Martes, 22 de febrero
Felipe Santos, SDB
LA CÁTEDRA DEL APÓSTOL SAN PEDRO
“¿Quién decís que soy yo?” (Mt 16,15)
Tú eres Jesús. En Ti, el Padre nos lo ha dicho todo,
nos lo ha dado todo. ¡Hasta ahí llega la locura de
amor del Padre por todos nosotros! Tú eres quien
viene a decirme quién soy yo. Tú, Jesús, te
aproximas a mi camino, llamas a mi puerta, quieres
entrar en mi historia.
Oro cuando me encuentro, contigo, Jesús. Vivo,
cuando bebo de tu manantial y me alimento de tu
eucaristía.
El centro del relato que leemos hoy es la confesión de
Pedro, afirmación y a la vez experiencia personal. Jesús
dirige a sus discípulos una doble pregunta que tiene como
objetivo hacerles tomar posición con respecto a su
persona. La primera pregunta está referida a lo que la
gente piensa del Maestro; a esto los discípulos responden
sin dificultad, basándose en las consideraciones de la
gente que le sigue. Sin embargo, a la segunda pregunta los
discípulos no pueden responder a partir de los mismos
criterios; tienen que responder según su propia experiencia,
según su convicción personal; no es ya una simple opinión
poco comprometida, sino una verdadera respuesta que
exprese su opción de vida. Por ello la confesión de Pedro
es importante, pues es una confesión fruto de una
revelación divina, es decir, de un proceso de fe, de una
apertura a la acción de Dios a través de la Palabra
anunciada por el Maestro. Esta apertura a la acción divina
de Dios (fe absoluta), representada en la figura de Pedro,
es la base fundamental, es la piedra angular, el punto de
apoyo de la comunidad de creyentes.