¡Perder algo por Dios es ganar!
18/02/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 34—9, 1
En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo: «El que
quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me
siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por
mí y por el Evangelio, la salvará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar
uno a cambio para recobrarla? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras
ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de
él, cuando venga con la gloria de su Padre, entre los santos ángeles».
Y añadió: «Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber
visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder». Palabra del
Señor.
Oración introductoria
Señor y Dios mío, Tú estás dentro de mí y yo tiendo a buscarte fuera. Tú estás
siempre conmigo, pero yo soy débil para corresponder a tanto amor. Permite que
en esta meditación esté contigo, que no me distraigan mis preocupaciones y que
sepa confiar en Ti, que ya sabes qué es lo que me angustia y, sobre todo, qué es lo
que necesito para saber responder a tu inmenso amor.
Petición
Señor, te pido me concedas la gracia de nunca avergonzarme de mi fe y de mi
pertenencia al Regnum Christi. Quiero cargar mi cruz con paciencia, amor y alegría
porque es el medio que me has concedido para corresponder a tu amor.
Meditación
«Queridos hermanos y hermanas, siempre necesitamos oír decir del Señor Jesús lo
que a menudo les repetía a sus amigos: ‘No tengáis miedo’. Como Simón Pedro y
los demás, debemos dejar que su presencia y su gracia transformen nuestro
corazón, siempre sujeto a la debilidad humana. Debemos saber reconocer que
perder algo, incluso a uno mismo por el verdadero Dios, el Dios del amor y de la
vida, es en realidad ganar, reencontrarse más plenamente. Quien se confía a Jesús
experimenta ya en esta vida la paz y la alegría del corazón, que el mundo no puede
dar, y no se pueden quitar una vez que Dios las ha dado. ¡Vale por tanto la pena
dejarse tocar por el fuego del Espíritu Santo! El dolor que nos causa es necesario
para nuestra transformación. Es la realidad de la cruz: por eso en el lenguaje de
Jesús el ‘fuego’ es sobre todo una representación del misterio de la cruz, sin el cual
no existe el cristianismo. (…) No queramos, por defender nuestra vida, perder la
eterna que Dios nos quiere dar» (Benedicto XVI, 23 de mayo de 2010).
Reflexión apostólica
«El Regnum Christi es una realidad dinámica y emprendedora, un camino de cruz y
sacrificio, un reto a escalar las altas cumbres del amor. Y la razón es sencilla: «A
grandes retos, grandes respuestas». No teme presentar a sus miembros la realidad
de la exigencia cristiana como parte de su vida y vocación. La pertenencia al
Movimiento pide voluntad de sacrificio y generosidad, enraizada en un corazón
profundamente ilusionado por la entrega a Cristo y a la Iglesia» (Manual del
miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 347).
Propósito
El día de hoy me esforzaré por perderme a mí mismo, ponerme en segundo lugar,
etc., para ganar la vida eterna.
Diálogo con Cristo
Gracias Señor por este rato de oración. Sé que la cruz que más te agrada es la
caridad vivida con las personas con las que vivo, estudio, trabajo… Ése es el único
camino que debo seguir. Concédeme no tener miedo al qué dirán ni acobardarme
ante el esfuerzo que debo hacer para cambiar lo que tengo que cambiar para que el
amor sea la ley de mi vida.
«No hay peor cosa en la lucha que el enemigo nos conozca el miedo. No
tengas miedo, confía, ora y forma tu voluntad y tu carácter. La victoria
segurísimamente será tuya»
( Cristo al centro, n.494).
Fuente: Regnum Christi. Legionarios de Cristo