EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la V Semana del Tiempo Ordinario A
Libro de Génesis 3,9-24.
Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?". "Oí tus pasos por el
jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí". El
replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo
te prohibí?". El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y
yo comí de él". El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La
mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí". Y el Señor Dios dijo a la
serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos
y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás
polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje
y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón". Y el Señor Dios dijo a
la mujer: "Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con
dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará". Y dijo al hombre: "Porque
hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo
por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. El te
producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo. Ganarás el pan con el
sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque
eres polvo y al polvo volverás!". El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser
ella la madre de todos los vivientes. El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas
túnicas de pieles y los vistió. Después el Señor Dios dijo: "El hombre ha llegado a
ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que
ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para
siempre". Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la
tierra de la que había sido sacado. Y después de expulsar al hombre, puso al oriente
del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para
custodiar el acceso al árbol de la vida.
Evangelio según San Marcos 8,1-10.
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer,
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres
días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas,
van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos". Los discípulos le
preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de
comer?". El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete".
Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete
panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los
distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos
pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que
también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete
canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los
despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de
Dalmanuta.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán, doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Lucas, VI, 73-88
«Si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino»
Señor Jesús, sé muy bien que no quieres dejar en ayunas a esas gentes aquí
conmigo, sino alimentarles con el pan que les distribuyas; así, fortificados con tu
alimento, no temerán desfallecer de hambre. Sé muy bien que tampoco a nosotros
nos quieres enviar en ayunas... Tú lo has dicho: no quieres que desfallezcan por el
camino, es decir, que desfallezcan a lo largo del camino de esta vida, antes de llegar
al término de la ruta, antes de llegar al Padre y comprender que tú vienes del
Padre...
El Señor tiene compasión, a fin de que nadie desfallezca por el camino... Igual
que hace llover sobre justos e injustos (Mt 5,45), nutre tanto a los justos como a los
injustos. ¿No es, acaso, gracias a la fuerza del alimento recibido que el profeta Elías,
desfallecido en el camino, pudo caminar cuarenta días? (1R 19,8). Este alimento se
lo dio un ángel; pero a vosotros es el mismo Cristo quien os alimenta. Si conserváis
el alimento así recibido, seréis capaces de caminar no cuarenta días y cuarenta
noches..., sino durante cuarenta años, desde la salida de vuestros confines de
Egipto hasta vuestra llegada a la tierra de la abundancia, la tierra que mana leche y
miel (Ex 3,8)...
Cristo comparte los víveres, y quiere, sin duda alguna, dar a todos. No rechaza a
nadie sino que provee a todos. Sin embargo, cuando parte los panes y los da a sus
discípulos, si no tendéis la mano para recibir vuestro alimento, vais a desfallecer
durante el camino... Este pan que parte Jesús, es el misterio de la palabra de Dios:
cuando se distribuye, aumenta. Tan sólo con unas pocas palabras Jesús ha dado a
todos los pueblos un alimento superabundante. Nos ha dado sus palabras como
panes, y mientras los saboreamos, se multiplican más en nuestra boca... Mientras
las multitudes comen, siguen aumentando los pedazos de pan de tal manera que,
los restos, al final, son muchos más que los panes compartidos.
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