“Dejen que los niños se acerquen a mí”
Mc 10, 13-16
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. DEJEN QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ
Le trajeron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Era costumbre bendecir los niños por los jefes de la sinagoga, los Judío tenían por
costumbre presentar sus hijos a los rabinos, de ellos los niños recibían la bendición con
imposición de las manos. Lo mismo que los hijos y discípulos se hacían bendecir por sus
padres y maestros. Así fue, como la gente trajo sus hijos para que Jesús les impusiera
las manos, pues veían en Jesús la facultad de realizar milagros o actos extraordinarios.
En ese momento Jesús estaba enseñando, y los apóstoles no miraron con buenos ojos
este proceder de los padres y los niños, entonces ellos reprendieron a los muchachos,
quizás pensaron que molestarían al Maestro, también los niños deben haber actuado
como son hasta hoy, donde ellos ven cariño, se acercan con mucha confianza.
La imposición de manos, si les evocaba la bendición de Jacob sobre sus hijos (Gen
48:14), también podríamos pensar en su necesidad para un efecto prodigioso, como la
hemorroísa.
2. EL REINO HA DE RECIBIRSE COMO LOS NIÑOS LO RECIBEN.
Conforme a las ideas del medio ambiente, no se refiere tanto a la inocencia como a lo
casi nada que para un judío significaba un niño. Frente al orgullo y exigencia farisaicos,
el reino es simple don del cielo.
Si los apóstoles querían impedir su acceso a él, aparte de lo que podría haber de
alboroto por acercarlos a Jesús, podrían pensar el que eran niños: cosa sin gran valor
para un judío.
Cuando veamos a los niños acercarse al presbiterio, dejémoslo, esa confianza que a
ellos les inquieta se les confirma en el corazón, la presencia de Cristo en el altar, allí
está su cuerpo y sangre en cada eucaristía, aún más invitemos a los niños al sagrario,
digámosle que es el tabernáculo, enseñemos a nuestros muchachos a orar, a hacer sus
plegarias frente al santísimo, acostumbremos a nuestros niños a ofrecer sus oraciones
por ellos y por sus familia al Señor Sacramentado, es justo eso lo que Jesús no esta
pidiendo, “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de
Dios pertenece a los que son como ellos”
3. LA SENCILLEZ DE CORAZÓN ES RECLAMADA CON INSISTENCIA
Jesús no solo quiere demostrarnos su gran amor por nuestros niños, en los Evangelios
la sencillez de corazón es reclamada con insistencia, la limpieza y la humildad e espíritu
es un requisito indispensable para llegar al Reino de los Cielos y Jesús quiere que todos
lleguemos, por esa razón nos invita a ser como niños, por que en ellos las virtudes no
están contaminadas, siempre esta presente la docilidad, y la buena disposición.
Cuando un niño asiste a una catequesis, oye, presta atención, pregunta y lleva a su
corazón lo aprendido y lo hace con sencillez, es así, como Jesús ve en los niños el
prototipo de sus discípulos, igual como los niños abren sus corazón, sin contradicciones
al espíritu, sin juzgar el plan Salvador de Dios, así quiere nuestra disposición a oír los
Evangelios.
Fomentemos en nosotros y nuestros niños las virtudes de los infantes, inocencia,
sencillez de corazón, sinceridad, credibilidad, docilidad y buena disposición,
especialmente para descubrir en los Evangelios el camino para participar en la
pertenencia del Reino de los Cielos.
El Señor les Bendiga