EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 9,22-25.
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los
sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo,
que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre
ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Anastasio de Antioquía, monje y patriarca de Antioquía de 549-570 y de 593-
599
Homilía 4, sobre la Pasión; PG 89, 1347
El camino que conduce a Cristo a su gloria
"Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a
los gentiles y a los sumos sacerdotes y a los escribas, para que lo azoten, se burlen
de él y lo crucifiquen" (Mt 20,18). Esto que decía, estaba de acuerdo con las
predicciones de los profetas, que habían anunciado de antemano el final que debía
tener en Jerusalén... Nosotros comprendemos también el motivo por el cual el Verbo
de Dios, por lo demás impasible, quiso sufrir la Pasión; porque era el único modo
como podía ser salvado el hombre. Cosas, todas estas, que sólo las conoce Él y
aquellos a quienes Él se la revela; Él, en efecto, conoce todo lo que atañe al Padre,
de la misma manera que "el Espíritu sondea la profundidad de los misterios divinos"
(1 Co 2,10).
"El Mesías, pues, tenía que padecer" (Lc 24,26): y su Pasión era totalmente
necesaria, como él mismo lo afirmó cuando calificó de hombres "sin inteligencia" y
"cortos de entendimiento" a aquellos discípulos que ignoraban que el Mesías tenía
que padecer para entrar en su gloria (Lc 24,25). Porque Él, en verdad, vino para
salvar a su pueblo, dejando aquella "gloria que tenía junto al Padre antes que el
mundo existiese" (Jn 17,5). Y esta salvación es aquella perfección que había de
obtenerse por medio de la Pasión, y que había de ser atribuida al guía de nuestra
salvación, como nos enseña la carta de san Pablo:"que Él es el guía de nuestra
salvación, perfeccionado y consagrado con sufrimientos"(He 2,10).
Y vemos, en cierto modo, cómo aquella gloria que poseía como Unigénito, y a la
que por nosotros había renunciado por un breve tiempo, le es restituida a través de
la cruz en la misma carne que había asumido; dice, en efecto, San Juan, en su
evangelio, al explicar en qué consiste aquella agua que dijo el Salvador que
"manaría como un torrente de las entrañas del que crea en Él. Todavía no se había
dado el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido glorificado (Jn 7,38-39). Aquí el
evangelista identifica la gloria con la muerte en cruz. Por eso el Señor en la oración
que dirige al Padre antes de su Pasión, le pide que lo glorifique con aquella "gloria
que tenía junto a Él, antes que el mundo existiese".
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