JUAN PABLO II
"REGINA CAELI"
Domingo 21 de abril de 2002
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Esta mañana, en la basílica de San Pedro, he ordenado a veinte nuevos
sacerdotes de la diócesis de Roma . Les renuevo mi más cordial saludo, que
extiendo también a sus familias y a cuantos los acompañan en este singular e
inolvidable día. Amadísimos neosacerdotes, si los jóvenes son la esperanza de la
Iglesia, ¡cuánto más lo sois vosotros, jóvenes sacerdotes! Por eso, os dirijo ante
todo a vosotros las palabras que, como sabéis, constituyen el tema de la
próxima Jornada mundial de la juventud: "Vosotros sois la sal de la tierra...
Vosotros sois la luz del mundo" ( Mt 5, 13-14).
2. Según una significativa tradición, hoy, IV domingo del tiempo de Pascua, se
celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones . A este domingo se le
llama domingo del buen Pastor , porque en el evangelio Jesús se atribuye a sí
mismo este elocuente título bíblico. Contemplándolo a él, oro por todos los
sacerdotes que han sido o serán consagrados durante este año, para que den
testimonio del buen Pastor con la santidad de su vida y de su ministerio. Invito a
todos a elevar a Dios una invocación común, especialmente en esta Jornada,
para que florezcan en el pueblo de Dios numerosas y santas vocaciones al
sacerdocio y a la vida consagrada.
3. Nuestra oración prosigue insistentemente también por la situación en Tierra
Santa , de donde, por desgracia, continúan llegando preocupantes noticias e
imágenes de destrucción. Son imágenes que tienen más fuerza que cualquier
llamamiento e impulsan a hacer todo lo posible, en todos los niveles, para que
aquella Tierra, bendecida por Dios, salga cuanto antes de la espiral de odio y de
violencia.
En particular, cada día voy espiritualmente a Belén, a la basílica de la Natividad ,
donde viví momentos inolvidables durante mi peregrinación jubilar. Desde hace
casi veinte días la basílica y los edificios anexos son escenario de
enfrentamientos, de extorsiones y de insoportables intercambios de acusaciones.
Quiera Dios que ese lugar, y todos los lugares santos, sean restituidos pronto a
la oración y a los peregrinos, a Dios y al hombre.
María santísima obtenga para las partes en conflicto la valentía de la paz, y para
la comunidad internacional la constancia de la solidaridad. ¡Que israelíes y
palestinos aprendan a vivir juntos y la Tierra Santa vuelva por fin a ser tierra
sagrada y tierra de paz!