Comentario al evangelio del Jueves 02 de Junio del 2011
Queridos amigos y amigas:
En el evangelio de hoy Jesús parece jugar con el concepto de tiempo: “dentro de poco…”, “poco más
tarde…”. Nosotros, como los discípulos, nos preguntamos también qué quiere decir ese “poco”. Porque
hay un tiempo largo y un tiempo corto. No es el mismo tiempo el que mide el reloj y el que percibe
nuestra psicología. El tiempo de vacaciones suele ser más corto que el transcurrido en el hospital. En la
vida de cada uno de nosotros los tiempos de “pasión” se hacen mucho más largos que los de “pascua”.
No contamos con una medida universal que compute con exactitud los adjetivos temporales “corto” y
“largo”.
¿Qué respuesta da Jesús la pregunta de los suyos sobre el devenir temporal? Su respuesta se reduce
sencilla y llanamente a una promesa: “Vuestra tristeza se convertirá en alegría”. El presente de
amargura y desconsuelo de ahora desembocará en un futuro feliz y pleno. Serán aniquiladas las causas
del dolor y de la tristeza con la victoria irreversible de la verdad y de la vida.
La lección nos aclara también a nosotros. Jesús nos invita en este evangelio a mirar más allá para vivir
con sentido el más acá. Ello nos da fuerza para entender, resistir y afrontar los tiempos recios de las
pruebas de la fe: la contradicción generalizada, el sinsentido pasajero, las derrotas parciales, los
fracasos aparentes,… El conocimiento del futuro nos apresta para vivir adecuadamente en la tensión de
esperanza, por encima de estas transitorias etapas de desazón y escepticismo.
Una consecuencia de esta nueva manera de vivir la encontramos en la primera lectura. Las desventuras
misioneras de Pablo por Corinto muestran una resultante concreta y asombrosa: quien ha asumido su
vida desde una perspectiva pascual queda marcado por la impronta del futuro final. Nada le detiene.
Hay una inexplicable confianza en lo que se realiza. Los fracasos entre los judíos no le cierran las
fronteras de la evangelización, sino que se las abren hacia el mundo de los gentiles. La tristeza que
produce el rechazo de Jesús se transforma en alegría ante el espectáculo de la conversión de Crispo, de
su familia y de otros muchos corintios que escuchaban, creían y se bautizaban. Espectáculos así se ven
cuando ordenamos bien nuestro tiempo según el criterio de Jesús.
Vuestro amigo y hermano,
Juan Carlos cmf
Juan Carlos Martos, cmf