LA PALABRA QUE OBRA Y LA OBRA QUE HABLA
DOMINGO IX PER ANNUM
6 de Marzo de 2011
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice "Señor,
Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi
Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos
profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho
en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he
conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel
hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los
ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió,
porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no
las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre
arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron
contra la casa, y se hundió totalmente. Mateo, 7, 21- 27
La parábola de las dos casas es un excelente testigo, un exponente pedagógico
de las preocupaciones catequéticas de Mateo. Mateo no se limita en esta
parábola a reproducir las palabras de Jesús, sino que conserva especialmente lo
que puede hacer que esa enseñanza influya en la vida de sus destinatarios. Es
un eco de la comunidad primitiva, en viva reacción contra toda pertenencia
formalista al Reino y contra una fe sin obras. Poned, dirá Santiago a este
respecto, poned por obra la palabra y no os contentéis sólo con oírla,
engaándoos a vosotros mismos…” No seáis como el incoherente de los dos
hijos, que, a pesar de sus buenas palabras y asentimiento verbalista, se
content con un hipcrita “voy, Seor” y un rebelde “no fue”, alineándose en la
llegada al Reino de Dios por detrás de los publicanos y las prostitutas. O al estilo
de los superdotados en lenguas, profecías, creencias, mistagogias,
exhibicionismos morales, ostensivas actividades, pero huecos y vacíos de obras
de caridad…
Mateo, pues, reacciona contra ciertos formalismos carentes de contenido y de
vida, desde su conciencia de que no hay religión auténticamente cristiana que no
sea vida y compromiso concreto. Precisamente, la imagen de la roca se encarga
, en su pluma , de expresar ese alcance concreto de las exigencias cristianas.; y
de recalcar la necesidad de que sobre Cristo, Piedra Viva y Cimiento de la
Iglesia, los creyentes , de palabra y de obra, aportemos de por vida nuestras
piedras personal y colectivas Porque no es propio del Evangelio que los cristianos
quedemos frustrados, con nuestra edificación hundida, por haber cimentado
nuestras existencias sobre la arena movediza de sólo sentimientos y palabras
que se lleva el viento y no sobre la firmeza de una fe que se expresa y acredita
en palabras y obras de justicia, de paz, de fraternidad universal, de caridad
política y desarrollo integral de hombres y de pueblos.
Slo así, superando el “bla, bla” de la palabra ineficaz y haciendo en las obras
creíble nuestra fe y en la fe vivas nuestra obras, no nos tachará de teóricos a los
cristianos el hombre contemporáneo que pretende construir con su praxis
científica un nuevo mundo la mayoría de las veces sin ni siquiera pensar en la
aportación positiva que Cristo y los cristianos podemos ofrecerle, como
aprobación sincera, denuncia crítica y aspiración escatológica, deseosos de
aprender de ellos su seriedad analítica de las situaciones y el compromiso activo
y paciente de sus ejemplares esfuerzos.
¡Cuantos profetas hay entre los miembros del Pueblo de Dios que hablan mucho
en nombre del Evangelio, pero se oponen a un compromiso político por falta de
método de análisis y bajo pretexto de que la Iglesia, no debe hacer política!
Estos charlatanes son inútiles en el Reino; no construyen sobre la Roca y no
conocen la solidez de Dios, nuestra de todo y de todos.
Juan Sánchez Trujillo