EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 8,14-21.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la
barca. Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura
de los fariseos y de la levadura de Herodes". Ellos discutían entre sí, porque no
habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque
no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente
enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas
canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil
personas?". Ellos le respondieron: "Doce". "Y cuando repartí siete panes entre cuatro
mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?". Ellos le respondieron:
"Siete". Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Subida del Monte Carmelo, II, 3
«¿Todavía no veis? ¿No acabáis de entender?
La fe dicen los teólogos que es un hábito del alma cierto y oscuro. Y la razón de
ser hábito oscuro es porque hace creer verdades reveladas por el mismo Dios, las
cuales son sobre toda luz natural y exceden todo humano entendimiento sin alguna
proporción. De aquí es que, para el alma, esta excesiva luz que se le da de fe le es
oscura tiniebla, porque lo más priva (y vence) lo menos, así como la luz del sol priva
otras cualesquieras luces, de manera que no parezcan luces cuando ella luce, y
vence nuestra potencia visiva, de manera que antes la ciega y priva de la vista que
se le da, por cuanto su luz es muy desproporcionada y excesiva a la potencia visiva.
Así, la luz de la fe, por su grande exceso, oprime y vence la del entendimiento...
Por otro ejemplo... Si a uno que nació ciego, el cual nunca vio color alguno, le
estuviesen diciendo cómo es el color blanco o el amarillo, aunque más le dijesen, no
entendería más así que así, porque nunca vio los tales colores ni sus semejanzas,
para poder juzgar de ellos; solamente se le quedaría el nombre de ellos, porque
aquello púdolo percibir con el oído; mas la forma y figura no, porque nunca la
vio.... De esta manera es la fe para con el alma, que nos dice cosas que nunca
vimos ni entendimos en sí ni en sus semejanzas, pues no la tienen. Y así, de ella no
tenemos luz de ciencia natural, pues a ningún sentido es proporcionado lo que nos
dice; pero sabémoslo por el oído, creyendo lo que nos enseña, sujetando y cegando
nuestra luz natural. Porque, como dice San Pablo (Rm. 10, 17 ), «fides ex auditu»,
como si dijera: la fe no es ciencia que entra por ningún sentido, sino sólo es
consentimiento del alma de lo que entra por el oído... Luego claro está que la fe es
noche oscura para el alma, y de esta manera la da luz; y cuanto más la oscurece
más luz la da de sí, porque cegando la (da) luz, según este dicho de Isaías (7,9).
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