VI DOMINGO T. ORDINARIO
+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos
El ideal de todo verdadero humanismo
Las Bienaventuranzas son como la introducción a un largo sermón en que el
evangelista Mateo ha concentrado muchas de las enseñanzas de Jesús.
Pero Jesús no se presenta ni como el reformador radical que quisiera empezar
de cero, como si el pesado no existiera, ni tampoco como el conservador que no
quiere que cambie nada porque considera que el pasado es perfecto.
Mateo escribe para cristianos procedentes del judaísmo. No era fácil decir qué
había que conservar de la ley de Moisés y qué había que cambiar. Ahí estaban
cuestiones tan importantes como la circuncisión o el sábado. Sabemos con qué
facilidad se exacerban los conflictos, en los periodos de cambios históricos, entre
los partidarios de la tradición y los del progreso.
Jesús no viene a abolir el pasado, sino a aportarle aquella novedad que puede
llevarlo hasta su plenitud. El nuevo testamento es, por usar terminología
paulina, como un injerto nuevo en el tronco del viejo olivo, de cuya savia se
alimenta y al que hace dar frutos nuevos. Jesús mismo había sido anunciado
como el que venía a cumplir lo anunciado en la ley y en los profetas, hasta el
punto de que todos los grandes personajes, toda la historia y el pensamiento
encuentran su acabamiento en Jesús.
Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entraréis en
el Reino” . Ese es el principio general que enmarca lo siguiente.
La justicia en sentido bíblico abarca más que lo que nosotros entendemos hoy
con este concepto. Es tanto como responder a lo que Dios quiere de nosotros,
hacer su voluntad. No es la justicia de los escribas, que eran los teólogos de la
época, los intérpretes de las Sagradas Escrituras. Tampoco la de los fariseos,
que venían a ser algo así como unos laicos comprometidos, asociados en un
movimiento de gente fervorosa que intentaban vivir su fe de la manera más
pura posible. Unos y otros tenían como referencia exclusiva lo que mandaba la
Ley. Por eso, depreciaban a la gente pobre y poco instruida, que no entendía de
leyes.
Jesús va a recurrir a diversos aspectos que tiene que ver con dimensiones
esenciales de la vida. Hoy nos fijamos en tres, que se refieren a las relaciones y
conflictos interhumanos, a las relaciones afectivas entre el hombre y la mujer y
a lo que podíamos llamara relaciones de entendimiento entre las personas.
“Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás… Pues yo os digo …”.
Jesús apunta más allá. Invita a sanar aquellos fondos recónditos donde se
incuba el odio, el desprecio o el instinto de dominación, esas realidades que
pudren el corazón del hombre… Las bombas y los atentados terroristas, antes de
ser tales, se han gestado en el corazón enfermo del hombre.
“Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio… Pero yo os digo …”. Es otro
punto en que Jesús nos invita sobrepasar la Ley. (La redacción, de tinte
masculino, obedece a la cultura de la época. Hoy habría que leerla hoy en total
reciprocidad hombre-mujer mujer –hombre.) Las palabras de Jesús ponen el
dedo en nuestras concepciones de la sexualidad, en nuestra forma de entender
las relaciones de pareja o nuestro celibato. Nos descubren heridas abiertas en el
alma, ideales traicionados, sueños no realizados. Sabemos de antemano que en
nuestro mundo, tan deshumanizado, son palabras chocantes, a contracorriente
de los modos y maneras de relacionarse hoy en boga. Y, sin embargo,
cualquiera que las escuche de manera limpia descubrirá que marcan el camino
verdadero para unas relaciones auténticas, no falsificadas. Un camino
ciertamente exigente, casi heroico, pero que puede ser vivido con verdadero
amor y con la ayuda de la gracia de Dios.
“Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que
cumplirás al Señor tus juramentos… Pero yo os digo”. Como en los puntos
anteriores, tampoco aquí está Jesús fuera de comba. Se podría incluso afirmar
que es profundamente moderno: ¿No es verdad que las relaciones humanas
están con frecuencia viciadas desde dentro por la ambigüedad, los intereses, la
astucia o la mentira? Jesús no hace otra cosa que invitar a la verdad. Es la mejor
garantía de todo juramento.
Jesús no crea una moral nueva, no viene para abolir nada. Sólo busca llevar a la
perfección aquello que era y será el ideal de todo verdadero humanismo. Ya ven
que el “ pero yo os digo ”, no se contenta con cualquier tipo de justicia, que, tal y
como andan las cosas, a lo mejor no era poco. Pero Jesús, porque cree en el
hombre y en sus posibilidades, a veces inéditas, apunta más alto y más hondo.
El “pero yo os digo ” nos deja entrever, además, algo muy importante: que aquí
hay alguien que está por encima de Moisés y de la Ley.