Y el que no está contra nosotros, está con nosotros
Mc 9, 38-40
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Juan le dijo a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu
Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros.
Juan le comunica que han visto una persona que exorcizaba los demonios, y se lo
habían prohibido porque no estaba con ellos, es decir, no pertenecía a los Doce, a
quienes se les había conferido este poder - San Mateos 10:1-. Más tardíamente se cita
el caso de exorcistas judíos no cristianos que expulsaban demonios en el nombre de
Jesús - Hech 19:13-17-.
Pero Jesús les dijo: No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi
Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
Jesús no autoriza esa prohibición. Si hay una delegación suya para ello en los
apóstoles, también otros pueden invocar su nombre, con reverencia, apelando a su
poder, lo que no es estar lejos de su discipulado, pues, al menos, está con él. Que no se
lo prohíban. Quien así obró, no sólo no hablará mal de El, sino que se aproximará cada
vez más a su reino, al ver el gran signo del mesianismo y del Mes ías: la expulsión y
triunfo sobre Satán.
Y concluye con un dicho, probablemente un proverbio popular, en el que ya se agrupa
en una unidad con los suyos, que continuarán su obra. El que no está contra ellos, está
con ellos. Si la frase es un poco extremada, oriental, en aquel mundo hostil contra
Jesús, el que no estaba contra El - San Mateos-san Lucas -, ni contra ellos - San
Marcos -, venía a estar con ellos. Había la perspectiva de unírseles otros muchos
discípulos.
En San Marcos se dice que quien no está contra nosotros, está con nosotros. En
cambio, en San Mateos se dice que quien no está conmigo, está contra mí - San Mateos
12:30 -. Pero responde esta variante a situaciones temáticas distintas. En San Mateos,
el texto se refiere a los exorcismos judíos; campos irreductibles. En cambio, en San
Marcos, esta irreductibilidad no existe.
Lo que ha hecho Jesús, es hacerle ver a sus discípulos que es no partidario de los celos
que ellos tienen, hoy a nosotros nos dice que no debemos confundir los intereses de El
Hijo de Dios, con los nuestros. Lo que nos debe interesar es la Gloria del Señor, no la
nuestra.
En efecto, en algunas ocasiones nos confundimos, estamos celosos y la verdad es que
estamos envidiosos, porque nos sentimos postergados, como si estuviéramos en
segundo lugar, como si otros nos opacaran y nos hacen sombra y nos duele esta
situación.
Lo que tenemos que hacer es actuar con generosidad, y saber ver que lo que importa en
la lucha contra el mal y la maldad, sin importar quien la realiza, ni donde ni como se
hace. Debemos sentirnos gozosos cuando otros están trabajando por el bien de los
demás. Debemos apoyar a los que hace el bien, no envidiarlos. No debemos
confundirnos, y oremos por los que en nombre del Señor trabajan por su gloria, sin
preocuparnos si ellos brillan más que nosotros
El Señor les Bendiga