3º Domingo de Cuaresma A
Evangelio de la Misa: Jn 4,5-42: Encuentro con la samaritana
Contemplamos a Jesucristo hablando con una mujer, que acude a buscar
agua para la casa a la fuente del pueblo, el Pozo de Jacob. Jesús se hace el
encontradizo con aquella mujer, que además era considerada de mala
reputación. Pero en el fondo era de buen corazón, y deseaba –como
seguramente todos nosotros- beber “aguas limpias” y disfrutar alegremente de
la verdadera vida. Jesús le ofrece esta posibilidad, y ella acepta aquel don de la
gracia espiritual, y del amor auténtico, que empieza a intuir en aquel hombre
excepcional.
Reconoce primero sus pecados, se arrepiente interiormente de ellos y
anhela el perdón que recibe de Jesús en ese momento. Termina gozosamente
transformada y dando voces para comunicar a todos su alegría y su nueva vida.
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Oración para cada día de la semana
Señor, que te mostraste a la Samaritana como el Agua Verdadera,
que sacia plenamente, y que proporciona
la auténtica paz y la alegría más profunda.
Yo también, como aquella mujer, me considero pecador
y muchas veces busco la paz y la alegría de la vida solo en el dinero,
en el placer, en la buena vida, en las diversiones,
en la comodidad personal y egoísta.
Quiero, Señor, como la Samaritana, ser humilde y sincero
para conocerme como soy y para enfrentarme cada día
como lo que debo ser: un cristiano cabal, que alimentado
por la oración y la Eucaristía, ame de verdad la vida, como Tu me enseñaste,
con todas sus posibilidades de gozar y disfrutar en este mundo;
y al mismo tiempo que mi caridad con el prójimo sea
el distintivo de mi trabajo y de la convivencia familiar y social.
Por los sacramentos nos das “el Agua Viva, que salta
hasta la Vida eterna” y hace verdaderamente felices a las personas.
Dame, Señor de esa Agua Viva, para ser feliz y comunicarlo a los demás,
y así compartir esta Gracia y este Amor a Ti y al prójimo, en la Iglesia
y en la sociedad donde tengo que trabajar y convivir.
En la oración de cada día, y en la Confesión y Comunión frecuentes,
quiero encontrarme contigo, sobre todo en esta Cuaresma.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez