NO MANIPULEMOS A DIOS
Por Javier Leoz
1.- Estamos viviendo una hora histórica. Parece como si el hombre fuese
errando por un inmenso desierto de purificación y de penitencia. ¡Nos gustan tan
poco estas palabras! ¡Se escuchan tan escasamente estos mensajes en los
medios de comunicación o en las propuestas de nuestros gobernantes! Hasta
ahora se nos decía todo lo contrario: frente a la purificación, la corrupción;
frente a la penitencia, la opulencia o la comodidad. ¡Así nos va!
Pero, Jesús, sale a nuestro encuentro. Para ser fieles a Dios, como El mismo lo
fue en su lucha a brazo partido con el maligno, hemos de responder con la fe, la
esperanza y la caridad.
No ambicionó Jesús pan en sus horas de hambre y si rechazó tan sabroso
alimento, es porque siguiendo la voluntad de Dios quería ser pan, caridad, para
el resto de la humanidad. Prefirió ser comido a comer.
No quiso postrarse el Señor ante el maligno ¿Por qué? Su fe profunda y sin
fisuras hacia el Padre se lo impedía. Sabía que, si le adoraba, en ese gesto
terminaba su libertad y comenzaba su definitivo cautiverio. Mirando a nuestro
alrededor podemos concluir que constantemente estamos siendo llamados a
postrarnos y arrodillarnos ante numerosos dioses que, luego, resultan ser látigo
de nuestra salud y azote de nuestro bienestar. Hasta ayer mismo se nos decía
“come, gasta, viaja, corre y consume”. Hoy, desde el mismo vértice,
escuchamos lo contrario: no gastes, no viajes, no enciendas la luz, ahorra y si
tienes coche…no vayas a más de 110 kilómetros por hora. Vivimos en una
contradicción y confusión permanente: tentados por lo dulce y decepcionados
cuando, repentinamente, todo se convierte en sabor amargo.
No quiso Jesús tampoco caer en la falsa interpretación del maligno sobre las
escrituras “encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus
manos.” Jesús actuó con responsabilidad. No se dejó llevar por el chantaje del
tentador. Sabía que Dios no le iba a fallar, que su cuerpo no tropezaría con la
losa….pero ¿merecía Dios ser puesto contra las cuerdas? No quiso utilizar a Dios.
¡Y cuánto nos molesta cuando nos manipulan! ¿O no? Jesús no aspiró a ningún
beneficio propio por la acción extraordinaria de Dios. ¿Acaso no la hubiera
preferido en la cruz y tampoco la pidió?
La vida cristiana, como la de Jesús en pleno desierto, es una llamada a la
madurez y a la coherencia. Dios sigue de cerca nuestros pasos, nos cuida
(aunque a veces nos parezca lo contrario) en los tortuosos caminos de la
vida….pero, Dios, no puede estar constantemente pendiente de nuestras
travesuras, de nuestros chantajes o de nuestra falta de compromiso.
2.- Qué bueno sería, en este primer domingo de la Santa Cuaresma, hacer una
sería reflexión sobre qué tentaciones salen a nuestro encuentro y cómo
respondemos a ellas. Igualmente sería muy positivo que, observando a nuestro
alrededor (los aleros desde los cuales miramos, servimos o dirigimos a los
demás) meditásemos si en más de una ocasión no seremos nosotros los que nos
convertimos en causa de desánimo, desconcierto, desesperanza o promotores de
falsas ilusiones.
La vida cristiana es una permanente lucha: entre el bien y el mal, entre la
riqueza y la pobreza, entre Dios y los dioses que nos encontramos en nuestro
recorrido por el mundo. Jesús los tuvo y, nosotros, constantemente los
padecemos. ¿De qué lado nos ponemos?
3.- GRACIAS, SEÑOR
Sin saber cómo ni por qué,
he dicho “no” a lo que me degrada.
Me prometieron ser más feliz lejos de ti
y, veo, que son más desdichados
los que de ti apartaron.
Me señalaron que, con pan, vino y dulce
no tendría necesidad de más sustento
pero, con el tiempo, he aprendido
que, el dulce empalaga,
el vino embriaga demasiado
y el pan se endurece sobre la mesa
Sólo Tú, Señor, conservas la frescura
eres algo siempre nuevo
y, en tu Eucaristía, permanentemente tierno.
¿Cómo voy a dejarte, Señor?
Ayúdame, Jesús, a combatir el buen combate
A defender mi fe y mi esperanza
A no esconder mi rostro
cuando el enemigo me pregunte
si yo tengo algo que ver contigo
GRACIAS, SEÑOR
Conocerte ha merecido la pena
Servirte es mi lucha cada día
Y, no caer en la tentación de la debilidad,
es mi oración a Ti confiada.
Guárdame y ayúdame, Señor,
a salir victorioso de tantas dudas
que siembran en mí interior incertidumbre.
Amén