Miércoles 16 de Febrero de 2011
Santoral: Juliana, Onésimo, Samuel
Génesis 8,6-13.20-22 Miró Noé y vio que la superficie estaba seca
Salmo responsorial: 115 Te ofreceré, Señor! un sacrificio de alabanza.
Marcos 8,22-26 El ciego estaba curado y veía todo con claridad
“En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego,
pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los
ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo? Empezó a distinguir y dijo: Veo
hombres; me parecen árboles, pero andan. Le puso otra vez las manos en los ojos; el
hombre miró: estaba curado y veía con toda claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: No
entres siquiera en la aldea."
Todos temblamos ante la enfermedad y nos angustia contemplar tan cerca la
muerte. Pero esa enfermedad cuando se acepta nos acerca a Cristo. Hoy ese ciego
nos enseña que debemos hablar con Dios de todo, incluso de la enfermedad, no
tanto para ser curados, sino sanados de la peor enfermedad, el pecado que arrasa
todo y nada deja. Cuando hablamos con Dios descubrimos que somos debilidad,
pobreza, necesitados de la ayuda de Dios. Es entonces, a colocarnos al lado de
Jesús que aprendemos a vivir la enfermedad como un tiempo de gracia, de fe más
intensa.
Además, como hay ciertas enfermedades que nos paralizan y no podemos
valernos por sí mismos, necesitando de otros para movernos. Qué bello es saber
que hay personas que se dedican a acompañar, ayudar y animar a tantos enfermos.
Aquí se encuentra el valor de la oración sentida, agradecida y de profunda
esperanza.
Pero también que esa enfermedad, a la cual le tenemos tanto miedo, es
curada si confiamos en Dios. Observemos al ciego que se dejó tomar la mano, y
permitió que le pusiera saliva en sus ojos. Así debemos abandonarnos también
nosotros en manos de Dios. El ciego es como una definición del cristiano: es el
hombre que se abandona a Cristo por la fe.
Agregaría algo más, hay un movimiento de Jesús. Detalle significante,
sacando al ciego fuera de la ciudad. Lo aleja del ruido y de los demás. Nosotros
andamos en medio de mucho escándalo y no dejamos que Dios nos hable.
mrivassnchez@gmail.com