EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 9,38-40.
Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y
tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros". Pero Jesús les dijo: "No se lo
impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de
mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Pío XII, papa desde 1939 a 1958
Encíclica «Mystici Corporis Christi»
«Se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros»
Imitemos la inmensidad del amor del mismo Jesús, modelo supremo de amor
hacia la Iglesia. Indudablemente que la Esposa de Cristo, la Iglesia, es única; y sin
embargo el amor del Esposo divino se extiende tan ampliamente que, sin excluir a
nadie, abarca en su Esposa a todo el género humano. Si nuestro Salvador ha
derramado su sangre, es con el fin de reconciliar con Dios, en la cruz, a todos los
hombres, incluso aunque estén separados por la nación o la sangre y reunirlos en un
solo Cuerpo. El verdadero amor de la Iglesia exige, pues, no solamente que unos
sean miembros de los otros en el mismo Cuerpo, llenos de mutua solicitud (Rm
12,15), miembros que deben alegrarse cuando otro miembro es honorado y sufrir
con él cuando él sufre (1C 12,26); sino que exige también que en los demás
hombres todavía no unidos a nosotros en el Cuerpo de la Iglesia, sepamos reconocer
en ellos a hermanos de Cristo según la carne, llamados igual que nosotros a la
misma salvación eterna.
Sin duda que no falta gente, sobre todo hoy, ¡desgraciadamente!, que
orgullosamente alaban la lucha, el odio y la envidia como medio para sublevar y
exaltar la dignidad y la fuerza del hombre. Pero nosotros, que discernimos con dolor
los lamentables frutos de esta doctrina, seguimos a nuestro Rey pacífico, que nos ha
enseñado no sólo amar a los que no pertenecen a la misma nación o tienen el
mismo origen (Lc 10,33s), sino incluso amar a nuestros enemigos (Lc 6,27s),
Celebremos con san Pablo, el apóstol de las naciones lo ancho, lo largo, lo alto y lo
profundo del amor de Cristo (Ef 3,18); amor que la diversidad de pueblos o de
costumbres no puede romper, que la inmensidad que se extiende en el océano no
puede disminuir, que, en fin, las guerras, hechas por una causa justa o injusta, no
pueden disgregar.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”