L A COMUNIÓN ENTONCES NO ES UN ACTO RITUAL VACÍO , SINO NUESTRA INTRODUCCIÓN MÍSTICA ,
SOBRENATURAL , MISTERIOSA , EN EL C ORAZÓN E UCARÍSTICO DE J ESÚS , C AMINO CELESTIAL QUE NOS
CONDUCE AL A MOR DE D IOS T RINO , NOS ILUMINA CON SU V ERDAD , Y NOS DONA SU V IDA
(Domingo V – TP – Ciclo A – 2008.2)
“Voy a la casa de mi Padre” (cfr. Jn 14, 1-12). Jesús les anuncia a sus discípulos que va a
la casa de su Padre y que una vez allí preparará moradas para ellos y que vendrá para llevarlos
con ellos.
Los discípulos, entre ellos Tomás, piensan que se trata de un camino material y de un
lugar material, por eso preguntan por el camino: “No sabemos dónde vas –es decir, no
conocemos el lugar-, ¿cómo vamos a conocer el camino?” Tal vez creerían que esa “casa del
Padre” adonde iba Jesús era en realidad un lugar secreto de Palestina, al que se podía llegar
recorriendo uno de los tantos caminos que hay en Palestina, por eso la pregunta de Tomás:
“¿Cómo vamos a conocer el camino?”
Pero cuando Jesús les dice a sus discípulos que debe ir a la casa de su Padre, y que una
vez allí les preparará unas moradas para ellos, y que luego vendrá a buscarlos, les está
describiendo no un viaje hacia otro punto de Palestina, sino que les está describiendo y
profetizando su partida de este mundo, por medio de la Pasión, y les está describiendo también
su regreso a este mundo, por medio de la Resurrección.
Al decirles que va a la casa de su Padre, les está hablando de su misterio pascual de
muerte y resurrección, misterio que pasa por la cruz.
“Voy a la casa de mi Padre”. Jesús sabe que todos querrán ir con Él, que van a querer
seguirlo, por eso la pregunta de Tomás acerca del camino: “¿Cómo vamos a conocer el camino?”
La respuesta la da Jesús en forma misteriosa: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Jesús va a la casa del Padre, va al Padre, pero el Camino es Él mismo; no hay otro modo
de llegar a Dios Padre que no sea por Él, único Camino celestial y místico que conduce
directamente al Padre. Jesús es el Camino, es el punto de partida, el recorrido, y es a la vez el
punto final del recorrido. Quien recorre este Camino, quien se une a este Camino por la
comunión y por la fe, está ya en Dios: “El Padre y Yo somos una sola cosa; el que me ha visto
ha visto al Padre; el Padre y Yo somos una sola cosa; Yo estoy en el Padre y el Padre está en
Mí”.
Jesús es el Camino que conduce al Padre y quien recorre este camino, quien se une a
Jesús, está ya en el Padre, porque el Hijo y el Padre están el uno en el otro, y quien se une al
Hijo por la fe y por la Eucaristía, se une al Padre.
“Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Jesús es el Camino de Dios, pero es también la
Verdad de Dios, ya que es la Sabiduría de Dios Padre encarnada; es el Verbo de Dios hecho
carne; quien transita por este camino celestial que es Jesucristo, Verbo de Dios, es iluminado
por la Verdad divina y no solo está lejos de todo error acerca de Dios, sino que conoce, por
iluminación interior y sobrenatural, las verdad íntima acerca de Dios, como el hecho de ser Dios
Uno y Trino en Personas.
Quien transita por este Camino celestial, que es Jesucristo, está lejos de todo fanatismo,
de todo error, de toda falsedad acerca de Dios, y puede, con tranquilidad, saborear la Verdad
divina y amarla con todo su corazón.
“Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Jesús es el Camino hacia Dios, es la Verdad de
Dios, y es la Vida de Dios: quien transita por este Camino, recibe la vida misma de Dios Trino, la
vida celestial, la vida sobrenatural de las Tres Divinas Personas, y vive con esta vida eterna ya
desde esta vida.
“Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”. El Camino hacia Dios, la Verdad de Dios, y la
Vida de Dios, están todos contenidos en el sacramento eucarístico que nos da la Iglesia, porque
la Eucaristía es el mismo Jesucristo en Persona.
La comunión entonces no es un acto ritual vacío, sino nuestra introducción mística,
sobrenatural, misteriosa, en el Corazón Eucarístico de Jesús, Camino celestial que nos conduce
al Amor de Dios Trino, nos ilumina con su Verdad, y nos dona su Vida.
Padre Álvaro Sánchez Rueda