JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 9 de diciembre de 2001
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Para el próximo viernes 14 de diciembre he invitado a los católicos a vivir un
día de ayuno a fin de implorar de Dios una paz estable, fundada en la justicia.
Esta iniciativa ha recibido la adhesión también de fieles de otras religiones,
en particular de judíos y musulmanes, así como de numerosas personas de
buena voluntad.
En la actual situación internacional, tan compleja, la humanidad está llamada a
movilizar sus mejores energías para que el amor prevalezca sobre el odio, la paz
sobre la guerra, la verdad sobre la mentira y el perdón sobre la venganza.
2. La paz o la violencia nacen del corazón del hombre , sobre el que sólo Dios
tiene poder. Convencidos de ello, los creyentes adoptan desde siempre contra
los más graves peligros las armas del ayuno y la oración, acompañándolos con
obras de caridad concreta.
El ayuno expresa dolor por una grave desventura, pero también la voluntad de
asumir de algún modo la responsabilidad por ella, confesando los propios
pecados y comprometiéndose a convertir el corazón y las acciones a una mayor
justicia para con Dios y para con el prójimo. Al ayunar se reconoce con confiada
humildad que una auténtica renovación personal y social no puede por menos de
venir de Dios , de quien todos dependemos radicalmente. Además, el ayuno
permite compartir el pan de cada día con quien no tiene, por encima de todo
pietismo o asistencialismo engañoso.
Deseando que todo el pueblo de Dios realice el ayuno del viernes próximo con
espíritu de fe, humildad y mansedumbre, agradezco a los pastores diocesanos el
interés con que están preparando esta jornada en sus comunidades.
3. Esta iniciativa cobra para los cristianos un significado singular, porque nos
hallamos en el período de Adviento , tiempo de esperanza, en el que estamos
llamados a esforzarnos por preparar los caminos del Señor, que vino a la historia
como Salvador y que volverá al final de los tiempos como Juez misericordioso.
Además, la fecha del 14 de diciembre coincide con el fin del Ramadán , durante
el cual los seguidores del islam expresan con el ayuno su sumisión al único Dios.
Deseo vivamente que la actitud común de penitencia religiosa acreciente
el entendimiento recíproco entre cristianos y musulmanes , llamados hoy más
que nunca a ser juntos constructores de justicia y paz.
La Virgen María, a la que ayer celebramos solemnemente y que también los
musulmanes veneran con devota admiración, nos asista y obtenga la paz para el
mundo entero.