SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 2 de junio de 2002
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. En Italia y en otros países se celebra hoy la solemnidad del Corpus Christi . La
comunidad cristiana se reúne en torno a la Eucaristía y en ella adora su tesoro
más valioso: Cristo realmente presente bajo las especies del pan y del vino
consagrados.
Todo el pueblo sale de las iglesias y lleva el santísimo Sacramento por las calles
y plazas de las ciudades. Es Cristo resucitado quien camina por los senderos
de la humanidad y sigue dando su "carne" a los hombres como auténtico "pan
de vida" (cf. Jn 6, 48. 51). Hoy, como hace dos mil años, "este lenguaje es duro"
( Jn 6, 60) para la inteligencia humana, que queda desbordada por el misterio.
Para explorar las fascinantes profundidades de esta presencia de Cristo bajo los
"signos" del pan y del vino es necesaria la fe , o, mejor aún, es necesaria la fe
vivificada por el amor . Sólo quien cree y ama puede comprender algo de este
misterio inefable, gracias al cual Dios se acerca a nuestra pequeñez, busca
nuestra enfermedad y se revela como es: amor infinito que salva .
2. Precisamente por esto la Eucaristía es el centro vivo de la comunidad . Desde
los comienzos, desde la comunidad primitiva de Jerusalén, los cristianos se
reunían en el día del Señor para renovar en la santa misa el memorial de la
muerte y la resurrección de Cristo. El "domingo" es el día del descanso y de la
alabanza, pero sin la Eucaristía pierde su verdadero significado. Por eso en la
carta apostólica Novo millennio ineunte volví a proponer como compromiso
pastoral prioritario la revalorización del domingo y, en él, de la celebración
eucarística: "Un deber irrenunciable, que se ha de vivir no sólo para cumplir un
precepto, sino como necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente
y coherente" (n. 36).
3. Al adorar la Eucaristía no podemos menos de pensar con gratitud en la Virgen
María. Nos lo sugiere el célebre himno eucarístico que cantamos a menudo:
"Ave, verum Corpus, natum de Maria Virgine" . A la Madre del Señor le pedimos
hoy que todo hombre guste la dulzura de la comunión con Jesús y participe,
gracias al pan de vida eterna, en su misterio de salvación y santidad.