Domingo 7º (A): Jesús nos enseña a amar a todos, también a los
que no nos quieren, y así al final todos son invitados a ser hijos de
nuestro Padre que está en el cielo
1. El Levítico (19,1-2.17-18) recoge palabras de Dios a Moisés: “Seréis
santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón
a tu hermano. Reprenderás a tu pariente para que no cargues tú con su
pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que
amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”. Hoy hay mucho
egoísmo, incluso en la amistad, el juego, la fiesta, Dios, e incluso el amor,
muchos se preguntan: “¿qué saco yo de esa relación?” domina lo
provechoso, lo que sirve para mi mejora material. Pero las cosas
importantes como el amor son gratuitas.
Jesús nos llama a sustituir la violencia por el perdón, a no
defendernos violentamente ante su injustificado ataque y, lo que es más, a
amar a los enemigos. La justicia humana queda así superada al introducirse
en uno de los platillos de la balanza que la significa el peso del amor. Y no
como táctica para, finalmente, vencer al otro. Lo decisivo es una
experiencia de Dios en la que se le contempla como el ser gratuito, el que
se da sin pedir nada a cambio. Así nace el sol sobre buenos y malos y el
Hijo de Dios muere por sus enemigos descartando castigos y represalias. El
emblema de la Inquisición decía: "Levántate, Señor, y defiende tu causa".
No fuimos capaces de entender que "su causa" es la causa de los pobres.
Los cruzados gritaban sin fundamento: "¡Dios lo quiere!" En guerras bien
modernas hemos oído lo de "Dios está de nuestra parte". Pero Dios siempre
estará de parte del hombre y no contra él. Pretender lo contrario es negar
su palabra.
Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto quiere decir,
en versión de Lucas, sed misericordiosos como lo es vuestro Padre. La
palabra misericordia significa en labios de Jesús amor gratuito, a fondo
perdido. Una verdadera paz no será posible si el desarme no es tan
profundo que llegue al corazón del hombre. Los fusiles no se disparan solos
ni los dedos o las lenguas se mueven solos.
Un breve poema de Lichtwew es ilustrativo en este tema. Un rey
tenía tres hijos y, entre todas sus posesiones, lo más valioso era un
brillante sin par. Perplejo a la hora de repartir sus bienes, reservó el
diamante para aquel que cumpliera la hazaña más valerosa. El mayor dio
muerte al dragón más peligroso y célebre del país. El segundo mató a diez
hombres con una minúscula daga. El tercero partió una noche y, al
amanecer, volvió y habló así a su padre: He encontrado a mi mayor
enemigo durmiendo al borde del acantilado y lo he dejado seguir
durmiendo. Y el rey entregó el diamante a su hijo menor. No te dejes
vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien (Rm 12,21)
(“Eucaristía 1990”). En un film apareció este aviso en la última secuencia.
"A trescientos metros de distancia el enemigo es un blanco. A tres metros
es un hombre". Nosotros podemos completarlo de esta manera: cerca de la
cruz, el enemigo es un hermano de sangre (la sangre de Cristo). Dios no
está en la familia, ni en la raza, ni en la nación; está únicamente en el acto
de amar, por encima de las comunidades naturales y sagradas en las que
vivimos. Es el mismo acto de amar el que se constituye en acceso y camino
para Dios y no la calidad sagrada del objeto amado (Maertens-Frisque).
2. Salmo (102,1-4.8.10-13). Un pecador perdonado sube al
Templo para ofrecer un "sacrificio de acción de gracias": “Bendice, alma
mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma mía, al
Señor / y no olvides sus beneficios. // El perdona todas tus culpas / y cura
todas tus enfermedades; / él rescata tu vida de la fosa / y te colma de
gracia y de ternura. // El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la
ira y rico en clemencia. / No nos trata como merecen nuestros pecados, / ni
nos paga según nuestras culpas. // Como dista el oriente del ocaso, / así
aleja de nosotros nuestros delitos; / como un padre siente ternura por sus
hijos, / siente el Señor ternura por sus fieles”. ¡Es un himno al amor de
Dios! El Dios de la Alianza. Observemos el paso de la primera persona del
singular "mi", "yo", a la primera persona del plural "nosotros", "nos"... En
"aquel" pecador habla Israel. ¡La "remisión de los pecados" no es un acto
individualista sino comunitario, desde aquellos tiempos! Profunda intuición
de la solidaridad de cada pecador con el conjunto de los pecadores... Con
"¡el pecado del mundo!" Frecuentemente se ha opuesto el Antiguo y el
Nuevo Testamento, como si el primero fuera la religión del "temor", y el
segundo la religión del "amor". Contemos en este salmo, cuántas veces
aparece la palabra "amor" (Hessed), y la palabra " ¡ternura!" ¡Ese es Dios!
No, el ¡Dios verdadero en nada se parece al dios que se hicieron los
paganos, irritable, justiciero! No: ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor! ¡Dios es
Padre! Jesús no hará otra cosa que tomar las palabras de este salmo: "con
la ternura de un padre con sus hijos"... "Padre nuestro, que estás en los
cielos, perdona nuestras ofensas". Y el resultado de este amor, ¡es el
"perdón"! Se escucha ya la parábola del "Hijo pródigo". Se escuchan ya
estas palabras: "Amad a vuestros enemigos, entonces seréis hijos del Dios
Altísimo, porque El es bondadoso con los ingratos y los malos" (Noel
Quesson).
3. 1 Corintios (3,16-23). El verdadero templo de Dios somos
nosotros: Hermanos: ¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu
de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo
destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo,
que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque, la sabiduría de este
mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «El caza a los sabios en su
astucia.» Y también «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y
conoce que son vanos.» Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues
todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo
presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios”. El
Señor está en nosotros y con nosotros, que nos hemos reunido en su
nombre para celebrar el memorial de su muerte y resurrección. La
eucaristía debe ser el punto de arranque para llevar al mundo el calor y el
testimonio del amor cristiano, amor que debe llegar incluso al enemigo .
Pablo en su amonestación a los corintios, avanza más allá de argumentos y
consideraciones humanas sobre su comportamiento, exhortándoles a
reconocer la gran dignidad a la que han sido elevados, pues en ellos habita
el Espíritu Santo como en un templo: el verdadero templo es la comunidad
fundada en Jesucristo que es el Señor. En ese templo habita el Espíritu
Santo, se da culto a Dios y Dios revela su sabiduría a los sencillos.
Cualquier otro templo, cualquier otro culto, cualquiera otra sabiduría debe
ser rechazada (“Eucaristía”).
4. Mateo (5,38-48) recoge hoy los últimos dos aspectos que
concreta Jesús sobre la Ley, siguiendo con los de la semana pasada: -
Sabéis que está mandado: «Ojo por ojo, diente por diente.» Pues yo os
digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en
la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para
quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar
una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado,
no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: -Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu
enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien
a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así
seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol
sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos. Porque si amáis
a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los
publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. La ley del talión
consiste en hacer sufrir al delincuente un daño igual al que causó. Introduce
un criterio de objetividad en el ejercicio de esa justicia cuando la tomaban
los particulares por su mano. Enuncia el principio general: no hacer frente al
agresor, es decir, no recurrir a la violencia. Los casos gráficos: a) Al que te
pone pleito para quitarte la túnica, dale también la capa. La túnica era la
prenda interior de vestir, la capa, la exterior. Alguien te lleva a juicio por la
ropa interior que llevas, pues cree que se la has robado. Jesús te dice: dale
también la ropa exterior. La propuesta es de las de dejar a uno atónito,
pues equivale a decir que te quedes desnudo. Es una manera de hablar,
pero se entiende bien la idea. b) A quien te requiera para caminar una
milla, acompáñale dos. Los romanos, siguiendo una práctica persa,
requisaban personas y animales para la realización de servicios públicos. El
invasor romano obligaba al judío a llevar una carga por espacio de un
kilómetro. La propuesta de Jesús es, de nuevo, para dejar atónitos: dobla la
distancia que te exige el invasor. El texto de hoy es tal vez el texto bíblico
que expresa con mayor claridad que lo específico cristiano es una diferencia
en razón de una referencia. La diferencia. Ser cristiano es estar situado en
el espacio que se abre más allá de la ley, más allá de lo mandado y
prohibido. Sólo hay fantasía y sensibilidad para descubrir modos inéditos de
ser y de relacionarse. ¡Ese es el espacio cristiano! El que se halla en él no es
una persona mejor que las otras, es cuando se descubre a Dios como Padre.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo. Sed completos como
vuestro Padre celestial es completo. El Padre es la referencia que explica la
razón de ser del cristiano (A. Benito)… una actitud interior: «Amad a
vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis
hijos de vuestro Padre que está en el cielo». Llucià Pou Sabaté.