MISA DE BEATIFICACIÓN DE SEIS SIERVOS DE DIOS
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Plaza de San Pedro, domingo 14 de abril de 2002
1. "Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos" ( Lc 24, 15). Jesús,
como acabamos de escuchar en la página evangélica de hoy, se convierte en
viandante, acompañando a los dos discípulos que se dirigían a la aldea de
Emaús. Les explica el sentido de las Escrituras y después, al llegar a su destino,
parte el pan con ellos, precisamente como había hecho con los Apóstoles la
noche anterior a su muerte en la cruz. En ese momento, a los discípulos se les
abren los ojos, y lo reconocen (cf. Lc 24, 31).
La experiencia pascual de Emaús se renueva continuamente en la Iglesia.
Podemos contemplar un admirable ejemplo de esa experiencia también en la
existencia de quienes hoy tengo la alegría de elevar a la gloria de los altares:
Cayetano Errico, Ludovico Pavoni y Luis Variara, presbíteros; María del Tránsito
de Jesús Sacramentado, virgen; Artémides Zatti, religioso; y María Romero
Meneses, virgen.
Como los discípulos de Emaús, estos nuevos beatos supieron reconocer la
presencia viva del Señor en la Iglesia y, venciendo dificultades y miedos,
llegaron a ser sus testigos entusiastas y valientes ante el mundo.
2. "Os rescataron no con bienes efímeros... sino a precio de la sangre de Cristo"
( 1 P 1, 18-19). Estas palabras, tomadas de la segunda lectura, nos hacen pensar
en el beato Cayetano Errico , presbítero y fundador de la congregación de los
Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
En una época marcada por profundos cambios políticos y sociales, frente al
rigorismo espiritual de los jansenistas, Cayetano Errico anuncia la grandeza de la
misericordia de Dios, que siempre invita a la conversión a los que viven bajo el
dominio del mal y del pecado. El nuevo beato, verdadero mártir del
confesonario, pasaba en él jornadas enteras, gastando lo mejor de sus energías
en la acogida y la escucha de los penitentes. Con su ejemplo nos estimula a
redescubrir el valor y la importancia del sacramento de la penitencia, donde Dios
derrama generosamente su perdón y muestra su ternura de Padre hacia sus
hijos más débiles.
"Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos" ( Hch 2, 31). Esta
íntima certeza, transformada en fe ardiente e indómita, guió la experiencia
espiritual y sacerdotal de Ludovico Pavoni, presbítero, fundador de la
congregación de los Hijos de María Inmaculada.
Dotado de un espíritu particularmente sensible, se entregó totalmente a la
asistencia de los jóvenes pobres y abandonados, y especialmente de los
sordomudos. Su actividad abarcó diversos campos, desde la educación hasta el
sector editorial, con originales intuiciones apostólicas e intrépidas acciones
innovadoras. Toda su obra estaba arraigada en una sólida espiritualidad. Nos
exhorta con su testimonio a confiar en Jesús y a sumergirnos cada vez más en el
misterio de su amor.
3. "Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se
refería a él en toda la Escritura" ( Lc 24, 27). En estas palabras del evangelio de
hoy, Jesús se manifiesta como compañero en el camino de la vida del hombre y
Maestro paciente que sabe modelar el corazón e iluminar la mente para que
comprenda el designio de Dios. Tras su encuentro con él, los discípulos de
Emaús, superado el abatimiento y la confusión, volvieron por su pie a la naciente
comunidad cristiana para anunciarles la alegre noticia de haber visto al Señor
resucitado.
Esta espiritualidad une a tres de los nuevos beatos que buscaron la santidad a la
sombra de don Bosco y de la tradición salesiana. La elevación a los altares de
don Luis Variara, del señor Artémides Zatti y de sor María Romero es un gran
gozo para esa familia religiosa.
4. De Italia, y precisamente de la diócesis de Asti, llegó a Colombia el
salesiano padre Luis Variara , seguidor fiel de Jesús misericordioso y cercano a
los abatidos. Desde el primer momento dedicó su energía juvenil y la riqueza de
sus dones al servicio de los leprosos. Primer salesiano ordenado sacerdote en
Colombia, logró reunir en torno a sí un grupo de muchachas consagradas,
algunas de ellas incluso leprosas o hijas de leprosos y por ello no aceptadas en
los institutos religiosos. Con el tiempo este grupo se ha convertido en la
congregación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María,
floreciente instituto hoy presente en diversos países.
Artémides Zatti, coadjutor salesiano, salió con su familia de la diócesis de Reggio
Emilia en busca de una vida mejor en la Argentina, la tierra soñada por don
Bosco. Allí descubrió su vocación salesiana, que se concretó en un servicio
apasionado, competente y lleno de amor a los enfermos. Sus casi cincuenta años
en Viedma representan la historia de un religioso ejemplar, puntual en el
cumplimiento de sus deberes comunitarios y dedicado totalmente al servicio de
los necesitados. Que su ejemplo nos ayude siempre a ser conscientes de la
presencia del Señor y nos lleve a acogerlo en todos los hermanos necesitados.
Sor María Romero Meneses, Hija de María Auxiliadora, supo reflejar el rostro de
Cristo que se hace reconocer al repartir el pan. Nacida en Nicaragua, realizó su
formación para la vida religiosa en El Salvador y pasó la mayor parte de su vida
en Costa Rica. Estos queridos pueblos centroamericanos, unidos ahora en el
júbilo de su beatificación, podrán encontrar en la nueva beata, que tanto los
amó, abundantes ejemplos y enseñanzas para renovar y fortalecer su vida
cristiana, tan arraigada en esas tierras.
Con un amor apasionado a Dios y una confianza ilimitada en el auxilio de la
Virgen María, sor María Romero fue religiosa ejemplar, apóstol y madre de los
pobres, que, sin excluir a nadie, eran sus preferidos. ¡Que su recuerdo sea
bendición para todos y que las obras fundadas por ella, entre las que destaca la
"Casa de la Virgen" en San José, sigan siendo fieles a los ideales que les dieron
origen!
5. "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba
en el camino y nos explicaba las Escrituras?" ( Lc 24, 32). Esta sorprendente
confesión de aquellos discípulos primero encaminados a Emaús es lo que ocurrió
también con la vocación de la madre María del Tránsito de Jesús Sacramentado
Cabanillas, fundadora de las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas y la
primera mujer argentina que alcanza el honor de los altares.
La llama que ardía en su corazón llevó a María del Tránsito a buscar la intimidad
con Cristo en la vida contemplativa. No se apagó cuando por enfermedad tuvo
que abandonar los monasterios en que estuvo, sino que continuó en forma de
confianza y abandono en la voluntad de Dios, que siguió buscando
incesantemente. El ideal franciscano se manifestó entonces como el verdadero
camino que Dios quería para ella y, con la ayuda de sabios directores,
emprendió una vida de pobreza, humildad, paciencia y caridad, dando vida a una
nueva familia religiosa.
6. "Señor, me enseñarás el sendero de la vida" ( Estribillo del Salmo
responsorial ). Hagamos nuestra esta invocación del Salmo responsorial, que
acabamos de cantar. Necesitamos que el Redentor resucitado nos enseñe el
sendero, nos acompañe a lo largo del camino y nos guíe hasta la comunión plena
con el Padre celestial.
¡Enséñanos el sendero de la vida! Sólo tú, Señor, puedes indicarnos el verdadero
sendero de la vida, el único que nos conduce a la meta, como sucedió con los
beatos que hoy resplandecen en la gloria del cielo