19. LAS TENTACIONES EN EL DESIERTO
DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA
Sermón 1º
«Entonces, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, y después sintió hambre» Mateo 4,1-2 1
1.- Este santo tiempo, que tenemos entre manos, [lo] tiene dedicado la santa Iglesia,
regida por el Espíritu Santo, para que entiendan los cristianos de hacer en él penitencia de
los pecados hechos [durante] el año. [Y es] cosa tan importante y necesaria, que nos va en
ello la vida, no digo la del cuerpo, la cual, queramos o no, se nos ha de acabar; pero vanos
la vida del alma, que importa más, la vida eterna que siempre ha de durar. [Dice San
Lucas]: Si no hacéis penitencia, todos pereceréis igualmente (Lc 13,5). Los que después de
bautizados habéis ensuciado con algún pecado vuestra alma, si no la limpiáredes con la
medicina de la penitencia, todos, sin que nadie se exceptúe, pereceréis; todos perderéis la
vida eterna, y padeceréis la muerte eterna y perpetua en el infierno.
No tiene Dios dejado otro remedio para que se salven los pecadores, sino el
sacramento de la penitencia. ¿Queréislo ver? Jamás se perdonó pecado, sino por virtud de
la Pasión de Cristo, porque si otra cosa fuera parte para esto, o de otra parte nos viniera el
remedio de nuestros pecados, bien pudiéramos decir con San Pablo: Luego en balde Cristo
murió (Ga 2,21). De aquí es que, Cristo —dice San Juan— es el Cordero sacrificado desde
el principio del mundo (Ap 13,8). Y en los Hechos de los Apóstoles [se dice]: No se ha
dado a los hombres otro nombre debajo del cielo, por el cual debamos salvarnos (Hch
4,12). Porque cuantos se salvan, se salvan por virtud de su Pasión.
Pues, ¿cómo podía tener eficacia en los primeros justos, cómo se les podía aplicar
[esa virtud], si aún no había realmente sido? Por la fe había de ser; porque creían que había
de padecer, la cual fe protestaban en todos sus sacrificios. ¿Vos no tomáis una purga
movido por la salud que deseáis? ¿Esta salud tiene aún ser? No, pero porque creo que ha de
ser, por eso hago lo que hago. Así a los justos [del Antiguo Testamento] la Pasión de Cristo
los justificaba, no porque fuese, sino porque creían que había de ser.
Esta misma Pasión, o su virtud, aplícase a nosotros por los sacramentos. A los que
pecaron antes del bautismo, por el bautismo; y a los que después, por la penitencia. De lo
cual trata latamente [ampliamente] Santo Tomás de Aquino 2 . De aquí es que San Jerónimo
dice: La segunda tabla después del naufragio es la penitencia 3 . Y lo mismo Tertuliano 4 ,
San Ambrosio y otros. La penitencia es la segunda tabla después de haber dado la nave al
través y haberse roto. La nave era el estado de la inocencia, en la cual seguros podíamos ir
al cielo. [Pero] dio esta nave al través por cu lpa del piloto, que fue nuestro primer padre
Adán, [y sólo] resta que echemos mano de alguna tabla [para salvarnos]. La primera es el
bautismo, la segunda es la penitencia. Si ésta nos falta, ¡ay de nosotros!, no podemos dejar
de anegarnos.
1 Obras y sermones , vol. I, pp. 135-142.
2 S ANTO T OMÁS DE A QUINO , Suma contra los gentiles , cc. 71 y 72.
3 S AN J ERÓNIMO , Comentario a Isaías , c. 13.
4 T ERTULIANO , Libro sobre la penitencia , c. 7.
1
Tenemos para confirmación de esto las palabras que dijo Cristo [a San Pedro] por San
Mateo: Te daré las llaves del Reino de los cielos. Y cualquier cosa que ates en la tierra,
será atada en los cielos. Y cualquier cosa que desates en la tierra, será desatada en los
cielos (Mt 16,19). Si él no abre, cerrada está la puerta del Reino de los cielos. Por San Juan
también se dice: A quienes perdonárais los pecados, les serán perdonados. A quienes los
retuviereis, les serán retenidos (Jn 20,23). Luego para que yo alcance perdón de mis
pecados, necesario es que el sacerdote me absuelva; y si él no me absuelve, no hay otro
remedio para que pueda ser libre del pecado.
Es tan grande verdad ésta que, si no fuera por la obstinación de los herejes de
nuestros tiempos, poca necesidad tendríamos de probarla. Con [la] razón y autoridad de la
Escritura lo tengo probado hasta aquí. [Pero] oíd lo que acerca de esto tiene la Iglesia
determinado de muchos años a esta parte: La multiforme misericordia de Dios de tal forma
acudió a ayudar al hombre a levantarse de sus caídas, que no sólo por la gracia del
bautismo, sino también por la medicina de la penitencia lo restablece en la esperanza de la
vida eterna; y a quienes violaron el don de la regeneración, condenándose por su propia
voluntad, les ofrece la ocasión de alcanzar la remisión de sus crímenes, si, sometiéndose a
lo ordenado por su divina bondad, acuden a las súplicas de los sacerdotes para que les
obtengan la indulgencia divina . Y por último concluye así: Es necesario que el delito
cometido por los pecados sea absuelto por las súplicas sacerdotales antes del día del
Juicio 5 .
2.- Si esto es verdad, podría me decir alguno: luego al que le toma la muerte a
tiempo que no se puede confesar, ni recibir este sacramento, ¿no se salvará?... Mira, este
sacramento de la misma manera es necesario para los que han pecado después de haber sido
bautizados, que el bautismo a los que no están bautizados. Para que uno se salve menester
es que le bauticen, o que tenga deseo y propósito determinado de bautizarse, si en tal
aprieto se viere 6 . Por eso dijo el Señor: Quien no creyere, se condenará (Mc 16,16); y no,
quien no fuere bautizado . El que no creyere que por el bautismo, dado en nombre de la
Trinidad, se perdonan los pecados, condenarse ha. Ni más ni menos es menester el deseo de
la penitencia y el propósito explícito de recibirla. Por que ésta es la diferencia entre lo
necesario para la salvación, porque así está mandado ; y lo que es necesario por ser medio
imprescindible . Que aquello pide [un deseo o] voto implícito; éste, explícito.
3.- De aquí saca que ninguna de cuantas [obras] se señalan en la Sagrada Escritura
por buenas para la remisión de los pecados presta [efecto] sin la penitencia. Ni la caridad,
por más que diga [San Pedro]: La caridad cubre la muchedumbre de los pecados (1 P 4,8).
Ni la fe, por más que se diga [en los Hechos]: La fe purifica sus corazones (Hch 19,9). Ni
las obras de misericordia, aunque diésedes toda vuestra hacienda a los pobres, por más que
se diga [en los Proverbios]: Mediante las obras de misericordia y la fe se purgan los
pecados (Pr 15,27). Todo esto concurre en la penitencia. La caridad, en el dolor de la
ofensa y en el propósito de satisfacer a tan buen amigo como es Dios, a quien por el pecado
tenemos ofendido. Requiérese también fe, que busque el hombre el remedio de sus
pecados, que la fe le señala, y que es el sacramento de la penitencia. Requiérese también
misericordia, con la cual el hombre provea a su miseria, entendiendo que no hay cosa más
5 Dictámenes sobre la penitencia , c. 1. Véase también: S AN L EÓN M AGNO , Carta 91 a Teodoro Foro, obispo .
6 Cfr. S ANTO T OMÁS DE A QUINO , Suma de Teología , 3ª parte, q.66, a.11.
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miserable que el alma del pecador. Esta caridad, esta fe y misericordia prestan para la
remisión de los pecados; pero ya veis que acompañadas por la penitencia, porque sin ella
no hay salvación, sin ella no se perdonan los pecados. Y aunque de Cristo sepamos que
perdonó pecados sin este sacramento, no es de maravillar, porque él tenía potestad de
excelencia, según la cual daba el efecto del sacramento, sin el sacramento. Pero no lo daba
sin la penitencia interior, como dice Santo Tomás: Cristo, por la potestad de excelencia,
que él solo tuvo, confirió a la mujer adúltera el efecto del sacramento de la penitencia, esto
es, el perdón de los pecados, sin necesidad de administrarle el sacramento, aunque, claro
está, no sin antes producir en ella un estado de penitencia interior mediante la gracia 7 .
Siendo, pues, el sacramento de la penitencia [el] único remedio para curar nuestros
pecados, y [estando] dedicado este santo tiempo [de cuaresma] para la cura de ellos, y
habiéndome Dios enviado a este pueblo para [avisaros de] có mo os habéis de curar, me ha
parecido que debía platicar [de] este remedio, y que no podía tratar otra cosa más necesaria,
ni que más os cumpliese. Procuraré, con el favor del Espíritu Santo tratar de esta medicina
en estos domingos, conformándome siempre con el santo Evangelio.
4.- [En] el Evangelio que hoy tenemos, escribe San Mateo la historia de lo que pasó
después de ser el Señor bautizado por San Juan: Entonces, Jesús fue conducido por el
Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo . ¿Y por qué más entonces, que no en otro
tiempo, se fue el Señor a morar tan de propósito en el desierto? ¿Por qué entonces, más que
en otro tiempo, llegó el demonio a tentarle?
Después de ser bautizado, vase el Señor al desierto, para enseñaros a vos que,
después que una vez sois cristiano por la gracia y misericordia de Dios, tenéis obligación de
iros al desierto, [esto es,] de morar en este mundo como si fuese un desierto, porque las
cosas de este mundo no se prometen a los cristianos, sino los bienes del cielo. El cristiano
no ha de tener en este mundo, ni ha de hacer en él su asiento, antes ha de vivir en él como
de paso, como quien va a una ciudad y pasa por un desierto. Mira lo que dice el Apóstol:
No tenemos aquí ciudad fija, sino que vamos en busca de la que está por venir (Hb 13,14).
Echen raíces en este mundo los infieles, que no esperan otra vida. Gocen del mundo y
entréguense a los pasatiempos, a las pompas, a las vanidades, a los deleites de él, los que no
han de gozar los bienes del cielo. Pero, no nosotros, que somos cristianos; nosotros, que
esperamos otro mundo; nosotros, cuyo capitán menospreció todas las cosas de este mundo
para enseñarnos a nosotros a que las menospreciásemos, siendo él, justamente, Señor único
del mundo. Y así no hizo caso de hacienda alguna, porque fue pobre; [ni] de regalos,
porque siendo él de quien procede todo cuanto hay bueno y deleitoso en las criaturas, vivió
con grandísimos trabajos. No [hizo caso] de la honra, porque escogió la muerte más
afrentosa y de mayor ignominia que entonces se daba a los malhechores en el mundo,
siendo a quien en el cielo hacen reverencia los ángeles, y en la tierra nosotros.
Dice el Apóstol: En este mundo moramos como si fuese un desierto, no como en
ciudad de reposo y con regalos; no buscamos honras, antes nos tenemos por dichosos de ser
afrentados por amor a Jesucristo; trabajamos día y noche, no [por] bienes temporales,
porque teniendo qué comer y con qué cubrirnos, contentémonos con eso (1 Tm 6,8). Los
deleites y descansos esperámoslos para cuando estuviéremos en la ciudad [verdadera], en
aquella ciudad tan rica, en aquella ciudad tan noble y de tantos deleites y regalos, [de la]
que [dice el Salmista]: Dichosos los que moran en tu casa, Señor (Sal 83,5).
7 S ANTO T OMÁS DE A QUINO , Suma de Teología , 3ª parte, q.84 a.5 ad 3.
3
5.- El hombre que de tal manera busca contentamiento en este mundo, que anda tras
de los bienes de él de tal manera, que por cuanto hay debajo del cielo se atreve de hacer un
pecado mortal, por el cual pierde lo que está sobre el cielo, [ése] no se tenga por cristiano.
Porque por el mismo caso que uno es cristiano ha de poner debajo de los pies todo cuanto
bien hay en el mundo, [y] por el mismo caso ha de vivir en el mundo como si fuese [un]
desierto, pues sabe que todo lo de acá es lodo en comparación de lo que Dios le promete en
el cielo. Pues sabe que los descansos del cielo se mercan con el menosprecio de lo que aquí
hay en el mundo. [Dice Cristo]: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es
el Reino de los cielos (Mt 5,3). [Esto es]: ¿Queréis ser rico? Sed pobre. ¿Queréis estar
alegre? Llorad, primero. ¿Queréis vivir? Morid, primero. Dice San Agustín: Con la pobreza
se compra el reino, con el trabajo el descanso, y con la muerte la vida 8 . Por eso [dice] San
Pablo: Lo que importa es que los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen; los que se
huelgan, como si no se holgasen; los que hacen compras, como si nada poseyesen; y los
que gozan del mundo, como si no gozasen de él, pues la escena de este mundo pasa (1 Co
7,29-31). ¡Cuántos son los que se [consuelan] 9 por una nonada, por el interés de un real, y
despreciaron la tierra deseable del cielo! (Sal 105,24).
6.- Mas en estar el Señor en el desierto, le viene a tentar el diablo, para que
entendáis que, cuanto mejor fuéredes, tanto mayores tentaciones habéis de tener [y]
mayores impedimentos se os han de ofrecer; pero consolaos, que el mismo que dice que
habéis de tener trabajos y tentaciones, éste mismo os promete de estaros al lado, y ayudaros
en la batalla, y coronaros después de la victoria: Con él estaré en la tribulación, lo libraré y
lo honraré (Sal 90,15).
Desde el principio del mundo acá, entiende el demonio en estorbar a los buenos y
desencaminarlos, [bien] por sí mismo, [bien] por sus miembros, que son los malos, [los
cuales] siempre persiguen a los buenos. Allá en el paraíso, ¿la serpiente no vino a tentar a
nuestros primeros padres? Y no solamente los tentó, pero aún los derribó. ¿Caín no mató a
su hermano porque era bueno y agradaba a Dios? ¿Esaú no perseguía a Jacob? ¿José no fue
vendido por sus hermanos? ¿Saúl no persiguió a David? ¿El demonio no dijo a San Martín:
«Adonde vayas, el diablo te perseguirá»? ¿Y Cristo no desengañó a sus discípulos que en el
mundo tendrían tribulaciones ? (Jn 16,33). Mas Confiad yo tengo vencido al mundo . [Como
si les dijera]: «Confiad, que yo estaré [a vuestro] lado, y con tan buena ayuda no desmayéis,
que ya nos hemos probado el mundo y yo, pero yo le he vencido».
Pero quisiera yo saber [cuál] es la causa de que Dios permite esta guerra entre los
buenos y el mundo, y el demonio. ¿No valiera más caminar seguramente por el camino de
la virtud? No, que por ser esto lo que más nos cumple, por eso lo permite Dios.
Primeramente, por que no estuviésemos descuidados, ni fuésemos negligentes. El que sabe
que tiene enemigos está sobre aviso, no se descuida un punto de lo que le cumple; [en
cambio], el que no les tiene, vive descuidadamente. Y después, para que, peleando
varonilmente, merezcamos recibir de mano de Dios la corona de la victoria. [Santiago]:
Bienaventurado aquel hombre que sufre la tentación, porque después que fuere probado,
recibirá la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que le aman (St 1,12). Y San
Pablo: No será coronado el que legítimamente no lucha (2 Tm 2,5). Y Tobías: Lo que tiene
8 En el original no se indica la fuente del pensamiento citado.
9 En el original «aconortan».
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por cierto cualquiera que te adora y te sirve es que si su vida saliere aprobada del combate
será coronada (Tb 3,21). Advierte [la frase]: cualquiera que te adora . Porque las
tentaciones que acometen a los malos, y las tribulaciones que experimentan, son indicio de
las penas que se les esperan. Aquí tienes campo para hablar del provecho de las tentaciones
y tribulaciones. De lo cual se puede ver la Suma de las virtudes y de los vicios de Guillermo
Peraldo 10 .
7.- En cuanto Jesús, llegado al desierto, ayunó cuarenta días y cuarenta noches,
después sintió hambre (Mt 4,2). Puesto el Señor en el desierto, entonces el tentador se
acercó a tentarle, para que en la obra del ayuno se manifestara no ser inferior a Moisés y
Elías, que fueron cabeza de los profetas. Con el cual ayuno, a toda [clase de] abstinencia
excedió [Cristo], aún a la de San Juan Bautista. [Y] ayuna, habiendo de predicar, para
instruir así a los predicadores.
Una de las mayores ocasiones que tiene el demonio para tentar a una persona es
cuando ve [que] tiene una necesidad. ¿Qué hace quebrarse el cuello a muchas mujeres? La
necesidad. ¿Qué [cosa mueve] a usar de contratos ilícitos? La necesidad. Saca de ahí dos
cosas. La una es la obligación que tenéis de socorrer a los pobres y gente de necesidad,
[para] que su necesidad no sea parte de que hagan lo que no deben 11 . Que si estáis
obligados a dar limosna al que está en necesidad [hasta el punt o] de perder la vida del
cuerpo, sin comparación estáis más obligados al que está en necesidad, de perder la [vida]
del alma.
8.- Lo segundo [que se saca es que], aunque os viéredes en necesidad, que penséis
[que vais a] perder la vida, no hagáis lo que no debéis. Acordaos de que es consejo del
demonio lo contrario, y un enemigo tan capital no os enseñará cosa que os cumpla. Ya que
tenéis perdida la hacienda, o la honra, no perdáis juntamente a Dios, que teniéndole a él, él
os proveerá, que es fuente de todo bien. Y si no lo hace, entended que esa afrenta en que
estáis, esa pobreza, es lo que más os cumple; porque si una hoja del árbol no se mueve sin
su voluntad, tampoco pasaría eso por un siervo suyo, si él no lo ordenase. Pensad que si,
perdiendo a Dios, alcanzáis todos los bienes del mundo, [a la postre] no tenéis nada.
Vendrá la muerte y hallaros heis vacío y para siempre burlado.
9.- Acercándose el tentador , en apariencia de hombre –porque acercarse es un
movimiento progresivo de aproximación –, le dijo ex abrupto: Si eres Hijo de Dios, di que
estas piedras se conviertan en panes (Mt 4,3). Con palabras compuestas, alegando la
necesidad del pan para el sustento, concluyó: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes . Su intención era saber si era verdadero Hijo de Dios, porque sólo es
Dios el que con su palabra es poderoso para mudar la naturaleza de las cosas.
Di que estas piedras se conviertan en panes . El Salvador, como si no lo conociera, le
respondió: Escrito está: «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios» (Mt 4,4). Palabras que también dijo Moisés al pueblo con ocasión [de]
que les había de dar una instrucción, cuando les dio Dios el maná para comer (cfr. Dt 8,3).
10 Guillermo Peraldo murió hacia 1270, y su Summa de virtutibus et vitiis fue utilizada como un arsenal riquísimo de ma-
teriales para la predicación y doctrina ascética de la Edad Media.
11 San Luis anota: «Ya trataré de la limosna, porque lo requiere la materia que he comenzado».
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De toda palabra que sale de la boca de Dios , o de la que Dios dice ser comida del
hombre. Con esta respuesta, quedó el demonio confundido, el cual pidió que las piedras se
vuelvan en pan. [Pues] sabed, que aún no se le ha acabado el hambre al Señor, que aún
tiene hambre de nuestra salvación. No seáis, por reverencia de Dios, como el diablo, que le
puso piedras delante. No seáis duros, no estéis pertinaces; ablandaos a hacer penitencia, y
seréis manjar de Dios. El manjar se convierte en la sustancia del [que lo come]. Así
vosotros, si os ablandáis [por] la penitencia, seréis una misma cosa con Dios. [San Pablo]:
Quien está unido con el Señor, es con él un mismo espíritu (1 Co 6,17).
10.- Entonces el diablo lo llevó consigo a la ciudad santa (Mt 4,5). El Espíritu Santo
le llevó al desierto, y el demonio le vuelve a la ciudad; para que entendáis que el Espíritu
Santo es el que os inspira a que huyáis del mundo, y el espíritu malo el que os tienta para
que volváis a él.
Lo llevó consigo . ¿Cómo? ¿Cargóselo a cuesta? No es de creer, aunque, como dice
San Gregorio 12 , no es inconveniente que [Cristo] se dejase tocar por el demonio, pues se
dejó crucificar [por] sus mie mbros, que fueron los malos. To móle, creo yo, de la ropa, y
díjole: «Andad acá, Señor; vámonos a la ciudad».
Y porque es costumbre de los buenos ir lu ego al Templo, a lo primero con sintió
[Cristo] al demonio. Fueron allá, y subieron al lugar más alto del Templo. ¿Qué pensáis que
no lleva el diablo a muchos a la Iglesia? [A] los que van por deleitarse en mirar a las
mujeres, el diablo los lleva; [a] los que van allí a hacer sus [negocios] 13 , el diablo los lleva;
[a] los que van al Templo y quieren ser del estado eclesiástico por subir, por valer y por ser
ricos, el diablo los lleva.
11.- Cuando le tuvo allí, le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito
está: «El dará orden a sus ángeles para que te custodien» (Mt 4,6). Éste que es Hijo de
Dios, hecho hombre, ¿podrá ser vencido por la vanagloria? Siempre que el demonio os
tentare para que hagáis una ofensa a Dios, por más provechoso que os parezca lo que os
dice, por más gloria que, os parezca, que de allí se os ha de seguir, pensad que os aconseja
que os echéis de una torre abajo; pensad que os incita a que deis con vos en un abismo tan
hondo, que si la mano de Dios no os saca, nadie os podrá de allí sacar. Persuade el demonio
a Cristo que muestre su gloria delante del pueblo, pero a costa de echarse del Templo abajo.
Tomad de aquí un aviso, que da San Ambrosio para todas las tentaciones: Descubramos los
fraudes del diablo en esta lectura, o en otras profecías, para que aprendamos a
precavernos de sus malas artes. Es conveniente conocer sus tentaciones, no para
secundarlas, sino para que, como doctos e instruidos, sepamos evitarlas 14 .
12.- También está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios» (Mt 4,7). Eso es tentar a
Dios, buscar milagros donde no hay necesidad. «Yo puedo bajar, [viene a decirle Jesús],
por donde habemos subido. ¿Qué necesidad hay, para bajar, de hacer un nuevo milagro?»
[Con] esta respuesta, quedó el demonio en la misma duda que antes.
Y visto que no podía sacar rastro de lo que buscaba: De nuevo lo lleva consigo a un
monte muy alto (Mt 4,8). En decir el evangelista que de nuevo , otra vez el demonio llevó a
12 S AN G REGORIO , Homilía 16 sobre el Evangelio.
13 En el original «conciertos».
14 S AN A MBROSIO , Libro sobre el paraíso , cap. 12.
6
Cristo, muestra claramente que ésta fue la tercera tentación, aunque San Lucas la cuenta
[como] segunda (cfr. Lc 4,5), porque no tuvo respecto sino [de] contar las tentaciones, y no
el orden con que fueron hechas.
Y le mostró allí todos los reinos del mundo (Mt 4,8). Allá está Francia, allá Italia. En
tal tierra hay abundancia de oro, en tal piedras preciosas, etc. Y díjole: Te daré todas estas
cosas si, postrado en tierra, me adoras (Mt 4,9). [El demonio] había probado por dos vías
si [Cristo] era Hijo de Dios, y viendo que su trabajo había sido en vano, tiéntale [por] el
mayor de todos los pecados, que es la idolatría. No porque piense que lo ha de hacer,
siendo un hombre, como él lo miraba, de muy grande santidad. Bien sabía el demonio que
nadie viene de una vez perfectamente a ser bueno, ni a ser del todo malo, sino que poco a
poco viene un hombre a perfeccionarse, y también poco a poco a endurecerse y a
determinarse a hacer grandes pecados. Por eso hay que tener gran cuidado de no caer en la
costumbre de pecar , porque poco a poco vendréis a no sentir, ni echar de ver cuando
cometiéredes muy grandes pecados. [Proverbios]: De nada hace ya caso el impío cuando
ha caído en el abismo de los pecados (Pr 18,3).
Tienta, pues, el demonio a Cristo de tan gran pecado [el de idolatría], y dale a
entender que es el demonio, para provocarle a que le dijese: «¿Yo tengo que ser adorado
por ti, y tú me dices que te adore a ti?» [Así llegaría a saber] lo que deseaba. Pero no hay
sabiduría, no hay prudencia, ni consejo contra Dios, del cual dice Job: Dios prende a los
sabios con las mismas redes de ellos, y desvanece los designios de los malvados (Jb 5,13).
[Por eso] responde el Señor de manera, que no pueda [el demonio], de su respuesta, sacar lo
que desea. Retírate, Satanás, le dice, porque escrito está:«Adorarás al Señor tu Dios y a El
sólo servirás» (Mt 4,10). Hase descubierto que es el demonio, y [Cristo] no quiere más
plática con él.
De aquí tienes doctrina contra los que consultan adivinos. Satanás es nuestro
contrario, que siempre es adverso a nuestra salvación. [Por eso]: Retírate, Satanás , adonde
no puedas oponerte más [a mis propósitos]. Pues está escrito:«Adorarás al Señor tu Dios y
a él sólo servirás» . Los gulosos adoran a su vientre, [como] a dios: Cuyo dios es el vientre
(Flp 3,19). [Hermanos,] ayunad en este tiempo todos los de veintiún años arriba, pues estáis
obligados al precepto eclesiástico, si no estáis legítimamente impedidos. Comeréis una vez
al día, y esto no para ahorrar vuestras haciendas, sino para dar al pobre lo que se había de
gastar en la cena y las colaciones ligeras.
13.- Entonces, el diablo le dejó (Mt 4,11), hasta el tiempo de su Pasión. [Hermanos],
estad sobre aviso, que si a Cristo se atrevió el demonio, mucho más se atreverá contra
vosotros, que tantas veces estuvisteis bajo su dominio.
Y se acercaron los ángeles y le servían (ibíd.). No uno solo, sino muchos. Pero para
que esto quedara oculto al demonio, le servían los ángeles como a un amigo o siervo de
Dios. Y así, [aquél] quedó en su duda. Nota que el demonio puede estar dudoso en las cosas
sobrenaturales, aunque no en las cosas sujetas a su natural conocimiento. Esta es la letra
[del texto].
14.- De este Evangelio sólo quiero sacar una cosa en limpio, y es cuán mal hace un
alma que hace un pecado mortal. No es nada perder la hacienda, ni la salud; no es nada
perder los amigos; no es nada perder la honra; no es nada perder la vida. Todos estos males
no son males, si se cotejan y se comparan con el mal que recibe un hombre cuando hace un
pecado mortal. Y por que entendáis cuán gran verdad es esto que os digo, y [para que] os
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desengañéis, si hasta aquí habéis sentido lo contrario, quiero que advirtáis que, dado que el
demonio en sus tentaciones pretendiese certificarse de la duda que tenía, pero juntamente
con esto, [tanto] en las tentaciones de Cristo [como] en las de los cristianos, [lo que]
pretende [es] inducirlos a algún pecado, por razón del cual sean semejantes a él. Y así,
aunque el demonio quite a uno la salud, y la vida, etc., no tiene nada, no ha hecho nada, si
no recaba con sus tentaciones que haga un pecado mortal; porque todos los otros daños que
a una persona puede causar, le sirven para que éste tal tenga mayor corona y mayor premio
en el cielo. Y así decía David: Sobre mis espaldas araron los pecadores y trazaron sobre
ella largos surcos de iniquidad (Sal 128,3). Pero cuando [el demonio] le derriba en un
pecado, entonces le tiene ganado, entonces le tiene de su parte, entonces se tiene por
victorioso.
Si hubiese aquí un hombre muy enemigo de otro, tanto que no hay mal que no le
hiciese, y le viniese a las manos, verdaderamente que el daño que le procuraría [lo
consideraríamos] el mayor. [Pues bien], el mayor enemigo que tenemos es el demonio, [y]
el daño que éste más nos desea y más nos procura es que estemos en pecado. Más que
enfermedades, más que pobreza y más que deshonra, éste es el mayor mal, ésta es la mayor
pobreza, éste es el mayor daño y ésta es la mayor deshonra que un hombre puede tener.
¡Oh malaventurado pecador! ¿Y cómo te puedes ver alegre? Si estuvieses ciego de
los dos ojos, ¿no estarías triste? ¿Y lo mismo si [estuvieras] privado de otro cualquier
sentido? Pues, ¿cómo te puedes ver alegre estando en pecado mortal, que es un mal mayor,
que si fueses ciego? ¿Por qué, pensáis, que [el demonio] causó en Job tan grandes
[intranquilidades]? 15 . Para hacerle caer en el pecado. Luego [lo que] más quería [era ] verle
en pecado, [y] todo lo orde naba esto. Sabe el demonio que por ninguna cosa, sino ésta,
hacemos asco a Dios. ¿Sabéis cuánto? Que tras haber m uerto por nosotros, si no
procuramos curarnos de este mal, nos echará a lo profundo del infierno.
Esta cura, señores, consiste en el sacramento de la penitencia; ésta es la medicina.
¡Oh, cuánto la debes procurar! Si estuviésedes ciego y a cien leguas de aquí estuviese una
hierba con que pudiésedes curar, ¿cómo no la buscaríades? Pues no es menester ir cien
leguas, ni cincuenta. Yo os la mostraré para que sin salir de vuestro pueblo la halléis.
Plegue a nuestro Señor de darnos [su] gracia para haberla de tomar. Y yo os aseguro que
obrando así obtendréis la gracia en la presente vida y la gloria en la futura, que a mí y a
vosotros os deseo, etc.
15 En el original «desasientos».
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