Sábado 02 de Abril de 2011
Santoral: Francisco de Paula
Oseas 6,1-6 Quiero misericordia, y no sacrificios
Salmo responsorial: 50 Quiero misericordia, y no sacrificios.
Lucas 18,9-14 El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
“En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mi smos y
despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: Dos hombre s subieron al templo a orar.
Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!,
te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como e se
publicano. Ayuno dos vece s por semana y pago el diezmo de todo lo qu e tengo. El
publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se
golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que éste
bajó a su ca sa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido "
Dios quiere que seamos misericordiosos no que lo digamos y no lo vivamos
Hoy el amor es comparado con el agua que fecunda, que da vida. Es un amor de
Dios que penetra de ahí que estemos unidos a Dios para no empapar sino mojar de
verdad.
Dios nos pide lealtad, fidelidad, piedad y gracia. Logro que se alcance por la
comunión. Una comunión que nos hace estar despiertos, ser conscientes en ese
abrir los ojos y así darse cuenta para entender lo cercano y lejano. En ese campo
está la oración. Una oración que tendrá triunfo si estamos cercanos a Dios. Estar,
entonces, lejos de Dios es rezar y repetir palabras en completa soledad y por eso
no habla con Dios. Simplemente repite y repite olvidando que Dios es misericordia
y no palabras lanzadas al aire para ver quien las pesca.
“Amar no es sólo un sentimiento; es un acto de voluntad que consiste en
preferir de manera constante el bien del otro al bien propio”
(Juan Pablo II)
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