ASCENSIÓN DEL SEÑOR/A 5 DE JUNIO 2011
Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo
y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había
escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después
de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles
durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó: "No os alejéis de Jerusalén;
aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan
bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu
Santo."
Ellos lo rodearon preguntándole: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el
reino de Israel?"
Jesús contestó: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que
el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre
vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y hasta los confines del mundo."
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres
vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al
cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis
visto marcharse."
Salmo responsorial: 46
R/Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el
Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para
Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las
naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Efesios 1, 17-23
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os
dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro
corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la
riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza
de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza
poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo
a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y
dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino
en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo.
Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Mateo 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús
les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose
a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y
haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y
sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
COMENTARIOS
HECHOS. El diálogo de Jesús con los discípulos describe la situación en la
que se hallaban; para comprender la Pascua hace falta la presencia del Espíritu,
dato que explicará Lucas, pasados unos días. La pregunta de los discípulos, por lo
tanto, “¿Es ahora cuando…?” obtiene una respuesta que rechaza toda cuantificación
o planificación. La Iglesia comienza a caminar en la historia, pero sin saber cuándo
se considerará consumada o plenamente realizada.
Y una vez que este convencimiento ha sido propuesto, prosigue la
enseñanza; los apóstoles vieron subir a Jesús. No es de extrañar que Lucas nos
describa el acontecimiento con el verbo subir. De hecho, todo el ministerio
de Jesús es una subida a Jerusalén, hacia su muerte y exaltación-resurrección (Lc
9,51). La nube que es signo de la presencia de Dios (Ex 19,9), los cielos como
puerta de acceso a su trono (Ez 1,1), los hombres vestidos de blanco como
intérpretes de los acontecimientos.
Por otra parte, las palabras de aquellos hombres de blanco son toda una
provocación. Desde la cima del monte de los Olivos se contempla la ciudad de
Jerusalén. Las palabras “¿qué hacéis ahí plantados, mirando al cielo?” son un envío,
casi un mandato, a descender a la ciudad; la historia de la evangelización ha
comenzado. El Señor resucitado y exaltado es la garantía del éxito.
EVANGELIO. El texto que nos propone la liturgia para este domingo describe
una “ascensión”, contando un permanecer : Cristo no se va sino que se queda.
Mateo se esfuerza por hacer notar su continuar con ellos. Eso es lo que
encontramos en nuestro pasaje del monte.
Inmediatamente después del envío de los discípulos añade: No lo dudéis ni
temáis; “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Ahora, por el Espíritu, está, no sólo cerca, sino, inclusive, dentro de nosotros.
Asciende hasta lo más profundo del hombre.
De esta manera podemos tener el gozo, la fuerza y el consuelo de sentir en
nuestras vidas la presencia de Jesús, que nos guía, nos cura, nos perdona, nos
consuela, nos da fuerza, alegría y esperanza en nuestro camino. Sólo Jesús podía
lanzar este desafío ante la historia: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del
mundo”. Sólo quien descienda sirviendo será elevado al cielo con Cristo.
Al comienzo de la plegaria eucarística, el sacerdote que preside invita a la
comunidad: “Levantemos el corazn” . Y todos contestan: “Lo tenemos levantado
hacia el Seor” . Que nuestro corazón no tenga unas miras rastreras, sino elevadas;
que levantemos nuestro corazón hacia el ejemplo de Cristo.
Juan Alarcón, s.j .
(Extracto de Sal Terrae HOMILÉTICA)