Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
Figurar o no figurar
To be or not to be. That is the question ”. (Ser o no ser. Esa es la cuestión) Decía
Shakespeare, en la tragedia de Hamlet . La duda nos persigue y debemos optar sin remedio.
En el ejercicio de la virtud de la caridad se nos planea la misma disyuntiva: ¿Figurar o no
figurar?
Algunos inclinan el fiel de la balanza hacia la humildad del que sirve en el silencio, del que
busca realizar obras de caridad sin que lo sepa la gente. Se identifican más con el consejo
de Jesús: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu Padre que ve
en lo secreto te recompense”. (Mt. 6,3) No buscan el aplauso de la gente porque su
recompensa nace de la certeza de recibir un premio en el cielo donde “no hay polilla ni
herrumbre que corroen, ni ladrones que socavan y roban”. (Mt. 6, 19) Incluso les molesta
que se llegue a saber que hicieron el bien, como si eso les anulara el mérito obtenido. “En
verdad les digo que ya recibieron su recompensa”.
Por otro lado tenemos el consejo de Jesús de hacer brillar la luz de nuestras buenas obras
delante de la gente. “Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué
se la salará? No sirve sino para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del
mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte”. (Mt. 5,13) Y
concluye de inmediato: “Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre que están en el cielo”. Se trata de una clara
invitación a figurar ante los hombres huyendo del anonimato.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿F igurar o no figurar? Yo pensaría en ambos casos. Es un
acto de caridad edificar con el buen ejemplo, como grave pecado es arrastrar al escándalo y
la desedificación. “Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”. Hoy en día estamos
cansados de tanta palabrería hueca y falaz. Blaise Pascal decía, “creo con facilidad las
historias cuyos testigos se dejan degollar”. El argumento no se apoya sobre el número de
mártires, sino sobre el significado del sacrificio. El testimonio de vida es lo que convence y
atrae. Ahora bien, eso no quita que al mismo tiempo se practiquen actos de caridad oculta
que sólo Dios ve y que tanto nos ayudan a purificar la intención. En realidad tenemos miles
de oportunidades al día de amar envueltos en el silencio del alma que sólo quiere agradar a
Dios. No existe disyuntiva, es posible agradar a Dios edificando a los hombres.
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