JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Fiesta del Bautismo del Señor
Domingo 13 de enero de 2002
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. También este año he tenido la alegría de bautizar a veinte niños en esta fiesta del Bautismo
del Señor . Los evangelios sitúan este acontecimiento al inicio de la vida pública de Jesús.
Más aún, es la primera manifestación de Jesús como Hijo de Dios , enviado por el Padre para
tomar sobre sí y quitar el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29). En cuanto fue bautizado en el río
Jordán, se abrió el cielo y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma, mientras en las
alturas resonaba un anuncio misterioso: "Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto" ( Mt 3,
17).
El Señor se manifestó así como el Cristo , a quien Dios consagró en el Espíritu Santo y envió
para anunciar a los pobres la buena nueva de la salvación (cf. Is 61, 1-2). El objetivo de su
misión consiste en bautizar a los hombres en el Espíritu Santo (cf. Mt 3, 11; Jn 1, 33), es
decir, comunicarles el "fuego" de la vida divina (cf. Lc 12, 49-50). Esto se realizará
plenamente con su muerte y resurrección, misterio en el que participan precisamente cuantos
reciben el sacramento del bautismo .
2. Durante estos días se está celebrando en Toronto una importante reunión como
preparación para la XVII Jornada mundial de la juventud , que tendrá lugar precisamente en
esa ciudad, en el próximo mes de julio. Deseo dirigir un cordial saludo a los delegados de las
Conferencias episcopales, de las asociaciones y de los movimientos eclesiales que,
procediendo de todos los rincones de la tierra, participan en el encuentro. Agradezco al
Consejo pontificio para los laicos y al Comité canadiense el trabajo pastoral y la
organización, y deseo que el acontecimiento mundial de la juventud en Canadá renueve la
magnífica experiencia de Roma, en Tor Vergata, en el año 2000.
Por este motivo, mi pensamiento se dirige en particular a vosotros, queridos jóvenes, ya
idealmente "en camino" hacia Toronto, en Canadá, a través de los itinerarios formativos y
misioneros de las comunidades a las que pertenecéis. Anhelo encontrarme una vez más con
vosotros, en gran número. Dejad a un lado todo temor e incertidumbre: recordad que debéis
ser los "centinelas de la mañana", siempre dispuestos a anunciar la llegada del nuevo día, que
es Cristo resucitado.
3. Encomiendo a María la preparación y el desarrollo de la próxima Jornada mundial de la
juventud. Invoco su maternal protección también sobre los niños que he bautizado esta
mañana, para que, juntamente con sus padres, padrinos y madrinas, crezcan como discípulos
fieles del Señor. Que, al terminar el tiempo litúrgico de la Navidad y la Epifanía , la Virgen
nos ayude a todos a proseguir nuestro camino en la luz de la verdad y del amor que Cristo
trajo a la humanidad con su nacimiento en Belén.