SI DIOS NO PENSARA EN NOSOTROS, NOSOTROS NO
EXISTIRÍAMOS
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de
Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el
Evangelio", para el 8º domingo durante el año (27 de febrero
de 2011)
San Mateo 6, 24-34
Dijo Jesús a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos
señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o
bien, se interesará por el primero y menospreciará al
segundo. No se puede servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida,
pensando qué van a comer, ni por su cuerpo,
pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más
la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni
cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el
Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen
ustedes acaso más que ellos?
¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede
añadir un solo instante al tiempo de su vida?
¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios
del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su
gloria, se vistió como uno de ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy
existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más
hará por ustedes, hombres de poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos,
qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'.
Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El
Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las
necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo
demás se les dará por añadidura.
No se inquieten por el día de mañana; el mañana se
inquietará por sí mismo. A cada día le basta su
aflicción.”
En este Evangelio de la Providencia, o de la confianza que uno
tiene que tener en Dios, notamos tan exacto y tan claro por qué el
ser humano depende de Dios. Si Dios no pensara en nosotros,
nosotros no existiríamos; si Dios no nos sostuviera en la cuenca de su
mano, nosotros caeríamos en la nada. Estamos en este mundo por
amor de nuestros padres, pero fundamentalmente, por amor de Dios.
Es importante saber que tenemos que vivir confiadamente.
Confiadamente porque Dios va a realizar su proyecto y su obra, de un
modo infalible. Dios no se va a retractar jamás. Es inmutable su
fidelidad y nosotros tenemos que acompañarlo a Él, tenemos que
recibirlo a Él.
¡Dios es providente con nosotros, pero también nosotros
tenemos que ser providentes con los demás! ¡Dios nos cuida a
nosotros, también nosotros tenemos que cuidar a los demás, y
cuidarnos!
¿Acaso el esposo no debe cuidar a la esposa?
¿La esposa, no debe cuidar al esposo?
¿Los padres, no deben cuidar a los hijos?
¿Los hijos, no deben honrar a los padres?
¿Nosotros, no tenemos que cuidar la Creación?
¿No tenemos que cuidar la naturaleza?
¿No tenemos una responsabilidad frente a los vínculos con los
demás en la fraternidad humana, en la sociedad, frente al bien
común, frente a la patria, frente a la Iglesia?
Como estos valores se han perdido, los hemos desdibujado, hoy
casi nadie tiene noción de los valores importantes, supremos o
superiores.
“Honrar a la patria”, ¡es una palabra muy fuerte!, ¡es un
concepto muy fuerte! La corrupción, la mentira, la injusticia, los
delitos, ¡es tremendo! Se hiere con mucha facilidad, como si fuera
algo igual. ¡Es tremendo como no nos damos cuenta de nuestra
responsabilidad!
Decía San Ignacio de Loyola que nosotros tenemos que pensar y
obrar sabiendo que todo depende de nosotros, pero tenemos que
saber que todo depende de Dios.
“A Dios orando y con el mazo dando” se decía antes. Dios nos
da, pero nosotros tenemos que poner nuestra voluntad y nuestra
responsabilidad. Tenemos que tener confianza plena en Dios, pero
nunca tenemos que ser pasivos ante Dios. Esta confianza es para que
el Reino de Dios llegue; para que se transforme; para que nos
transformemos; ¡es por nuestras comunidades, por la Iglesia, por la
sociedad, por el país, por la patria!
Queridos hermanos, no podemos “servir a dos señores”; cuando
es si, es si y cuando es no, es no; y nosotros tenemos que tener
claridad en la visión, definición en la finalidad y ejecución ante el
pensamiento. ¡No podemos servir a dos señores! Recordemos aquello
de "donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón."
Que el Señor nos de su amor de providencia y nos cuide, pero
que también nosotros -responsablemente- cuidemos a los demás.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén
Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús