EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de Ceniza A
Libro de Joel 2,12-18.
Pero aún ahora -oráculo del Señor- vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos
y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios,
porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se
arrepiente de tus amenazas. ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y
dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios!
¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión
solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos,
reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su
alcoba y la recién casada de su lecho nupcial! Entre el vestíbulo y el altar lloren los
sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: "¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no
entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué
se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?". El Señor se llenó de celos
por su tierra y se compadeció de su pueblo.
Carta II de San Pablo a los Corintios 5,20-21.6,1-2.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los
hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo:
Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con
el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él. Y
porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de
Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el
día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la
salvación.
Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos
por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el
cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los
hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna,
que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren,
no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su
recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y
ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los
hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que
con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu
cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino
por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Pedro Crisólogo (v. 406-450), Obispo de Rávena, doctor de la Iglesia.
Sermón 8; CCL 24, 59; PL 52, 208
Ejercicios de la Cuaresma: la limosna, la oración, el ayuno
Hermanos míos, hoy empezamos el gran viaje de la Cuaresma. Por lo tanto
llevemos en nuestro barco todas nuestras provisiones de comida y bebida,
colocando sobre el casco misericordia abundante que necesitaremos. Porque
nuestro ayuno tiene hambre, nuestro ayuno tiene sed, sino se nutre de bondad, sino
se sacia de misericordia. Nuestro ayuno tiene frío, nuestro ayuno falla, si la cabellera
de la limosna no lo cubre, si el vestido de la compasión no lo envuelve.
Hermanos, lo que es la primavera para la tierra, la misericordia es para el ayuno:
el viento suave de la primavera hace florecer todos los brotes de las llanuras; la
misericordia del ayuno siembra nuestras semillas hasta la floración, estas dan fruto
hasta la recolecta celestial. Lo que es el aceite para la lámpara, la bondad es para el
ayuno.
Como la materia grasa del aceite mantiene encendida la luz de la lámpara y,
también con un pequeño alimento, la hace brillar para consuelo de todos en la
noche, así también la bondad hace resplandecer el ayuno: desprende rayos hasta
que alcanza el pleno esplendor de la continencia. Lo que es el sol para el día, la
limosna es para el ayuno: el esplendor del sol aumenta la plenitud del día, disipa la
oscuridad de la noche; la limosna acompaña el ayuno santificando la santidad y,
gracias a la luz de la bondad, purifica de nuestros deseos todo lo que podría ser
mortífero. En una palabra, lo que es el cuerpo para el alma, la generosidad es para
el ayuno: cuando el alma se retira del cuerpo, le ocasiona la muerte; si la
generosidad se aleja del ayuno, es su muerte.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”