IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Miercoles de Ceniza
"Convertíos, volved al Señor, que es compasivo y misericordioso".
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la profecía de Joel 2,12-18:
«Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con
llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor,
Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en
piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje
todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la
trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al
pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y
niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio
y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a
tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se
diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra,
y perdone a su pueblo.»
Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17 R/. Misericordia, Señor: hemos pecado
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. Señor,
me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,20–6,2:
Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os
exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os
reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro
pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.
Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios,
porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu
ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,1-6.16-18:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas
limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis
como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la
puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo
escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los
hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate
la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»
II. Oramos con la Palabra
CRISTO, hoy comienza mi caminar hacia la Pascua, con toda la Iglesia, nuevo
pueblo de Dios que cruza el desierto hasta la tierra prometida. Quiero
emprender este camino cuaresmal con sus tres armas: que la limosna me ayude
a no ambicionar riquezas, la oración me enseñe a poner en ti mi vida y mi
esperanza, y el ayuno me demuestre que no sólo se vive de pan, sino de la
Palabra que me ofreces cada día en tu Evangelio.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
La Iglesia, pide para todos que: “Fieles a las prácticas cuaresmales, puedan
llegar, con corazn limpio a la celebracin del misterio pascual de tu Hijo”
La cuaresma no es el objetivo final, es el camino para llegar a la plenitud de la
Pascua: ”Muerte-Resurreccin de Cristo”.
A veces, llama la atención que, el miércoles de ceniza, acuden más fieles a la
Iglesia, para recibir el signo penitencial, que el sábado de gloria, a la celebración
de la Vigilia Pascual.
Ciertamente, el pueblo cristiano, sabe muy bien, que la cuaresma es tiempo de
conversión y de penitencia, y, como todos nos sentimos pecadores, acudimos a
recibir la ceniza como acto exterior de penitencia, pero cuidemos, no nos
quedemos con lo exterior, escuchemos las lecturas:
Joel nos invita a la conversión interior: ”rasgad los corazones, no las vestiduras,
convertíos, volved al Seor, que es compasivo y misericordioso” pero volver al
Señor, no sólo para que él nos acoja, también para aprender de él como acoger,
viviendo y actuando, como nos exhorta la carta a los corintios:” como enviados
de Cristo, reconciliándonos con Dios y con los hermanos” esta es la verdadera
preparación para la celebración gozosa de la Pascua.
Las lecturas y el salmo nos invitan a la conversión, a reconocernos pecadores y
volver al Padre por medio de la oración, la penitencia, el ayuno y la limosna. El
Evangelio nos enseña a vivir esta praxis con autenticidad.
El móvil cristiano ha de ser el amor, la conversión debe llevarnos a un encuentro
amoroso con Dios y con los hermanos, lo cual, excluye todo egoísmo.
Jesús nos enseña:
- Cuando des limosna no lo publiques, “Que tu mano izquierda ignore lo
que hace tu derecha”.
- Si haces penitencia, que no sea para quedar como buen cumplidor de la
Ley ante los demás.
- Cuando ores, entra en lo profundo de tu corazón, no busques que te vean
como muy fervoroso.
No hagamos el bien sólo para que nos aprecien y nos tengan por buenos, no
busquemos nuestra gloria, sino la de Dios y “Él, que ve lo oculto nos lo
recompensará”.
Aprovechemos esta cuaresma para leer mas asiduamente la Palabra de Dios y
hacerla vida.
Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario
Permiso de dominicos.org