JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 2 de enero de 2005
1. En este primer domingo del nuevo año resuena nuevamente en la liturgia el
evangelio del día de Navidad: "El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros"
(
Jn
1, 14).
El Verbo de Dios es la Sabiduría eterna, que actúa en el cosmos y en la historia;
Sabiduría que en el misterio de la Encarnación se reveló plenamente, para
instaurar un reino de vida, de amor y de paz.
2. La fe también nos enseña que, incluso en las pruebas más difíciles y
dolorosas, como la calamidad que devastó en los días pasados el sureste
asiático,
Dios no nos abandona jamás
: en el misterio de la Navidad ha venido a
compartir nuestra existencia.
El Niño de Belén es el mismo que, en la víspera de su muerte redentora, nos
dejará el mandamiento de amarnos unos a otros como él nos ha amado (cf.
Jn
13, 34). En el cumplimiento concreto de este mandamiento "suyo" él nos hace
sentir su presencia.
3.
Este mensaje evangélico da fundamento a la esperanza
de un mundo mejor, a
condición de que caminemos en "su" amor. Que, al inicio de un nuevo año, la
Madre del Señor nos ayude a hacer nuestro
este programa de vida
.
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