fe probada como oro en crisol. Llucià Pou Sabaté, con textos de
mercaba.org