IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Queridos hermanos y hermanas,
de los 5 últimos domingos, y vosotros pensad qué han
provocado estas palabras en vuestra vida:
• Domingo IV (ahora estamos en el domingo IX del T.O.) :
¿Somos pobres de espíritu, humildes, compasivos,
limpios de corazón, felices cuando nos persiguen
por causa de Cristo?
• Domingo V: ¿Somos la sal de la tierra, somos luz
del mundo?
• Domingo VI: ¿Vivimos los 10 mandamientos como
una fuente de libertad?
• Domingo VII: ¿Nos regimos por la ley del Talión,
pagamos con la misma moneda, o nuestra respuesta
nace siempre del amor? ¿Amamos los enemigos,
rogamos por aquellos que nos persiguen?
• Domingo VIII: ¿Nos inquietamos por las pequeñas
cosas de la vida? ¿Confiamos en el amor providente
de Dios? ¿Actuamos como las manos de Dios, como
los brazos de Dios?
De este evangelio surge con fuerza una pregunta que
nos lleva a mirar nuestra vida. La pregunta es: ¿La
Palabra de Dios decora las paredes de nuestra casa o
la Palabra de Dios está en el fundamento de nuestra
casa?
A partir de este evangelio se podría formular también
una pregunta equivalente: ¿Hay en nosotros un deseo
intenso, cercano, cotidiano, de cumplir la voluntad de
nuestro Padre del Cielo?
Preguntas que nos es preciso responder, porqué Jesús
con esta Parábola de las dos casas nos interroga sobre
el fundamento de nuestra casa, que es el fundamento
de nuestra vida. Casa = Vida.
Jesús hace una exhortación decidida y radical para
que su palabra sea el fundamento de nuestra vida,....
Si estos contenidos evangélicos no han hablado a
nuestra vida, no la han interpelado, no han provocado
una reflexión, no han dado lugar a un cambio, un gesto
en nuestra vida, entonces la Palabra de Dios no está
en el fundamento de nuestra vida. Entonces la Palabra
de Dios está decorando las paredes de casa nuestra,
pero no transforma nuestra vida...
¿Y cómo sabemos si la Palabra de Dios está en el
fundamento de nuestra vida? Se puede saber por
nuestra actitud ante la Palabra. Pongo un ejemplo:
Ahora diré señalo algunos contenidos de los evangelios
Todo esto parece muy radical, pero es lo que Jesús
nos dice. Cada domingo Jesús nos invita a escuchar su
Palabra para que su Palabra ilumine nuestra vida,
nuestras actitudes, nuestros modos de ser y de
pensar. Si su Palabra no ilumina nuestra vida, alguna
cosa está fallando. Hemos de desear ser iluminados,
ser tocados, ser transformados por su Palabra. Su
Palabra nos da vida.
Decía Juan Pablo II : "Quien se mete en el camino del
después, desemboca en el camino del nunca"
Delante de la Palabra nos hemos de situar con tres
convicciones muy profundas:
• Sus palabras no son como las de los hombres.
Poseen una densidad y una profundidad que las
otras palabras no tienen. Sus palabras son espíritu
y son vida.
• Es una Palabra viva, eficaz, transformante.
• Es Dios quien nos habla, y cada palabra tiene un
mensaje personal para cada uno...
El Papa Benedicto en la encíclica Spe Salvi lo explica
con palabras muy sabias: “De este modo, podemos
decir ahora: el cristianismo no era solamente una «
buena noticia », una comunicación de contenidos
desconocidos hasta aquel momento. En nuestro
lenguaje se diría: el mensaje cristiano no era sólo «
informativo », sino « performativo ». Eso significa que
el Evangelio no es solamente una comunicación de
cosas que se pueden saber, sino una comunicación que
comporta hechos y cambia la vida . ”. Mensaje que
comporta unos hechos, unos cambios de vida…
En la vida de un creyente acostumbra a ser un
momento clave el día que empieza a leer asiduamente
la Palabra.
No podemos ver la Palabra como una exigencia, la
hemos de ver como un regalo, como una gracia que
Dios nos quiere conceder. Si Dios me dice que ame a
los enemigos no es proponerme una exigencia que me
agobie, sino porqué me quiere dar la gracia para
poderlo hacer, y para poderlo hacer cada vez más
plenamente...
Pensad que la mediocridad siempre nos lleva a buscar
autojustificaciones para seguir siempre igual. Siempre
buscamos excusas, excusas y más excusas, para seguir
igual y no cambiar nada en nuestra vida….
Y por este camino de dejarnos enriquecer por la
Palabra vamos creciendo en el seguimiento del Cristo...
Cada día tendríamos que tener la Palabra de Dios en
nuestras manos…
Y acabo con las dos preguntas con las que comenzaba
la homilía: ¿La Palabra de Dios decora las paredes de
nuestra casa, o la Palabra de Dios está en el
fundamento de nuestra casa? ¿Hay en nosotros un
deseo intenso, cercano, cotidiano, de cumplir la
voluntad de nuestro Padre del Cielo?